La plaza de Zocodover
Y es todo un experto en esta ciudad milenaria, que fue la capital del reino de los visigodos, también imperial en tiempo de los Austria, el autor que hoy nos invita a conocer los lugares donde el Santo Oficio se explayó a conciencia y trató de purgar el territorio hispano de lo que consideraba como herejes.
La impresionante ciudad de Toledo.
Varios puntos de la capital toledana concentran el área por donde la Inqusición actuaba a sus anchas: El Quemadero de la Vega, donde originariamente se ajusticiaban e incineraban a los condenados, la propia Catedral, escenario del que los presos salían en procesión, la plaza de Zocodover (donde se llevaban a cabo los autos de fe), o la posada de la Hermandad.
En el resto de la provincia destaca el castillo de Guadamur, que no fue otra cosa que una de las cárceles secretas del Santo Oficio. Los sótanos de Toledo no sólo sirvieron a los alquimistas y nigromantes que ejercieron allí sus artes ocultas. También para castigarles cuando la terrible Inquisición les descubría. A partir del siglo XVIII se utilizaron para la celebración de los autos de fe el convento de San Pedro Mártir y la iglesia de San Vicente.
La Inquisición en territorio español se implantó en la Corona de Castilla en 1478 por la bula del papa Sixto IV con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los judeoconversos de Sevilla. A diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente de la monarquía, es decir, de los Reyes Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la Inquisición se extendió a los reinos de la Corona de Aragón y a los territorios de América, y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada.
Antigua sede de la Inquisición en Toledo./José Luis Filpo Cabana
Los castigos para los condenados solían ser azotes (entre 100 y 200), clavos que atravesaban lenguas, condenas a galeras, destierros (de uno a 10 años) o incluso la cadena perpetua. La pena máxima era la ejecución del reo en la hoguera, la horca o la decapitación. Si se arrepentía se le aminoraba el martirio; entonces era estrangulado antes de enfrentarse a las llamas. Dichas ejecuciones se llevaban a cabo en lugares apartados, no así los autos de fe, que eran actos multitudinarios donde se pretendía una cierta ‘pedagogía de las masas’ siendo el fin último el escarmiento en público.
Antes de la ejecución la Inquisición se hacía valer de la tortura para que los condenados revelaran sus delitos, si es que los habían cometido, o para obtener información interesada bajo lúgubres bóvedas. Considerada más un medio que un castigo, muchos de los métodos que infligían dolor eran terribles. Ejemplos: la Doncella de hierro, la pera vaginal, la silla con pinchos, la rueda, el cepo, los hierros candentes, la cuna de Judas, la máscara infamante, la garrucha, el aplastapulgares, el potro, la toca,… a cual de todos más cruel.
Las prisiones de la Inquisición eran algo más benignas que las civiles, como se desprende del encarcelamiento de Fray Luis de León, que llegó a escribir durante su cautiverio De los Nombres de Cristo. Existían tres tipos de cárceles: las públicas, que se reservaban a los que no eran acusados de delitos contra la fe, las medias, que se destinaban a los propios funcionarios del Santo Oficio, y las cárceles secretas, reservadas a toda suerte de herejes.
España fue el último país en abandonar la Inquisición. Lo hizo en 1834, bajo el reinado de Isabel II. Además de en Toledo, uno de los juicios sumarísimos realizado en tierras españolas por el Santo Oficio lleva al viajero hasta Navarra, en concreto a Zugarramurdi y sus populares brujas. La visita a Toledo también puede ser aprovechada para descubrir otros notables lugares con una importante historia detrás, como por ejemplo lo que fue la Escuela de Traductores o bien la actual sede del Museo del Ejército, situado en el no menos histórico Alcázar. Toledo es un lugar mágico.
José Ignacio Carmona es escritor y periodista freelance. Colaborador ocasional, entre otras publicaciones especializadas, de la revista de Arte y Ensayo Symbolos es también autor, entre otros libros, de Toledo y La Mesa de Salomón: Entre Escila y Caribidis, La España Mágicao El retorno de los sabios.
Fuente: http://lugaresconhistoria.com/2014/01/14/las-casas-de-la-inquisicion-toledo/