Después de cinco horas de elaboración del disfraz de Posidonia que tiene que llevar Pichu en carnaval, llego a varias conclusiones:
1. Me va a llegar, seguro, por correo el Máster en Patronaje que NUNCA añoré, así que tengo cubiertos los créditos de manualidades para, al menos, el próximo sexenio.
2. Que Daniela vaya de Posidonia en carnaval, que haya tenido que hacerle yo el disfraz y que mi primera clase de surf fuera en la escuela Posidonia, es castigo divino, casualidad, señal o, simplemente, cachondeo del mismísimo dios Neptuno.
3. Si yo soy la que hago el disfraz, debería ser yo quien recibe las instrucciones directamente (no el papi de la criatura, que era pobre quien estaba disponible en el momento) porque la puñetera lechuga marina casi acaba en divorcio.😂
4. Que las algas son buenas para la salud es un mito. A mí me han aumentado el nivel de estrés y la mala leche en cuestión de cero coma, como consecuencia mi piel está más irritada, nada de culitos de bebé y demás milongas marinas.
5. Que en mi próxima salida supera o surfera miraré a las lechugas de agua de manera diferente, aún no sé si con amor o con odio, pero desde luego que la emoción será altamente intensa.
6. Definitivamente, mi futuro tatuaje será del mar, porque el sombrero-lechuga me queda divino. 😂😂😂😂
7. Que después de cortar unas 600 tiras de alga, 100 arriba, 100 abajo, haber tenido que añadir unas cuantas más para alargar el trajecito y haber pasado tooooda la tarde rodeada de bolsas de basura verdes, empiezo a dudar de que mi color favorito sea el verde y de si hacerme un tinte de ojos para cambiarles el tono.
8. Que si tengo el pelo rojo, vivo rodeada de lechugas y peces, echo de menos mi tabla y el agua y no soporto el pulpo... OMG!!! OH MY GOD!! ¡SOY ARIEL!
Así que, como diría alguien que conozco... ¡¡Las casualidades sí existen!!
Todo en esta vida ocurre por alguna razón.
Y yo ahora ya sé cuál era la mía.
¡Viva la Posidonia!
😂😂😂😂😂