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La tesis que sostiene es que para llevar a cabo el cambio en la sociedad hay cinco industrias, que aparentemente son inocentes y sin embargo sin ellas no sería posible ese cambio.
La primera es el deporte. Cierto que la gente no necesita muchos estímulos para mirar y vivir el deporte, pero en estos momentos se ha llegado al colmo al permitir que una persona pueda estar viendo deporte, a su elección, durante las veinticuatro horas. Y si pensamos un poco esto no tiene mucho sentido, especialmente al considerar que salvo unos cuantos equipos de deportes muy mayoritarios que tienen una economía más o menos equilibrada, el resto es completamente deficitario y de no ser por las subvenciones, no sobrevivirían. Subvenciones muy generosas con el dinero de los ciudadanos, bajo la excusa que el deporte es bueno para la salud, pero no se financia el deporte ciudadano, solo el más o menos profesional.
La segunda industria es el cine. Desde que nació, hace más de un siglo, se convirtió en herramienta de propaganda y así ha seguido. Es famosa la película que creó el ambiente social necesario para implantar en Alemania de los años 30 la eutanasia. Pero todos sabemos que durante las guerras o las crisis, la industria del cine ha luchado al mismo tiempo que las tropas. Los Usa han alcanzado el cenit en esta labor. Y al igual que en el deporte, los beneficios son escasos, pues sólo unos pocas películas dan beneficios.
La tercera es la televisión. Todos asumimos que la TV es la forma que tienen los gobiernos de lavarnos el cerebro y tampoco es un negocio demasiado rentable. Salvo alguna cadena muy vista y que más o menos produce beneficios, el resto son deficitarias y algunas escandalosamente deficitarias.
La cuarta es la industria del sexo, que se masificó a finales de los sesenta, con la revolución sexual del movimiento hipi. Movimiento que tampoco fue espontáneo sino que se organizó en los USA por un agente del KGB y con más éxito del que pudiera haber imaginado.
La industria del sexo que comenzó con revistas y películas, con la llegada de internet, se masificó totalmente y prácticamente desparecieron esos formatos, quedando casi exclusivamente la red como soporte.
Si hacemos una pequeña navegación, enseguida vemos que hay sitios de pago y sitios gratuitos. Pero la cantidad de material en los sitios gratuitos es tan enorme y variada, que salvo para aquellos que busquen la película producida el día anterior o cosas muy “raras”, no es necesario pagar. Con lo que las pérdidas dinerarias en esta industria deben ser mucho mayores que en las otras, tan escandalosas como el propio material que producen.
La quinta es el entretenimiento en general. Todo lo que no se puede englobar en los apartados anteriores pero que sirve para mantener sentado y sin pensar al ciudadano. Los videojuegos, serían lo más característico, aunque también podemos meter el juego en internet.
Curiosamente los videojuegos, al permitir cierta interacción, llevan la manipulación mental a un nivel más alto. No hay más que ver el caso de los pokemon.
Hay muchos juegos gratuitos, por lo que cabe pensar que la industria, en general, no gana dinero y sin embargo, cada vez hay más videojuegos.
El artículo sostiene que, dado que todas estas industrias son deficitarias, alguien pone el dinero para que esto marche. Y no olvidemos que cuando un producto es gratis, es porque el negocio eres tú.
Vanlop