Las caricias de las palabras

Por Bergeronnette @martikasprez
-Juan.-Mmm. Se oyó murmurar al hermano.-Juan, ¿estás durmiendo?-Eva, ya no. ¿Qué te pasa? Duérmete ya, que estoy cansado.-Juan, no puedo dormir.-¿Porqué? He oído a mamá decir que no habías dormido siesta, y cuando he venido del colegio, estabas cansada.-Sí, pero es que ahora no puedo dormir. Tengo miedo.-Eva, ¿miedo de qué? Yo estoy aquí, en la cama de arriba. Mira, alarga la mano, y dámela.Ambos niños estiraron los brazos. Eva alargó la mano hacia arriba, mientras que su hermano Juan, la dejó caer hacia la cama nido donde Eva solía dormir.-No sé. De la oscuridad ya no tengo miedo. Sé que tampoco hay monstruos debajo de la cama, ni dentro del armario. Además estás tú aquí, por si acaso. La ventana está cerrada, y puedo ver la luna y la luz que se cuela por ella. Pero creo que si me duermo, no voy a soñar cosas bonitas. Juan, ¿cómo consigo dormir con cosas bonitas? ¿Lo sabes, Juan, lo sabes?-Eva, estoy muy cansado, pero te voy a contar un cuento. Pero será un cuento corto, ¿vale? Y después cerrarás los ojos y te dormirás, ¿sí?-Sí, por supuesto, cuéntame esa historia, por favor.-Vamos allá.Juan se incorporó en su cama, bajó a la de Eva, y tras acostarse a su lado, la abrazó pasando el brazo por encima, y comenzó a susurrarle al oído lo siguiente:-¿Te acuerdas de la canción que nos cantaba mamá?-¿La canción cuando teníamos sueño y no conseguíamos dormirnos?-Sí, una nana francesa. Esa canción se la cantaba nuestra abuela a ella, cuando era pequeña. Y después a cada uno de nosotros. A mí dejó de cantármela al poco de nacer tú. Pero a ti, todavía te la canta.-No, Juan, mamá no me canta más esa canción. Ahora canta conmigo canciones de animales y la de las manos, y…-Eva, cierra los ojos, y déjame que siga.-Vaaaaale.-Muchas noches que tú ya estás durmiendo, ella se acerca a nuestras camas. Nos da un beso de buenas noches, y se sienta a nuestro lado un ratito. Cuando estoy despierto, me habla en voz bajita sobre todo lo que hemos hecho durante el día, buscamos la sonrisa del día de cada uno, y nos contamos que haremos mañana. Después, cuando me duermo, o piensa que estoy dormido, se tumba a tu lado. Te acaricia la cara y te susurra al oído historias fantásticas de princesas y conejos blancos, de animales suaves y de niños divertidos. Otras veces, te canta la nana que te decía antes. Y siempre, siempre te arrulla con muchos besos. Cuando le he preguntado a mamá qué hace, ella siempre me contesta que te está soplando bonitas palabras al oído para que puedas dormir bien, y tengas bonitos sueños. Lo llama de una manera rara, acariciar con palabras o algo así, pero una vez, me enseñó como sonreías y la creí. Mamá es una maga de las palabras, y aunque a veces, parece que se enfada, siempre busca las palabras correctas para que estemos bien. ¿No te has dado cuenta que siempre te levantas de buen humor? Es gracias a mamá. Y ahora, hermanita, te toca dormir y soñar con las palabras que te susurra mamá al oído.
El post de Jaione me dio pie para esta historia que llevaba rondando en boceto desde hace unas semanas. Dedicado para tí, por el empujoncito.