2.Las cosas de Remeseiro (su web)
Aquí les dejo una reflexión muy personal. Mezclo conceptos de mala manera, y le doy mil vueltas a cientos de conceptos de los que casi siempre he hablado en este blog, en otro foros, o entre amigos. Si son ustedes sensibles, idiotas, o las dos cosas, no les recomiendo su lectura. (No me hago responsable de que se sientan ofendidos: Somos ya todos mayorcitos como para andar con chorradas). Un abrazo, y feliz 14 de Abril.Vivimos tiempos de absoluta decadencia. Si, lo se, no es nada nuevo.Durante los últimos diez años España ha vivido en una mentira a gran escala en la que cualquiera se creía ser inversor, cualquiera podría aspirar a ser millonario, o cualquiera podía cambiar el mundo, y beber de las más doradas mieles porque era casi su derecho legítimo.Todo proceso de decadencia tiene que venir, indudablemente, después de un proceso de ascenso, de una etapa de “gloria”, de un proceso de bonanza.La historia de nuestra civilización está repleta de este tipo de acontecimientos.Pero es que la mentira española reside en que, modernamente hablando (o contemporáneamente hablando, si lo prefieren), nunca hemos sido una potencia en nada.Sí, bueno: Ahí está Nadal, la selección Española, y Pedro Almodóvar recogiendo premios por medio mundo. Están nuestras playas, y nuestras juergas flamencas, y una imagen de nosotros que viene a ser como la del simpático idiota que, pese a ser temperamental, y tener un poco de mala leche, en el fondo es un bonachón, y un excelente compañero de borrachera.En 1998 yo quería dedicar gran parte de mi vida a las Bellas Artes. Por razones que no vienen al caso, finalmente estudié historia. La pasada noche, al no poder dormir, me dió por mirar algunos papeles. Entre estos papeles encontré varias de mis cartillas de ahorro de los años 2000 al 2005.Es tremendo ver que, en aquel entonces con 1500 euros, y mientras estudiaba, podía vivir casi durante un año y medio. Ese dinero era parte de una beca. A veces también ganaba algún dinero en trabajos de poca monta.Por razones extrañas (que luego comprendí, no se si por madurez, o justo por lo contrario, por infantil cabezonería), me negué siempre a participar del pepitismo y visillerismo que, en torno a mí, se convertía en aquel entonces una especie de moda. Todo el mundo, sobre todo felices, desconocidos se casaba a los dos días de conocerse, casi todo el mundo se hipotecaba sin pensarlo demasiado, y todo el mundo se buscaba “Una vida aparentemente normal”.Yo tenía un pequeño problema: A parte de ser raro, por sospechar que el pisito no da la felicidad, era, (y en cierta forma sigo siendo), pobre.Vamos, que no he tenido sueldo fijo nada más que un par de años seguidos. Curiosamente en esos años era cuando mis antiguas compañeras de instituto mejor me miraban.-Oye, te veo muy bien, muy centrado ¿Que tal en el nuevo curro, mucho trabajo?.
-Pues si.
-A ver si quedamos un día y me cuentas.
En un principio picabas, luego ya venían las preguntas indiscretas.
“¿Y por qué no te quieres hipotecar?. Mira que luego…si no…no vas a poder comprar nada a buen precio”Con el tiempo, y la constatación diaria de la estupidez que te rodea pasas de pensar “Que chica más maja” a algo así como “Mis cojones te voy a contar mi vida, hija de la gran puta. Hidra, que eres una hidra”.No se asusten. No he estado en un psiquiátrico, ni nada parecido.
Y no, este proceso de cambio, o de “darse cuenta” (constatar una realidad) no se da de un día para otro. Les juro por lo que más quieran que yo no soy un mal tipo. Pero tampoco me voy a agarrar miserablemente a eso de “Es la sociedad, yo no tengo culpita de nada”.El problema de todo esto, el problema de la decadencia, es fingir.
Confieso que he fingido (pervirtiendo a Neruda). Confieso que tendría que haber mandado a la mierda a parejas de triunfadores con dos chalets, y casa en Marbella, y confieso, tal vez tarde que a ese compañero de colegio que ahora es concejal, le tendría que haber partido la cara cuando me dijo que tratar de que los pisos bajen es “de comunistas”.Confieso que, en mucho mayor grado, tendría que haberles señalado en la cara, y haberles gritado “Estais locos”. Porque, y supongo que este es un mal que nos aqueja a casi toda la gente normal, siempre tratamos de mantener las formas.
