Las CCP nunca apoyaron al arzobispo encubridor de los pederastas granadínos.

Publicado el 28 noviembre 2014 por Espeangel @luigiaguilar


el autor de esta entrada José María Castillo
Las Comunidades Cristianas Populares de Andalucía manifestamos nuestro dolor, nuestra indignación y nuestra repulsa ante los abusos sexuales que se han cometido en Granada y que se han hecho públicos en fechas recientes. De manera muy especial nos solidarizamos con las víctimas de estos abusos y con su sentimiento de soledad durante tanto tiempo. Al mismo tiempo valoramos y alabamos su valentía al pasar del silencio y el sufrimiento individual a la denuncia pública de los hechos.
Denunciamos con firmeza la política de ocultamiento y de silencio que los dirigentes eclesiásticos han venido imponiendo durante siglos. Ese silencio vergonzoso y vergonzante ha dado pábulo a la impunidad y hasta al descaro, mientras que ha mantenido a las víctimas en situación de vergüenza, de humillación y de desamparo.
Aplaudimos con entusiasmo la actuación del Papa Francisco en este tema: su valentía para sacar a la luz pública los hechos, por muy dolorosos que sean, y su decisión de que sea la sociedad civil y los tribunales competentes quienes se ocupen del caso, ya que se trata de un delito tipificado en nuestro código penal independientemente de que sea considerado un grave pecado en la moral cristiana y en la de muchas otras religiones.
Desde este comunicado animamos a las víctimas de abusos sexuales a que denuncien esos abusos. Al hacerlo están prestando un servicio para el saneamiento de la sociedad, están contribuyendo a frenar esos abusos y, sobre todo, se liberan del sentimiento personal de humillación para recuperar su propia dignidad de personas.
Desde nuestra condición de seguidores de Jesús de Nazaret no podemos permanecer callados y sin levantar nuestra voz de denuncia contra el arzobispo de Granada, Monseñor Martínez. Que unos hechos como los denunciados, que han ocurrido en su diócesis durante tanto tiempo e implicado a un número tan considerable de sus sacerdotes, hayan pasado desapercibidos a sus obligaciones como supervisor o, lo que sería aún peor, no hayan recibido por su parte la atención que las denuncias exigían, ponen de manifiesto de una forma clara su incapacidad para llevar a cabo la labor pastoral de velar por la verdad y la justicia que le ha sido encomendada. Dado que cada día se extiende más ampliamente la opinión de que ha actuado como encubridor de los supuestos pederastas, pensamos que debería ser destituido del cargo de arzobispo, ya que ha demostrado sobradamente en reiteradas ocasiones lo lejos que están sus palabras y sus gestos del Evangelio que predica

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