Hedelberto López Blanch
Las intríngulis de las huelgas estudiantiles y mineras que han proliferado en los últimos tiempos en Chile hay que buscarlas en las políticas neoliberales que abrazó la dictadura militar de Augusto Pinochet tras el derrocamiento del presidente Salvador Allende en septiembre de 1973.
Desde hace varios meses, los estudiantes universitarios y secundarios con apoyo del Colegio de Profesores, la CUT (Central Unitaria de Trabajadores), la Asociación Nacional de Educadores y trabajadores del sistema de Transporte Colectivo Privado (Transantiago) han protagonizado una lucha abierta contra el actual sistema educacional que se rige por las reglas del mercado y discrimina a la población de escasos recursos.
Unos 700 establecimientos de la enseñanza media fueron ocupados por el alumnado que ha reunido en las movilizaciones a cerca de 500 000 personas en todo el país. En esta semana, la represión del gobierno contra los adolescentes ha sido violenta.
A la par, 18 000 trabajadores de la estatal Codelco (Corporación Nacional del Cobre), más otros 27.000 mineros de Chuquicamata, Andina, Teniente, Ventanas, El Salvador y empleados de las oficinas centrales, han realizado huelgas debido a los intentos del gobierno de Sebastián Piñera de acabar de privatizar lo que queda de la empresa estatal.
La mina de Codelco es la más grande del mundo y allí se extrae el 9 % del cobre que se utiliza en el planeta. Esas masivas reivindicaciones no ocurrían en Chile desde hace tres décadas.
Por decreto del gobierno popular de Allende, el 11 de julio de 1971 el ciento por ciento de las minas de cobre pasaron a ser controladas por el Estado, situación que revertió Pinochet y que condujo en la actualidad a que el 70 % de la producción se encuentre en manos de empresas privadas, la mayoría extranjeras.
Con la educación sucedió lo mismo y se pasó al sistema de privatizaciones, es decir, quien desee estudiar debe abonar el importe que estipulen los dueños.
El experimento neoliberal para tratar de sacar de las constantes crisis económico-sociales que sumían a América Latina, (debido fundamentalmente a las políticas de rapiña diseñada por Estados Unidos y los organismos financieros internacionales) fue iniciado en 1973 con la dictadura pinochetista y más tarde se implementó por toda la región.
La filosofía neoliberal califica de obsoleto a los Estados nacionales de los países periféricos, los cuales deben ser reemplazados por las compañías transnacionales que, según sus propulsores, son los agentes capaces de articular las economías limítrofes a la de los países centrales.
Uno de los máximos promotores de estas ideas, Frederick Von Hayek, en una entrevista al diario chileno El Mercurio en 1981 afirmó que el “sacrificio de vidas humanas era necesario en pos del interés general, expresado por la preservación de un número mayor de vidas en el futuro”. Solo le faltó declarar la supremacía futura de un grupo de ricos sobre la mayoría pobre.
Uno de los ejemplos más sui géneris es el del actual presidente chileno Sebastián Piñera que tras su elección a la primera magistratura, el valor agregado a sus títulos y acciones aumentaron su patrimonio a 2 200 millones de dólares, y lo convirtieron en el número 437 de los más ricos del mundo, según la revista estadounidense Forbes.
El incremento fue atribuido al alto precio alcanzado en la bolsa por sus acciones en la Línea Aérea chilena (LAN) y otras empresas financieras intermediarias, como Axxion.
Mientras, una encuesta de la oficialista Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) informó que el índice de pobreza aumentó en el país a 15,1 % y ubica en 2 564 000 a las personas que sobreviven bajo severas condiciones.
En 2007, durante la presidencia de Bachelet, un sector de la entonces gobernante Concertación, suscribió un documento donde se pedía “introducir rectificaciones al modelo de desarrollo, enfrentar las desigualdades y avanzar en la construcción de un sistema integral de protección social.
El texto denunciaba “los graves problemas de calidad de la educación, la salud, la vivienda, la protección del medio ambiente y la precaria calidad de nuestra democracia con enormes injusticias y desigualdades”. Cuatro años más tarde, en 2011, la situación ha empeorado.
Estudios realizados por economistas de la Universidad de Chile aseguran que todos los años, del país salen capitales que alcanzan entre 25 000 y 30 000 millones de dólares lo cual representa el 20 % del Producto Interno Bruto. Esto se debe a que son las compañías transnacionales las que controlan la mayor parte de los servicio y las producciones.
Con la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, se ampliaron las posibilidades gananciales para las empresas extranjeras norteamericanas, como el caso de la estatal Codelco que solo tiene 30 % del negocio del cobre y las foráneas el 70 %, pero además, los aportes al fisco son diametralmente opuestos pues Codelco aporta 70 % y las transnacionales el 30 %, pese a sus enormes ganancias.
Grandes facilidades se le otorga al inversor foráneo, casi todas dirigidas a la minería y a los servicios de electricidad, telecomunicaciones y banca.
Los principios jurídicos rectores para esas compañías establecen que existe igualdad para inversores nacionales y extranjeros (el primero no puede competir con el segundo debido a su enorme capital); no hay límite de porcentaje o duración de la propiedad extranjera de empresas conjuntas, empresas nacionales, edificios o tierras; se otorga invariabilidad tributaria hasta por 10 años; repatriación ilimitada de beneficios y del capital, y libre acceso al mercado cambiario formal.
Además, las transnacionales norteamericanas controlan la mayoría de las importaciones que Chile hace desde Estados Unidos y también dirigen gran parte de las exportaciones chilenas hacia ese mercado. América Latina ha demostrado en los últimos tiempos que los pueblos, cansados de padecer las miserias impuestas por el neoliberalismo, el libre comercio y las privatizaciones, se han puesto de pie y han logrado detenerlas o derrotarlas. Chile esta en remojo.
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Tomado de RebeliónUna mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización