WENCESLAO CALVO
Algunos pasajes de la Biblia ponen los pelos de punta. Recuerdo a un amigo que en mis años perdidos de juventud me dijo en cierta ocasión que había comenzado a leer el libro de Apocalipsis, pero que tuvo que dejar de hacerlo a causa del pavor que le sobrevino ante la abundancia de juicios espantosos que hay en dicho libro.
Especialmente le estremeció la parte donde dice que los hombres ansiarán morir, a causa de lo insoportable de su situación, pero la muerte huirá de ellos(1). A partir ese momento cerró el libro. Era más de lo que podía soportar.
Uno de esos pasajes que pueden provocar una reacción parecida a la de mi amigo es el capítulo 2 de Habacuc, especialmente desde el versículo 6 hasta el final. Allí están contenidos los cinco ayes que presagian lo peor y que se podrían resumir en la declaración: ´Los pueblos, pues, trabajarán para el fuego, y las naciones se fatigarán en vano.´(2), lo cual constituye el peor mensaje posible para los gobernantes, artífices e ideólogos de cualquier proyecto político nacional o supranacional, dado que irremisiblemente están condenados al fracaso.
Puede leer aquí el artículo completo de este conferenciante, predicador y pastor en una iglesia de Madrid de fe protestante titulado Las certezas de Habacuc