Las claves del River Campeón

Publicado el 20 mayo 2014 por Aníbal M Rolla @oncedegala
En el fútbol es clave que los jugadores acierten en las decisiones que toman en el campo de juego. Después se puede fallar en la ejecución, en la calidad del pase, en la justeza para la definición. El error forma parte del juego, está claro. Pero el convencimiento, el trabajo de un técnico, debe nacer desde unificar decisiones para aumentar el entendimiento. Algo tan simple como "saber qué hacer ante determinadas situaciones y qué hará mi compañero en función de lo que yo resuelva". Y la mayor virtud de River estuvo en que utilizó recursos simples, pero efectivos para ganar: presión en zona de volantes, los centros-gol con avances respaldados, los contraataques y las pelotas paradas preparadas.

River buscó, preferentemente, atacar por afuera para terminar por adentro. Una vez que, presionando, recuperó en zona de volantes, trató de llegar sin demasiados toques hasta los vértices del área grande rival y allí no se anduvo con vueltas: centro al mejor postor (receptor ubicado).

Ramón Díaz tuvo que tomar decisiones: dejar la línea de 3 y defender con 4 tras la caída con Colón; Ledesma en lugar de Kranevitter; Rojas por Ponzio; Chichizola o Barovero; Villalva o Teo, Solari o Mercado) y, dependiendo del contexto, encontró los resultados que esperaba. Atrás ganó solidez, aunque no pudo resolver aún la defensa de los contraataques rivales.

Su principal arma para ganar fueron los "centros-gol" que ejecutaron desde los vértices (Carbonero y Mercado desde la derecha; Rojas y Vangioni desde la izquierda). Los diez goles que anotó de jugada colectiva fueron con esa fórmula. El 1-0 a Quilmes (centro de Vangioni, cabezazo de Carbonero y gol de Cavenaghi en el rebote del arquero) fue parecido al 1-0 a Newell's: centro de Rojas para Cavenaghi y anotación de Carbonero en el rebote del arquero. Con esa receta les hizo goles a Godoy Cruz, San Lorenzo, Rafaela, Boca, Olimpo (el remate desde afuera de Carbonero nació de un rebote de un centro de Rojas para Cavenaghi) y Racing. El ataque modelo fue el gol de Teo Gutiérrez a San Lorenzo, por la 5» fecha: triangularon por la derecha con Ledesma, taco de Cavenaghi y centro de Carbonero al primer palo para Teo.

Cavenaghi hizo 8 goles, pero sin el "realismo" de los volantes que pisaron el área como Lanzini y Carbonero no le habría alcanzado. Entre ambos participaron en 19 de los 28 goles. Lanzini fue es eslabón que definió el esquema, la variable determinante para que River diga 3-4-3; 4-3-3; 4-4-2 o 4-3-1-2. No tuvo posición fija. River arrancó jugando como lo había hecho ante Boca en el verano: 3-4-3, con Lanzini más de wing izquierdo que de enlace o media punta. Después de la caída ante Colón en Santa Fe, decidió volver a poner cuatro en el fondo. Vangioni fue lateral y le terminó haciendo un lugar a Rojas como doble 5 (siempre hicieron un buen tándem por la izquierda). Lanzini fue variando: arrancó como punta; contra Arsenal fue volante por la izquierda y con All Boys y Quilmes, en el último partido, fue enganche.

Las pelotas paradas fueron otra arma: así hizo 5 goles. El de Mercado a Quilmes (2-0), tras un córner de Rojas y la peinada de Maidana en el primer palo, fue como el de Carbonero a Rafaela (la peinó Cavenaghi); igual al de Carbonero vs. All Boys y al de Andrada vs. Rosario Central (estos últimos en el Inicial 2013). River festejó utilizando recursos simples que le dieron más de un resultado.
Un excelente análisis de Christian Leblebidjian para www.canchallena.com