Las Cruzadas

Por Beatriz
autor: P. Ángel Peña O.A.R.
2.- LAS CRUZADAS
Han sido descritas por algunos autores como guerras santas, en las que, en nombre de la religión, se cometieron muchas masacres. Y esto suele decirse con el propósito de recalcar que la Iglesia siempre ha tratado de eliminar a sus enemigos en nombre de su fe. Pero las cosas no son tan sencillas como parecen a primera vista. La historia es mucho más compleja de lo que algunos creen y no se pueden poner clichés fáciles de intolerante, oscurantista, retrógrada, o cosas parecidas.
Según el historiador medievalista Franco Cardini, en un artículo aparecido en Avvenire, con el título Cruzadas, no guerras de religión, las Cruzadas no fueron guerras para suprimir a los infieles o convertirlos a la fuerza. Los excesos y violencias, que existieron, no se justifican. Pero no hay que olvidar que los seguidores del Islam destruyeron toda sombra cristiana en Jerusalén entre 1009 y 1020. Los cristianos fueron perseguidos y sus casas saqueadas. La persecución duró unos diez años. Después pudieron realizarse de nuevo peregrinaciones y se fueron reconstruyendo los lugares santos. El año 1078, los turcos seléucidas conquistaron Jerusalén y de nuevo vinieron las persecuciones. Poco a poco, fueron cayendo las principales sedes cristianas de Oriente. Incluso, Constantinopla estaba en peligro y pidió ayuda al Papa y a los reyes cristianos. En este ambiente de defensa de la cristiandad y de Constantinopla en particular, comenzó un movimiento generalizado de querer reconquistar los santos lugares. Este movimiento fue concretado en el concilio de Clermont en 1095 con el apoyo y el aliento del Papa Urbano II, que fue el promotor de la primera Cruzada. Esta primera Cruzada, con todas sus vicisitudes, buenas y malas, tuvo como resultado la conquista de Jerusalén el 15 de julio de 1099 por Godofredo de Bouillon. Durante cien años, los cristianos estarán en Jerusalén; después serán expulsados y tratarán de reconquistarla sin éxito.
Según el historiador Thomas Madden, profesor de historia de la universidad de San Luis (USA) y autor del libro A concise history of the crusades, hay muchos mitos con relación a las Cruzadas. Uno de ellos es que fueron guerras de agresión contra un mundo musulmán pacífico. Esta es una afirmación completamente equivocada; pues, desde los tiempos de Mahoma, los musulmanes intentaron conquistar el mundo cristiano. En el siglo XI, ya habían conquistado dos terceras partes del mundo cristiano (Palestina, Egipto, Asia Menor, Norte de África, España…).
Otro mito es que, en la conquista de Jerusalén en 1099, masacraron a todos sus habitantes. Ciertamente, mataron a muchos de ellos después de conquistarla, pero hay que recordar que, en aquellos tiempos, en todas las civilizaciones europeas y asiáticas, la captura de una ciudad por la fuerza (por no haber querido rendirse) daba derecho a todos sus bienes e, incluso, a sus habitantes. Lo mismo hacían los musulmanes. En cambio, en las ciudades musulmanas que se rindieron, los cruzados respetaron a la gente y pudieron continuar libres profesando su propia fe.
Quizás parezca cruel el actuar de los tiempos medievales, pero hoy día se mata a un número muchísimo mayor en las guerras, incluidos niños y mujeres inocentes, en bombardeos indiscriminados (recordemos Dresde, Hiroshima, Nagasaki…) y nadie dice nada.
En cuanto a la Reconquista en España, tuvo carácter de Cruzada. Por ello los reyes españoles no participaron en las campañas de Tierra Santa. Sin esta Cruzada de la Reconquista, España sería todavía musulmán y no habría dado al mundo tantos misioneros y tantos santos.
