Las cosas que deberías saber del aeropuerto de la Habana para evitar desilusiones

Por Vagabond

Quienes decidan viajar a Cuba desde Europa deben volar varias horas, el viaje es largo y están deseosos por llegar al hotel y relajarse.

Apenas aterriza el avión vas contando los minutos que te faltan para darte un baño, tomarte un mojito o llegar directamente y tumbarte en la tibia cama del hotel. Pues bien, la triste noticia es que probablemente te falten varias horas antes de ver realizado tu sueño.


El aeropuerto de la Habana es pequeño (en comparación con los vuelos que recibe) y en muchas ocasiones se acumulan los vuelos que llegan de todas partes del mundo, sobre todo en las noches. Si a esto le sumamos que la aduana cubana es sumamente controladora, entonces ya podrás irte haciendo una idea.
De hecho, cuando estás en el avión te percatarás que todos se ponen nerviosos y se levantan rápidamente para descender. La razón es muy sencilla, saben que fuera les esperan largos minutos de filas.
El primer paso apenas llegas es sumarte a una de las enormes filas donde controlarán tus documentos. Si ha llegado un avión antes del tuyo la tarea puede ser verdaderamente exasperante a no ser que te lo tomes con sentido del humor.


Una vez que estés en la ventanilla controlan y vuelven a controlar. Al parecer tienen la idea de que todas las personas pueden ser un peligro público, al menos hasta que no se demuestre lo contrario.
Al salir de allí tendrás que pasar por un rápido control a través de un detector de metales y posteriormente, cuando ya estás saboreando la salida te espera la tarea (que puede llegar a ser titánica) de encontrar un carro para el equipaje.


Como en el aeropuerto de La Habana los carros no tienen la respectiva moneda que nos hace devolverlos en la mayoría de los aeropuertos del mundo, suele ser muy usual que las personas los dejen abandonados por doquier. De manera que alguien del personal del aeropuerto deberá recorrer el enorme aparcamiento para recogerlos.
Además,  si eres extranjero la mejor opción, si no ves ningún carro cerca, será esperar tranquilamente el equipaje y llevárselo en la mano. Si eres cubano no podrás hacerlo y deberás esperar por el carro porque este es imprescindible para pesarte el equipaje. Entre una aventura y otra, pasarás por varios sitios donde te pedirán que llenes documentos sobre el seguro de salud y, si te pones de mala suerte, volverán a controlar tu pasaporte para asegurarse que todo esté en regla.
Otros detalles: mientras estés dentro no hallarás ningún lugar donde comprar una botella de agua o una soda. Algo que de seguro necesitarás cuando comiences a sentir el calor del trópico. Además, lo recomendable es cambiar solo un poco de dinero porque las tasas de cambio que se aplican en el aeropuerto de La Habana son más elevadas que en cualquier otro sitio de la isla.
Al salir del aeropuerto de La Habana
Cuando finalmente tomes una bocanada de aire encontrarás varias opciones para trasladarte hasta el hotel. Puedes alquilar un coche allí mismo pero lo más inteligente sería haberlo prenotado con antelación pues así lograrás ahorrar hasta un 30% de su costo. O tomar un taxi (ya que puedes irte olvidando del transporte público).
En el aeropuerto de La Habana existen muchos taxistas particulares pero recomiendo tomar los taxis estatales ya que son mucho más seguros y cómodos. En este caso también podrás elegir un taxi colectivo que van dejando a los otros pasajeros en sus respectivos hoteles, lo cual te podrá salir mucho más barato. Aunque normalmente los taxis no son excesivamente caros (en comparación con los precios de Europa) puedes pedirle al chofer que encienda el taxímetro porque caso contrario te cobrará una cifra mucho más abultada de la real.
No obstante, al día siguiente se te olvidará toda esta semidesafotunada aventura cuando estés entre palmeras y aguas transparentes o descubriendo los secretos de La Habana.