Las comarcas de interior: Una vuelta por Alicante

Por Mteresatrilla

Es cierto que la mayoría de gente que viaja a Alicante lo hace para disfrutar de sus largas playas y de su clima cálido y soleado, pero no hay que olvidar que existen unas comarcas de interior que bien merecen una visita.Salimos de Calpe en dirección a Altea para seguir hacia el pequeño municipio de El Castell de Guadalest.Pocos kilómetros antes de llegar a Callosa d’en Sarrià se empiezan a ver muchas plantaciones de nísperos, además de mandarinas y limones. Los nísperos de Callosa d’en Sarrià tienen denominación de origen protegida y se cultivan en invernaderos que cubren toda la vertiente de la montaña. Su zona de producción comprende además, otras localidades que pertenecen a la Comarca de la Marina Baixa, abarcando todo el Valle del río Guadalest, hasta la costa. La carretera CV-755 es estrecha y con curvas pero son pocos los kilómetros que tenemos que recorrer hasta El Castell de Guadalest. De lejos, ya se divisa el pueblo de postal en lo alto de un peñasco, donde algunos de los edificios parecen confundirse con la misma roca.



El casco antiguo está cerrado a la circulación de vehículos que deben aparcarse en un recinto situado a las afueras. El pueblo es muy turístico y desde 1974 está declarado Conjunto Histórico-Artístico. Su proximidad a grandes centros vacacionales hace que reciba al año más de dos millones de visitantes, una cifra que supera en mucho a los habitantes censados que suman tan sólo unos 170 vecinos.Se accede al núcleo antiguo a través de un túnel excavado en la misma montaña.

Lo primero que se encuentra es la Casa Orduña, hoy convertida en museo y que visitaríamos más tarde. Justo al lado, la diminuta iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.El núcleo en sí es muy pequeño y una calle principal con tiendas de artesanía y productos típicos de la zona, conduce a la plaza del ayuntamiento, un discreto edificio acorde con las dimensiones del municipio que alberga en los bajos lo que fue una prisión en el siglo XII.


Desde el mirador se contempla una bonita panorámica: Las azules aguas del embalse de Guadalest que recoge las aguas del río del mismo nombre, rodeado por las Sierras de Aitana, Serrella y Xortá.

Visitamos el museo etnográfico, una típica casa del siglo XVIII donde se muestran las estancias  y el mobiliario típico de la época, así como el proceso de obtención del aceite, vino o harina a partir de sus respectivas materias primas. Me encanta ese tipo de museo y su labor de conservación de los utensilios que se utilizaban para las distintas tareas del campo y del hogar.

Otro de los museos que merece la pena visitar es la noble Casa Orduña, edificada por la familia del mismo nombre que llegó a Guadalest como gente de confianza de los Cardona, almirantes de Aragón. Los miembros de esta familia tuvieron gran influencia económica y social y gozaron de una sólida formación cultural. Las estancias de la casa se corresponden con los momentos de máximo esplendor de los Orduña y se adapta a los gustos de la burguesía de la época.

Desde la planta baja de la casa se puede acceder a las ruinas del Castillo de San José desde donde se obtienen unas magníficas vistas sobre el pueblo y de todo el valle.


La torre del Castillo de la Alcozaiba es también lo único que queda de la segunda fortaleza que, junto con el Castillo de San José, conformaban la estructura de fortificaciones de Guadalest.Estas tierras pertenecieron a Sharq Al-Andalus, al este de la Hispania musulmana. Tras la desaparición del califato a principios del siglo XI, la Hispania musulmana se enfrenta a una fragmentación en pequeños reinos independientes. La zona de Alicante se convirtió en la encrucijada de la reconquista, ya que se encontraba entre dos reinos, vecinos y rivales, los de Valencia y Murcia, igualmente interesados en la incorporación de las tierras alicantinas a las respectivas Coronas de Aragón y Castilla. Fueron conquistadas por el rey Jaume I para la corona catalano – aragonesa hacia el 1245, constituyendo durante algún tiempo la frontera meridional del recién creado Reino de Valencia.

El Castell de Guadalest tuvo un papel muy importante gracias a su estratégica situación. De los restos que han llegado hasta hoy, destaca la Torre del Homenaje. Poca cosa más se puede ver ya que un fuerte terremoto en 1644 destruyó una gran parte y en 1708, durante la Guerra de Sucesión, la explosión de una mina destruyó el ala Oeste. En 1848, se derribaron las murallas.Dejamos Guadalest y nos dirigimos a Alcoy por la CV-70. Tardamos algo más de una hora para recorrer los 36 kilómetros que separan ambas localidades, pero el paisaje merece la pena. Alcoy es conocida como la ciudad de los puentes y es evidente el por qué. La atraviesan tres ríos y varios barrancos obligaron a la construcción de estos puentes como mejor solución.

