Aún así, hemos encontrado un hueco para irnos de viaje un par de días a Andorra. No somos gente muy de compras, así que nos parece más interesante volver de nuevo para visitar el monte, que es más de nuestro agrado, pues eso de las compras no nos ha entusiasmado demasiado, además que los precios, la verdad, son como los de mi ciudad. A la vuelta para casa, decidimos volver por los Monegros, entrando por Fraga, pasando por el Monasterio de Sígena, Sariñena y Alcubierre. En una torre de alta tensión desmantelada en las inmediaciones de Sena, pudimos comprobar el espectáculo que veis en la foto que encabeza la entrada. Un montón de nidos de cigüeña en una única torre estando las demás vacías. Curioso comportamiento parecido al de la gente que se apelotona en altos edificios. Entre veinticinco y veintisiete nidos nos pareció contar en una sóla torre.
En primer lugar cuando se trata de nidificar, al ser colonias tan numerosas, siempre hay “alguien en casa” de modo que los ladrones de huevos son detectados y expulsados más fácilmente que si los nidos aparecen aislados. En invierno, cuando no hay huevos ni nidos, la estrategia es igualmente útil. En algunos dormideros de milanos reales se llegan a juntar más de un centenar de individuos que se apelotonan en unos pocos árboles. En casos de aves más pequeñas son miles los individuos que pueden llegar a juntarse. Cuando cae la noche, pongamos por caso, una pareja de ginetas que tienen su territorio allí, pueden subir al árbol y atrapar un ave. Con ella se alimentarán esa noche. Si las aves se dispersan en grupos más pequeños, puede ocupar cada grupo el territorio de una pareja de ginetas distinta, con lo que las probabilidades de no llegar al día siguiente es mayor, ya que los cazadores nocturnos que actúan sobre el total de la población de aves aumenta. Así pues, aunque parezca lo contrario, vivir en grupo aumenta las posibilidades de supervivencia. Esta idea del mayor éxito reproductivo obtenido por las especies que cooperan entre sí, es la que esgrimió Piotr Kropotkin para redirigir el debate sobre la lucha por la existencia que esgrimían algunos Darwinistas y que estaba derivando en una peligrosa forma de racismo que otros denominaban “Darwinismo social”. Esto del Darwinismo social es algo que no entiendo bien. Se pretendía que aquellas etnias “mejor adaptadas” tenían derechos de explotación sobre las peor adaptadas o dotadas. Se justifica de este modo el racismo y la xenofobia. Pero realmente, para saber quién es el “mejor adaptado” lo que hay que valorar es el éxito evolutivo.
Dentro de algunos cientos o miles de años, el tiempo dará la razón sobre cuál era el modo más adecuado de supervivencia. El de los aborígenes australianos o amazónicos que perdurarán si no los eliminamos o nuestro modo de civilización.