Las desigualdades crean diferencias sociales (de estatus elitista, burguesía acomodada o clase social moderada baja, añadiendo diferencias étnicas y religiosas). El empobrecimiento, además, genera hambre, miseria, necesidades primarias insatisfechas, injusticia y violencia. La desorganización por incompetencia o por mandamiento partidista de un núcleo de gobierno es un síndrome que reclama una acción pacífica pero revolucionaría para cambiar los sistemas.
Hay algunos defectos de convivencia en algunos países en donde se tarda en poner remedio, por ejemplo en República Dominicana, en donde se permite que cualquiera se cambie de carril mientras habla por teléfono, o simplemente les cuesta arrancar de un semáforo verde porque está anotando algo de lo que le dicen a través del maldito celular de las narices, y después se quejan de los aquí llamados tapones que son en España los pocos embotellamientos que existen, por tener más ordenado el tráfico e impedir que cada uno aparque donde quiera.
Y no vamos a olvidar la poca sensibilidad de las ambulancias que a "bocina pelá" inunda la madrugada, cuando hay pocos carros rodando y las señales lumínicas bastarían para llamar la atención, sin despertar así el sueño de los justos que horas después tienen que volver a levantarse.
Tampoco vamos a dejar de señalar a los imbéciles de la noche que a todo gas irrumpen con sus motores estridentes esas carreras nocturnas que no hacen nada más que seguir contaminando la serenidad con una acústica molesta, vulgar e inadecuada.
Finalmente recalcar una vez más, que mucho de lo que sucede en la ciudad de Santo Domingo con respecto a esas largas esperas para salir del atolladero trampa de sus avenidas, se debe a la incompetencia de esos creídos y poco instruidos personajes de la AMET (al estilo de urbanos que dirigen en teoría la circulación), a los que se les pilla ordenando con sobrada y altiva inconsciencia a los que manejan abrumados los automóviles, atascando la salida mientras los uniformados se ríen y siguen hablando por el celular con sus múltiples contactos.
En contrapartida a lo negativo de lo que sucede en una anómala, populosa y vertiginosa ciudad caribeña, y en la diferencia sustancial que sucede con una España infeliz y a capricho de los políticos que la dirigen con escasa empatía con sus congéneres, en Dominicana existe un presidente, Luis Abinader que cumple con lo que dice al advertir claramente que en eso de la corrupción ya no hay vacas sagradas y que quienes la hacen la pagan, persiguiendo la corrupción anterior y la actual allá donde se la descubre, para lo cuál hay una fiscal Yeni Berenice Reynoso Gómez de Rodríguez, inteligente mujer a la que es difícil le den la vuelta, que dicta ordenes de coerción por menos que canta un gallo o le quieran dar lustre como a una bella piedra, incluso tendiéndole trampas para sugerirle endulce su vida y así marcarle una duda o una solpada amenaza.
Todo lo manifestado anteriormente y buscando lo positivo de algo tan importante como es la corrupción galopante, en la España del ínclito famoso, que no ilustre presidente Pedro Sánchez y su combo, pocos dan con sus huesos en la cárcel y si lo hacen son en instituciones de prisiones de 5 estrellas, además redimiendo penas y alargando procesos para después suspender muchos los sumariales para quedar todo el embrollo en agua de borrajas, lo que produce que muchos que tuvieron cargos importantes se vayan de rositas y por muchos años.
La Justicia debería ser igual para todos, pero en la península ibérica quien roba una gallina para comer se puede tragar el biberón de la mala leche por mucho tiempo, mientras que a un togado que no ejerció nunca, tuvo cargo responsable y se forró con muchos euros su futuro, con lo que podría haberse impedido que un hambriento cometiese un delito menor, debería ser condenado a trabajos forzados y por ende deformado y cabizbajo se lo sacan por la puerta de atrás hasta su dirección vecinal en calidad de arresto domiciliario.
Por lo tanto, menos lecciones de democracia y respuesta a un tema que afecta a todos en una generalidad acuciante, y más semejanza a otros garantes del Estado que a 6692 km de distancia entre un gobierno ausente y repleto de tonterías incendiarias y otro más cercano a la problemática de sus administrados, creen y están convencidos que su actuación hará más país y no menos patria, como lo hace la izquierda cavernosa en el mal llamado reino que defederativamente agolpa a 17 autonomías feudales de España, además de todos esos chupópteros que miran por encima del hombro a sus homólogos, quizá con envidia de la rica y cada vez más saneada isla La Hispaniola, que sus problemas tiene y que va resolviendo a medida de una hoja de ruta que no coincide con la de otros.