Esta mañana, me senté junto a Buffalo y le dije: "Ha llegado el día de hacer el test. Es el momento de comprobar si superas el examen." Saqué el cuaderno donde había estado anotando, una tras otra, las características que debía tener el cochecito ideal para César. Era una lista con las dieciséis características que considero debe tener un carro para que sea perfecto para nosotros. Era el momento de reflexionar, de recordar... Con boli verde marcaría las cualidades que si cumpliese Buffalo y con boli rojo las que no. Estábamos todos nerviosos. ¿Pasaría la prueba? Bueno, todos, todos no. Buffalo se sentía relajado. Allí estaba, tranquilo, seguro de sí mismo... No le temblaba ni una rueda. Respiré hondo y comencé.
Una vez respondido el test, tan solo me quedaba hacer el recuento. Doce verdes, cuatro rojos... Doce de dieciséis. ¡No estaba nada mal! Había pasado el examen con nota. Me giré hacia él y le dije: "Buffalo, eres prácticamente perfecto." Seguro que si él tuviese rostro, habría esbozado una sonrisa.
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