Muchas posibilidades que, sin duda, depende de la naturaleza y origen de esas críticas. Evidentemente, en este punto comienzo a referirme solo a las negativas.
Es bastante fácil decir que éstas no nos afectan, pero es bastante duro estar en el punto de mira de amigos y extraños y sentir que esa gente tiene una opinión negativa sobre ti o tus actos y además, no es tolerante ni empática con las situaciones que resuelves de una manera totalmente distinta a como lo haría la persona de quien provienen las críticas.
Siempre he querido pensar, y me refiero a las personas que conocen la vida y milagros de uno, que no lo hacen de mala fe ni con la intención de hacer daño, pero hacen muchísimo. Sobre todo, porque creo que cuanto más estrecho y fuerte es el lazo emocional más nos cuesta vivir con esa desaprobación, con esas críticas que se perdonan pero no se olvidan.
Desde mi forma de sentir y de ver la vida, considero que una persona, familiar o tan cercana como alguien de tu sangre, no tiene derecho a reprocharte NADA. Tendría que apoyarte y tan solo introducirte en su punto de vista, en su forma de mirar la vida y en cómo haría las cosas, pero sin olvidar que cada uno se enfrenta a las situaciones desde su propia experiencia y con la conciencia que ha desarrollado de acuerdo a su trayectoria vital. Y, evidentemente, no hay dos iguales. Tenemos que ser tolerantes y hacer un ejercicio de generosidad y empatía a la hora de juzgar los actos o pensamientos de las personas que queremos. Tal vez, la intención pueda ser buena, pero si no sabemos cómo enfocarlas, el daño será irreparable.
Respecto a las críticas que provienen de conocidos, personas de nuestro entorno o completamente desconocidos, lo mejor es hacer caso omiso y reflexionar sobre el porqué nuestra acción ha podido tener tanta repercusión para que esa gente, totalmente ajena a nuestro círculo, se vea con el derecho a opinar sobre nuestra vida.