Hay muchas cosas positivas, no lo niego. En el fondo creo que haber venido a Filipinas me ha ayudado y no hablo desde un punto de vista material. Creo que me ha servido para madurar, ha ayudado a fortalecer la relación entre Marisa y yo y me ha hecho ver la vida desde una un punto de vista totalmente distinto. Las cosas que creía importantes se han relativizado, todo cambia cuando en tu entorno ves a una niña de 12 años con un potencial enorme y un futuro más que oscuro por el solo hecho de haber nacido “aquí” en vez de “allí”.
Pero, como es de imaginar, echo muchas cosas de menos: Pasear con mis perros por la montaña, el frio, la nieve, los domingos por la mañana en Galapagar, conducir, conducir mi coche, dormir arropado, ir al “kinepolis”, perderme por Madrid, encontrarme en “mi” Sevilla, comer pan y si es con jamón mejor, no ser “el jefe raro que viene de muy lejos”, ser yo mismo, el Rocío, la Feria de Abril, la Pastora, ver jugar al Madrid y a veces ganar, ver jugar al Sevilla (casi siempre muy bien), ir a un concierto, la casa del libro, un cocido en Malacatin, querer viajar al “extranjero”, los puestos de Navidad de la plaza Mayor, las siestas en casa de mi abuela, andar por el bosque, ir al teatro, no ir al teatro porque no te apetece, ir al Prado, no ir al Prado porque no te apetece, visitar mi universidad en Alcalá de Henares, la feria del libro antiguo, el café Gijón, seguir descubriendo Extremadura, los toros, La Esperanza de Triana, ir al médico y no tener la sensación de que sabe menos de medicina que yo, un bocadillo de calamares en una tasca del centro, los anticuarios del rastro, escuchar la radio, que nadie me diga “out of stock” cuando no saben de lo que estoy hablando, que suene el teléfono y me hablen en español…….
Pero esto no es lo más importante, los más importantes son todas aquellas personas que por la noche se cuelan en mis sueños. Todas ellas, cuyo recuerdo tortura mi garganta mientras mis ojos navegan con presteza en su ayuda, que también es de hombres. Echo de menos a mi madre, podre hablar con ella y tenerla cerca. Me duele, y mucho, estar tan lejos de mi “abuelilla”, la persona más sabia que he conocido. Las llamadas de mi tía Mari, justo cuando las necesito y ese curso de cocina… El no haber estado con mi tía Pili en un momento tan difícil. La presencia de un padre. No ver crecer a las hijas de mis primos, Julia y Lidia, a las que llamo sobrinas. Las palabras de mi tío José, que esas no se olvidan. Que mi primo Fernan, me enseñe cómo se trabaja con el corazón y las manos.”Bajar” con mi primo Braulio a su mundo de fantasía. No pasar más tiempo con mejor mi amigo Fran, perdernos juntos por la sierra, escalar una montaña y bajarla con la rodilla rota. Las charlas al final del trabajo con mi amigo Juan Puyol, echarnos un “boreme”. Arreglar el mundo con Nacho y Gonzalo mientras hacemos rabiar a Pedro, con el Capitán Morgan como testigo. Comentar con mi amiga Marta el último de Bruce después de un concierto. No haber estado en el día más importante de mi amigo Tomas. Ir al gimnasio con Juan Crespo y después desayunar en el VIPs . Recuperar el tiempo perdido con mi amigo Ricardo…… a todos vosotros y a todos los demás quería pediros perdón por no haberos dicho lo importante que sois en mi vida. Ahora que a Diego le está costando venir, ahora, soy más consciente de lo que en verdad es importante.
Gracias y “perdón por la nostalgia”
Mario Jimenez