La perspectiva de encontrar un trabajo o de tener acceso a servicios básicos (de salud, agua potable…etc) ha generado una progresiva concentración de población en las ciudades. Pero la incapacidad de muchas de ellas de absorber el crecimiento vertiginoso de su número de habitantes ha hecho que muchas familias acaben viviendo condiciones extremadamente precarias, afectando a las posibilidades de supervivencia de sus hijos.
Las ciudades donde viven peor los niños son las de Bangladesh, Camboya, Gana, India, Kenia, Madagascar, Nigeria, Perú, Ruanda, Vietnam y Zimbawe. En estos países, las probabilidades de que un niño pobre de una zona urbana muera son entre 3 y 5 veces mayor que la de un niño rico, según un reciente informe de Save the Children.
El informe pone de manifiesto, entre otras, las enormes diferencias en el acceso a cuidados prenatales y partos con personal cualificado. A este respecto, las mayores disparidades en cuanto a la cobertura sanitaria entre los más ricos y los más pobres de las ciudades de países en desarrollo se encuentran en Delhi (India), Dhaka (Bangladesh), Puerto Príncipe (Haití) y Dili (Timor del Este). Las diferencias en términos de desnutrición se disparan en Dhaka, Delhi, Distrito Central (Honduras), Addis Ababa (Etiopía) y Kigali (Ruanda). En estas ciudades, las tasas de retraso en el crecimiento son entre 29 y 39 puntos más elevadas entre los niños más pobres en comparación con los niños más ricos.
Ciudades y pobreza infantil
Esta situación no solo afecta a países en vías de desarrollo: Washington encabeza la lista de ciudades que presentan mayores tasas de mortalidad infantil y mayores desigualdades de las 25 ciudades de países desarrolladas examinadas.
El Informe mundial de la infancia 2012 de Unicef ya hablaba de que en 2020 cerca de 1.400 millones de personas vivirían en barrios marginales de ciudades. Tomás Jiménez Araya, consultor de Unicef, apuntaba entonces que era vital dar prioridad a los niños más vulnerables de las ciudades para romper el círculo vicioso de la pobreza».
En España el incremento de recortes del gasto público ha tenido un fuerte impacto: la pobreza infantil afecta a más de 2,2 millones de niños (El impacto de la crisis en los niños , Unicef) . Para abordar estos problemas Araya propone una atención primaria que priorice la atención materno-infantil; una educación pertinente para la vida, un hábitat digno (vivienda, agua potable y saneamiento higiénico), y asegurar la alimentación básica y sostenible de las personas.
Imagen: Niño en una de las calles de Phnom Pehn, la capital camboyana (Global Humanitaria/Juan Díaz)