"Que nadie espere encontrar en el libro de Juanma Alonso una justificación sobrenatural del “fenómeno” (y digo fenómeno entre comillas) de las caras de Bélmez. Se trata de un ensayo riguroso, actual y muy bien escrito acerca de unos hechos que se produjeron hace más de cuarenta años y que siguen siendo explotados en la actualidad, habiendo sido definidos por los profesionales del misterio (y hablamos, nada menos, que de unas manchas con forma de rostro en un suelo de cemento) como “el fenómeno paranormal más importante del siglo XX”. Aunque los se dedican al tema, las denominen pomposamente “teleplastias” la verdad es que, si esto es lo máximo que puede aportar el mundo del misterio frente a la ciencia, la diferencia entre ambos campos es abismal. Ricardo Campo, miembro destacado de una Asociación llamada Círculo escéptico, define a los investigadores del tipo de Iker Jiménez o J.J. Benítez, con estas palabras:
"El disfraz de investigador no se limita a la locuacidad paranormalista. Se complementa con detalles como un buen equipaje de campo, cuaderno de notas, cámara de fotos, brújula y el imprescindible chaleco sin mangas de dos mil bolsillos. No hay periodista ufológico o investigador paranormal que no se haya hecho una foto con él. Quien lo lleva parece un arqueólogo, aunque el universo intelectual de uno y otros se sitúe a años luz de distancia. También es conveniente adoptar un estilo de escritura ampuloso, poetizante, cursi hasta resultar repelente, para detallar un día de correrías por montes, cementerios e iglesias abandonadas, rellenar con invenciones lo que ignora, mezclar diversas historias o directamente plagiar fuentes que están como un cencerro."
El libro de Juanma es una de esas iniciativas que resultan imprescindibles en un país en el que los programas dedicados a la difusión de lo paranormal siguen contando con una importante audiencia. Las revistas como Enigmas o Año cero, son de las más veteranas en nuestros kioskos, con reportajes tan llamativos como “Ovnis sobre las Canarias”, “Los fantasmas de Beltiche” o “Extraño ser visto en Alfarnate”. Aunque lleven décadas acercándose a los mismos temas sin aportar ni una sola prueba concluyente de la certeza de las afirmaciones que dejan caer de manera sensacionalista e irresponsable, sus patrocinadores nunca dan su brazo a torcer y siguen convenciendo a su audiencia de que hay que seguir creyendo en la magiade los temas relacionados con el misterio.
Para estos investigadores del misterio, el método científico solo se usa si conviene a sus fines, si no es obviado o tergiversado. Decía Carl Sagan en El mundo y sus demonios, libro dedicado a combatir las pseudociencias y absolutamente recomendable:
“En una cuestión tan importante, la prueba debe ser irrecusable. Cuanto más deseamos que algo sea verdad, más cuidadosos hemos de ser. No sirve la palabra de ningún testigo. Todo el
mundo comete errores. Todo el mundo hace bromas. Todo el mundo fuerza la verdad para ganar dinero, atención o fama. Todo el mundo entiende mal en ocasiones lo que ve. A veces incluso ven cosas que no están.”
Si hay una afirmación que habría que aplicar a todos estos fenómenos sobre los que se han escrito páginas y páginas sin que jamás hayan logrado evidencia científica alguna, es que “declaraciones excepcionales, requieren pruebas excepcionales”. No basta con el testimonio confuso de un testigo o una foto borrosa. El método científico es mucho más riguroso que todo eso.
En realidad, todo este tema de las Caras de Bélmez, que Juanma trata desde todas las vertientes, incluso de la antropológica, deriva de la necesidad humana de creer en lo sobrenatural. Recuerda mucho al tema de los círculos en las cosechas, que se puso de moda hace una década, para acabar descubriéndose que los primeros habían sido realizados por unos jubilados y después otra mucha gente los imitó."