No es cuestión de discutir a voz en grito con los vecinos, con el panadero, con la portera, o incluso con el jefe, aunque este esté borracho y sea Navidad.En el colegio nos enseñan “Respeto”, porque de todos es sabido que en España todos nos lo pasamos pipa, tenemos mucha calidad de vida, somos unos cachondos, y vivimos como Dios…pero que no nos toquen a la patrona, o el ladrillo, o la Guardia Civil. Porque entonces hay hostias. Hostias como panes. Y estas hostias vienen dadas en el nombre de Dios, o porque eres un hippie, o…a saber.El proceso de adaptación es como el de una tribu, pero siempre con la rémora funcionarial, con el gusto por el papeleo que tan dura nos la pone a los españoles, y con esas gotitas de “Hay que respetar la legalidad” tan propias de nuestra piel de toro.En primer lugar se nos adoctrina desde el colegio. La norma se cumple, y vas aprendiendo una serie de “items” (palabro utilizado por mis queridas psicopedagogas) que te servirán para vivir en sociedad, aprender, y sobre todo tratar de evitar que puedas morder a tus superiores en la rabadilla el día de mañana. No se trata aquí de ser más hippie que los hippies de San Francisco, ni más libertario que Kropotkin. En su día nunca entendí esa manía de tener que meter (y meternos) a los niños en un colegio; casi todos pasamos por esa época. Pero es que, aun siendo alguien que acepte las normas del juego, cuando con el tiempo te encuentras con semejante panorama, tienes que tener un peligro severo de que se te vaya la olla por completo.En segundo lugar esta la presión social. El español se hace su plan de vida, y…”¡Ay de aquel que ose decirle algo que contradiga sus ideas!”. Si usted cree que puede ser un triunfador, aunque sea haciendo algo tan estupido como especular con pisos vacíos, nadie, absolutamente nadie, tiene derecho (aunque tenga razón) a decirle lo contrario.Y en tercer lugar está lo que yo denomino el Estado Funcionarial. ¿Ha sido usted un maula incapaz de vivir por sus propios medios? ¿No innova ni piensa innovar? ¿Quiere usted ser siervo de la gleba, o del ladrillo (que tanto da que da lo mismo) por el resto de sus días?. Estupendo. Buen camino. Únase a las masas opositoras (que no proletarias). Allí podrá usted ecnontrar gente mayoritariamente sin vocación que aspira a formar parte del Estado Paternal, pero sin ser, en absoluto, un cargo político. Estar en la cúspide, es decir, ser gestor, solo es apto para algunos: Los listos.Los listos se clasifican en tres grupos.1)Los que sacaban buenas notas en el colegio, y son capaces de tragar con cuqlueir cosa, aunque sea inmoral, ilegal, o estúpido.2)Los que no siendo muy hábiles en la etapa de adoctrinamiento, terminaron por volver a aceptar el Cuerpo de Cristo (es decir el matra “Esto es lo que hay”).3)Aquellos que no forman parte ni de un grupo, ni del otro, pero que habiendo militado desde jóvenes en cualquiera de los partidos mayoritarios, han asistido a todas las reiuniones, sólo han aportado ideas si estas tenían el visto bueno de la ejecutiva, y han seguido a pies juntillas el programa de su partido (aunque no lo entiendan).Pese a que los tipos 1 y 2 son fáciles de encontrar entre los cargos medios. Entre los que mandan, los que gobiernan, o los que tienen un poder (por nimio que este sea) el tipo que gana de calle es el número 3.Completos idiotas, con nulo conocimiento, ya no de la filosofía, o de la ciencia, si no de la moral, y del sentido común, que “gestionan” nuestras vidas. Si, si. Ya se lo que deben de estar pensando algunos:
“Muy bien Reme, has descubierto las sopas de ajo”.Pero es que algo (en este caso un país) que no es más que una mera Ucronía, solo puede conducirnos, societariamente, y, en cierta forma, personalmente, a la más espantosa de las debacles.No al fin del mundo, si no a una muerte en vida, en la que una rutina kafkiana es la que rige nuestros designios.Verán que he dicho Ucronía. Si. España es una Ucronía, y esa es la causa, “la infección”, el problema de lo que nos acontence, y por la que este país, no es si no un moribundo al que se le mantiene con vida como una abuela paralítica con peineta, y mantilla.Soy, o mejor dicho, he sido, uno de los primeros en decir “España es una Ucronía”. No es que sea más listo que otros. Es que aquí el nivel “intelectual”, al estar como está, hace que, el que digas algo tan obvio como que España es una especie de espacio-tiempo “alternativo”, se considere o una genialidad, o una gilipollez. Eso está bien. Es, dentro de lo que cabe, algo “moderno”. Decimonónico, si, pero moderno. De cafetín de los años 20 del pasado siglo, también, pero moderno. El problema es cuando sueltas algo como “España es una ucronía”, y tienes que rezar para que a alguien no le de por consultar la wikipedia, y ofendido en su ser más interno como si hubieses escupido a una virgen, quiera meterte una paliza.No hay cosa que el español medio lleve peor, que la verdad histórica.Y no la mía, ojo, si no la que viene bien clarita en cientos de libros.Es algo terrible, terrible.Por hoy no me apetece escribir más.En otra ocasión expondré, de forma coherente (espero) mis razones, y mi opinión en lo referente a la ucronía.