Entre algunos de los puentes más importantes deAlcoyse destacan: elPuente de las Siete Lunas, elPuente de la Pechina, elPuente de San Jorge, elPuente de María Cristinay elPuente de Fernando Reig

Alcoy es una ciudad que ha sabido conservar sus fiestas y tradiciones, siendo una de las más importantes la de Moros y Cristianos. Son muchas las ciudades y pueblos de Alicante que rememoran las batallas entre ambos bandos, pero en Alcoy la fiesta tiene un calibre especial.Tienen su origen en la Batalla de Alcoyproducida en 1276a las puertas de la ciudad y que tradicionalmente se supone que enfrentó a los habitantes de Alcoycon las tropas del Caudillo musulmán Alazraq. Cuenta la leyenda que en el momento clave de la batalla apareció la figura de San Jorgea lomos de un caballo sobre las murallas de la ciudad y que su figura decidió el resultado de la Batalla. Precisamente por ello, San Jorge se convirtió en el patrón de la ciudad y las fiesta se celebra cada 23 de abril.Otra de las celebraciones de interés es la Cabalgata de los Reyes Magos que se remonta a 1885, convirtiéndola en la más antigua de España. En Alcoy, las fiestas navideñas se anuncian desde hace más de un siglo con el montaje del Belen del Tirisiti, un original teatro de marionetas que se representa en el Teatre Principal y mezcla elementos como el nacimiento de Jesús o la llegada de los Reyes Magos, con aspectos y costumbres populares.

Con los consejos y el plano que conseguimos en la oficina de turismo vamos recorriendo las calles y plazas céntricas de la ciudad buscando los edificios civiles y religiosos de más interés. En la calle se escucha el valencià como lengua predominante y esto me gusta. No pasa lo mismo en las localidades más turísticas donde se hace difícil encontrar a alguien que hable la lengua de esta tierra.En la céntrica Plaça d’Espanya se encuentra la Casa Consistorial, actual sede del Ayuntamiento y la parte posterior de la Iglesia de Santa María, de la que destaca su estilizado campanario y su cúpula de azulejos. Debido a los ensanches de la población ha quedado de espaldas al actual centro de Alcoy dando su fachada principal al Alcoy antiguo, en la Placeta del foso.

La Plaça de Dins es una coqueta plaza porticada (S.XIX) adaptada sobre el claustro neoclásico de la antigua iglesia de San Agustín. Aquí se encuentra la entrada al Teatre Principal y varios locales que hacen de la plaza un lugar de encuentro. Este año han montado en el centro de la plaza el Belén itinerante de Bancaja que le resta gran parte de su encanto.


 

El nucleo antiguo de Alcoy es heredero del urbanismo desarrollado en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX. Como ciudad pionera de la revolución industrial española, las industrias textiles, los barrios obreros y las casas de la burguesía convivieron en un espacio reducidos entre valles y ríos. El modernismo dejó un huella importante en Alcoy, siendo la Casa del Pavo una de las más representativas de aquella clase social bienestante del Alcoy de principios del siglo XX. Su nombre proviene del pavo que remata el dintel de la puerta. Como elementos característicos del modernismo, destaca también el trabajo en forja de sus miradores y balcones.

Paseamos sin rumbo fijo por el casco antiguo de la ciudad donde, como en todas partes, conviven lo mejor de su historia con el abandono y decadencia.  




Nos despedimos de la ciudad de la que han salido grandes artistas, como Ovidi Montllor, Camilo Sesto o Francisco. Lo que dudo es que hayan salido de Alcoy muy buenos futbolistas, al menos por la expresión tan conocida de “tener más moral que el alcoyano”. Se dice que su equipo de fútbol, no se conoce bien en qué momento de su historia, iba perdiendo por un resultado de 13-0 y le pidieron al árbitro una prórroga para conseguir el empate.  

Ah! y no hay que olvidar que Alcoy también ha dado al mundo la oliva rellena de anchoa, que nació en los años 20 cuando se industrializó el proceso de deshuesado, rellenado y envasado. El promotor de este negocio fue el industrial textil Cándido Miró Rabassa, fundador de Aceitunas El Serpis. En los años 40 nació la otra gran marca, La Española. Tanto El Serpis como La Española, tienen respectivos museos que te acercan a la historia y orígenes de esta sabrosa industria.