Inicios y carrera
La historia de Adrián - 55 años, actualmente - no debe ser diferente a la de muchos otros profesionales de nuestro país. Recibido de psicólogo a los 22 años comenzó a ejercer su profesión, dedicándose a la "clínica". Como cualquier graduado "psi" que se precie, combinaba el análisis personal con la atención de pacientes y la supervisión de los mismos, con otro profesional de más experiencia. También, como le ha sucedido a muchos colegas, sintió que la ecuación económica - costo de inicio vs beneficios - era compleja y que no le permitía crecer. A través de una serie de contactos, se relacionó con deportistas de alto rendimiento; comenzó a colaborar con equipos trabajando en el fomento de la integración y la capacidad para trabajar en conjunto, solucionando los conflictos que surgen de la relación interpersonal de sus integrantes.
Su trabajo fue bien considerado y un directivo de una importante multinacional lo invitó a repetir la práctica en el equipo gerencial de la compañía que lideraba. Fue así como se incorporó a una mega empresa y pasó a formar parte de una plantilla que, a nivel mundial, llegaba a los 35.000 empleados.
Una vez que sorteó, con éxito, la etapa de incertidumbre en la que (con toda razón) percibía que era "sapo de otro pozo" y que no podía trabajar con personas sin entender el marco legal en el que se desenvolvían, las problemáticas que los atravesaban - interacción con otras áreas, distintos jefes con sus respectivos estilos, procedimientos que se importaban de la Casa Matriz y que pocas veces se adaptaban a la problemática local, exigencias de cumplimientos de presupuestos, objetivos de todo tipo, parámetros difíciles de seguir e informes bilingües - fue soltándose y generando un espacio propio, obteniendo buenos resultados.
Trabajó en la corporación durante 12 años, pero nunca dejó de atender pacientes. Como preservando ese aspecto de la práctica profesional, tan particular.
Cambio vs seguridad
Llegó un momento en el que sintió que su carrera había tomado una dirección pero, él, otra.
Estaba haciendo siempre lo mismo, ya no tenía fuerzas ni ganas para generar nuevos proyectos. Cuando se percató que, probablemente, era tiempo de cambiar de rumbo se encontró a sí mismo con un temor que no esperaba tener: tenía miedo de dejar la empresa, de comenzar un camino independiente. El sueldo seguro, el auto/compañía, el escritorio, la tarjeta que denotaba una posición y un lugar...El profesional inquieto y emprendedor había sido "tapado" por la seguridad de una corporación que le había enseñado mucho, incluso a seguir trabajando sin ganas.
Como suele suceder, el malestar de Adrián tenía su correspondencia en la sensación de la compañía: algunos cambios en el equipo directivo, a nivel regional, habían puesto de manifiesto ciertas diferencias en los estilos de gestión. La disolución del vínculo laboral (después de 12 años de relación, podemos tratarlo como una "separación", no es cierto ?) llevó su tiempo y sus momentos de tensión. Finalmente convinieron una fecha y una desvinculación programada y progresiva. Adrián, con todos sus miedos, salió al ruedo nuevamente. A través de contactos pudo elaborar propuestas que apuntaban a aplicar lo aprendido en los años de práctica corporativa, a Pymes que necesitaban optimizar su performance. Al mismo tiempo logró que su antiguo empleador lo contratase para realizar algunos trabajos en forma independiente. "Los primeros tres meses gané el equivalente a dos sueldos de Gerente", me cuenta Adrián.
La carrera continúa
Sin embargo, el tiempo fue poniendo las cosas en su lugar y reflotando la capacidad e iniciativa del profesional, que contaba ahora, con un sólido background y práctica empresarial. Adrián tuvo que conseguir clientes, presupuestar, realizar los trabajos, facturar, cobrar y pagar sus propios aportes. Alquiló su oficina y consiguió interesantes contratos que le permiten seguir con su calidad de vida.
Se reencontró con su espíritu emprendedor, contando con su propio "set" de competencias y motivado por la necesidad. Probablemente sea este aspecto uno de los más relevantes a la hora de iniciar y poner en práctica algún proyecto.
Además de trabajar como consultor, Adrián sigue atendiendo pacientes particulares.
Ahora trabajando en "relación de independencia".