Ya he dado algunas claves para la reflexión. También pueden intentar hacerme cambiar de parecer, haciendome volver al feliz redil… o insultar a mi inteligencia, y al sentido común en general. Lo primero y lo último es casi igual, en cierta forma.Les dejo con esta reflexión, que no es mía, pero que creo que expresa muy bien lo que he tratado de decir en en las lineas de arriba:“¿Y la salud de España? Suele decir que era verdad eso de lo que presumía Franco: “todo queda atado y bien atado”.
- Sí, sabía lo que hablaba porque conocía al pueblo español. Para estar cuarenta años gobernando hace falta, aparte de policía y ejército, saber cómo funciona ese pueblo. Este pueblo es una mierda, no nos engañemos. Y no lo digo yo, lo dice su literatura que debería ser su espejo, o las memorias de Azaña o el exilio… Yo que conocí tanto a la gente del exilio, trabajé tanto con ellos en radio… Eran una desesperación. Los que volvieron cuando se murió Franco, ¡con que ilusión lo hacían!, ¡y lo que se encontraron!…: este país es despiadado. Y para nada, porque se puede ser despiadado como Robespierre. Pero no, es despiadado por incultura y por falta de sensibilidad y lo demás son máscaras y caretas, como Almodóvar y tantos otros. Almodóvar es muy paradigmático porque lo ves ahora y no es nada, son chistes de revista del Paralelo, la misma “movida” no es nada. Lo cual te demuestra que en este país si tiras una piedra a un escaparate ya eres Bakunin. Yo no debería estar así.”(Extracto de la última entrevista a Michi Panero).
1. Las cosas de Gracián (no tiene web,pongo la mía)
Hay mucho que saber y es poco el vivir, y no se vive si no se sabe.
La esperanza es gran falsificadora de la verdad: corríjala la cordura, procurando que sea superior la fruición al deseo.
Hallarle su torcedor a cada uno. Es el arte de mover voluntades; más consiste en destreza que en resolución: un saber por dónde se le ha de entrar a cada uno. No hay voluntad sin especial afición, y diferentes según la variedad de los gustos. Todos son idólatras: unos de la estimación, otros del interés, y los más del deleite. La maña está en conocer estos ídolos para el motivar, conociéndole a cada uno su eficaz impulso: es como tener la llave del querer ajeno. Hase de ir al primer móvil, que no siempre es el supremo, las más veces es el ínfimo, porque son más en el mundo los desordenados que los subordinados. Hásele de prevenir el genio primero, tocarle el verbo después, cargar con la afición, que infaliblemente dará mate al albedrío.
Son algunos tan camaleones de la popularidad, que ponen su fruición no en las mareas suavísimas de Apolo, sino en el aliento vulgar.
Hacen algunos mucho caso de lo que importa poco, y poco de lo que mucho, ponderando siempre al revés.
La reflexión en el proceder es gran ventaja en el obrar: no hay mayor argumento del discurso. La mayor perfección de las acciones está afianzada del señorío con que se ejecutan.
Hombre con fondos, tanto tiene de persona. Siempre ha de ser otro tanto más lo interior que lo exterior en todo. Hay sujetos de sola fachada, como casas por acabar, porque faltó el caudal: tienen la entrada de palacio, y de choza la habitación. No hay en estos donde parar, o todo para, porque, acabada la primera salutación, acabó la conversación. Entran por las primeras cortesías como caballos sicilianos, y luego paran en silenciarios, que se agotan las palabras donde no hay perenidad de concepto. Engañan estos fácilmente a otros, que tienen también la vista superficial; pero no a la astucia, que, como mira por dentro, los halla vaciados para ser fábula de los discretos.
Nunca descomponerse. Gran asunto de la cordura, nunca desbaratarse: mucho hombre arguye, de corazón coronado, porque toda magnanimidad es dificultosa de conmoverse. Son las pasiones los humores del ánimo, y cualquier exceso en ellas causa indisposición de cordura; y si el mal saliere a la boca, peligrará la reputación. Sea, pues, tan señor de sí, y tan grande, que ni en lo más próspero, ni en lo más adverso pueda alguno censurarle perturbado, sí admirarle superior.
Diligente e inteligente. La diligencia ejecuta presto lo que la inteligencia prolijamente piensa. Es pasión de necios la prisa, que, como no descubren el tope, obran sin reparo. Al contrario, los sabios suelen pecar de detenidos, que del advertir nace el reparar. Malogra tal vez la ineficacia de la remisión lo acertado del dictamen. La presteza es madre de la dicha. Obró mucho el que nada dejó para mañana. Augusta empresa, correr a espacio.