Según el historiador Cardini: Las Cruzadas, entendidas como guerras santas contra los musulmanes, es una exageración. En realidad, lo que interesaba era ayudar a los hermanos en Cristo, amenazados por los musulmanes.
Vittorio Messori dice: ¿Quién fue el agredido y quién el agresor? Cuando el año 638 el califa Omar conquista Jerusalén, ésta ya era desde hacía más de tres siglos cristiana. Poco después, los seguidores del profeta invaden y destruyen las gloriosas iglesias, primero de Egipto y luego del norte de África, llevando a la extinción al cristianismo. Toca luego a España, a Sicilia, a Grecia, a la que luego se llamará Turquía, donde las comunidades fundadas por san Pablo mismo, se convierten en cúmulos de ruinas. En 1453, tras siete años de asedio, capitula y es islamizada la misma Constantinopla, la segunda Roma. El rodillo islámico alcanza los Balcanes y, como por milagro, es detenido y obligado a retroceder ante los muros de Viena... Todavía hoy, ¿qué país musulmán reconoce a los otros, que no sean los suyos, los derechos civiles o la libertad de culto? ¿Quién se indigna ante el genocidio de los armenios ayer y de los sudaneses cristianos de hoy? El mundo, según los devotos del Corán, ¿no está dividido en territorio del Islam y territorio de la guerra, esto es, todos los lugares todavía no musulmanes que deben serlo, por las buenas o por las malas? Un simple repaso a la historia, incluso, en sus líneas generales, confirma una verdad evidente: una cristiandad en continua postura defensiva respecto a una agresión musulmana, desde los inicios hasta hoy... ¿Deberán ser quizás los católicos quienes se hagan perdonar por aquel acto de autodefensa, por aquel intento de tener al menos abierta la vía de la peregrinación a los lugares de Jesús, que fue el ciclo de las Cruzadas? .
Evidentemente, no se justifican los abusos, excesos y masacres de los cruzados, sobre todo, en la conquista de Constantinopla. Pero considero que nadie debe concluir de esto que la Iglesia es una institución que fomenta la violencia y no la paz. Precisamente, no hay en el mundo entero una Institución que promueva más la paz que la Iglesia católica. Ya hace muchos años, desde el concilio Vaticano II, la Iglesia ha hablado claro en favor de la libertad religiosa. Pero en muchos países, los cristianos siguen siendo perseguidos y masacrados en pleno siglo XXI. Y no sólo en países comunistas como China y Corea, también en países musulmanes y de mayoría budista e hinduista. Y ya sabemos que no faltan algunos musulmanes extremistas que, en nombre de su religión, se creen con derecho a matar sin piedad en atentados terroristas. Por todo ello, podemos concluir con algunas preguntas:
¿Fueron inútiles las Cruzadas? De ninguna manera. Desde el punto de vista comercial fueron extraordinariamente fecundas. Se abrieron nuevas rutas comerciales. Los productos de Oriente se dieron a conocer en Europa y prosperó la industria. Se desarrollaron las ciencias; cobró auge la geografía, la náutica, la medicina, las matemáticas, la astronomía, la filosofía..., al contacto con los sabios bizantinos, judíos y musulmanes.
Por otra parte, no olvidemos que, como dice el historiador de la Academia francesa René Grousset: La catástrofe de 1453 (conquista de Constantinopla por los turcos) estuvo a punto de haber tenido lugar en 1090, y fue retrasada tres siglos y medio.
Si eso no hubiera ocurrido, quizás ahora Europa sería musulmana y apenas habría cristianos en el mundo y menos en América. De todos modos, creo que nadie puede dudar de que los últimos Papas han hecho y siguen haciendo más que cualquier otro líder político o religioso del mundo por la paz. Con toda seguridad, sin la presencia de la Iglesia, el mundo sería mucho más violento y peligroso. Ella es la mejor defensora de los derechos humanos. Sobre todo, con sus obras de caridad, de educación y de ayuda a pobres, enfermos y necesitados del mundo entero.