Generalmente las Historias del budismo largan el budismo coreano con un par de páginas aceleradas y mal escritas, lo que resulta completamente injusto. Si hubo maestros a los que los chinos t’ang llegaron a respetar, ésos fueron los coreanos. No me imagino a un chino de la época dorada del budismo chino poniéndose a estudiar con un maestro japonés. Ahora bien, un coreano… eso eran palabras mayores.
El budismo se introdujo en Corea en el siglo IV en un ambiente marcado por el chamanismo, algo parecido a lo que ocurriría cuatro siglos después cuando entrase en Tibet. En ambos casos el budismo logró su aclimatación a partir de sus rasgos más esotéricos y mágicos. Si Buda levantara la cabeza.
Como en Japón, el budismo fue eventualmente adoptado por los gobernantes cuando advirtieron que era una herramienta muy adecuada para la centralización de los estados y que además podía servir para aproximarles a la más avanzada China. Igual que las motivaciones de los gobernantes interesados en el budismo fueron idénticas en Corea y en Japón, también lo fue su asimilación temprana que comenzó por las élites. También en el caso de Corea las primeras escuelas chinas que se aclimataron fueron las más eruditas, basadas directamente en textos mahayana indios, si bien en la aclimatación los coreanos hicieron gala de mayor creatividad e innovación que los japoneses. En un principio las escuelas más difundidas fueron la samnon (sanlun en chino, los madhyamikas), la gyeyul (lu-tsung en chino, la escuela del vinaya) y yeolban (escuela que tomaba como base de su estudio el “Mahaparinirvana Sutra”). Más tarde penetró otra escuela que llegaría a tener gran predicamento, la hwaeom, adaptación de la escuela china hua-yen. Esta escuela fue introducida por Ui-sang en el siglo VII, después de una estancia de 20 años de estudio en China.
Más importante incluso que Ui-sang fue su contemporáneo y amigo Wonhyo. Wonhyo estimaba que no hacía falta marchar a China para buscar la iluminación. Permaneció en Corea y se dedicó a unificar las distintas escuelas budistas cuyas doctrinas habían llegado a Corea, especialmente la madhyamaka y la yogacara. Para Wonhyo, dado que todos los fenómenos en última instancia no son más que productos de la mente, las disputas doctrinales no tienen razón de ser. Lo que cuenta es la práctica. Wonhyo distinguía entre “esencia” y “función”. “Esencia” sería la verdad última de los madhyamika y “función” su verdad convencional. Ambas juntas serían la puerta a la Una-Mente de los yogacarin. ¿Suena complicado? Prometo entrada cuando llegue a enterarme bien. Los coreanos sí que se enteraron y el pensamiento de Wonhyo, como unas gotitas de prácticas de la escuela de la Tierra Pura, fue la base de la escuela Beopseong o Jungdo, que durante muchos años fue la predominante en el budismo coreano.
También en el siglo VII llegó a Corea el ch’an chino, que allí recibió el nombre de son. Pero no fue hasta el siglo VIII que el son realmente se popularizó gracias a Toui. Toui estudió en China con Hsi-tan Chih-tsang, que había sido discípulo de Ma-tsu. El linaje de Ma-tsu abogaba por la iluminación súbita, conseguida a menudo mediante métodos heterodoxos. Esta escuela también defendía un estilo de vida simple, preferentemente en retiros de montaña. Cuando Toui regresó a Corea con estas enseñanzas, no fue bien recibido. La escuela hwaeom, que tenía gran peso y se centraba en el estudio de los sutras como todas las demás escuelas del budismo coreano, no vio con buenos ojos que llegara un listillo a decirles que tanto hincar los codos no servía de nada. Tampoco se hizo amigos en la escuela beopseong, cuando afirmó que ni fe, ni práctica, ni cultivo gradual, que lo que uno tenía que seguir el método directo del no-pensamiento y el no-cultivo. El gran sistematizador del son coreano fue Chejung, que vivió a mediados del siglo IX y también estudió en China, pero el propio Chejung reconoció que no había nada en el ch’an chino que no estuviese recogido en las enseñanzas de Toui.
Llegó a haber nueve escuelas del son coreano. De éstas, ocho provenían del linaje de Ma-tsu. Únicamente la escuela Sumi-san, que fundó Ieom a comienzos del siglo X, siguió un linaje distinto, concretamente el Caodong. Durante mucho tiempo estas escuelas debieron enfrentarse a la enemiga de las escuelas doctrinales que gozaban del favor de la corte. No obstante lo cual, lentamente les fueron comiendo el terreno. Los otros empollones con todos sus sutras no podían contraatacar la afirmación de los son de que ellos sí que sabían cómo conseguir la iluminación en un pispás.
Lentamente fue apareciendo una corriente que tendía al acercamiento entre las escuelas doctrinales y el son. Gyunyeo y Ui-cheon fueron dos representantes de esa corriente. Pero la gran síntesis la realizaría en la segunda mitad del siglo XII el monje son Pojo Chinul.
Chinul no quiso entrar en disquisiciones sobre si la práctica meditativa del son era superior al estudio de los sutras de las escuelas doctrinales. Para él, la meditación y el estudio son complementarios. Según su propia expresión: “iluminación repentina seguida por práctica gradual.” Pero la labor de Chinul no consistió únicamente en colmar la brecha entre el son y las escuelas doctrinales, también tuvo que purificar el son, cuyas prácticas se habían viciado y donde el laxismo había hecho su aparición. Chinul fundó la Sociedad del samadhi y la prajña con el objetivo de establecer una comunidad nueva de practicantes disciplinados y consagrados a la práctica en las montañas.
En la segunda mitad del siglo XIV, el son conoció otro episodio de revivificación a cargo de tres maestros: Gyeonghan Baeg’un, Taego Bou y Naong Hyegeun, que en el fondo vinieron a restablecer los métodos ya establecidos por Chinul dos siglos antes. Introdujeron métodos de la escuela de Lin-chi (Imje en coreano), pero atemperaron sus tendencias antiintelectuales conforme a lo enseñado por Chinul, interesándose por el estudio de las escrituras, algo inusitado en el ch’an chino. Asimismo se preocuparon por dotarse de unos fundamentos de pensamiento confuciano y taoísta.
Durante la dinastía Choson, que gobernó Corea entre 1392 y 1910, la ideología dominante fue el neoconfucianismo y el budismo se vio proscrito. La única escuela que consiguió sobrevivir al período fue la son con dos subescuelas: la jogye y la taego. Por cierto, aunque la escuela hwaeom se hubiera visto amalgamada por el son incluso antes del inicio de la dinastía Choson, no dejó de ejercer un importante influjo intelectual sobre el mismo.
El siguiente gran cambio para el budismo coreano llegó con la ocupación japonesa en 1910. Los japoneses quisieron hacer de los coreanos unos japoneses bis y eso se aplicó también al budismo. Se introdujo el matrimonio para los monjes. Las escuelas Jodo Shinshu y Nichiren enviaron misioneros a Corea. Se cambió la forma de administrar los templos para adaptarla a la práctica japonesa. Fue un período confuso para el budismo coreano, durante el cual surgió el Won, que algunos consideran como otra escuela budista, pero que, en mi opinión, tiene tanto que ver con el budismo como el mormonismo tiene que ver con el cristianismo.
El final de la ocupación japonesa al término de la II Guerra Mundial trajo nuevos problemas al budismo coreano, que es el pupas. Por un lado hubo que ver lo que se hacía con los monjes casados. El dictador Syngman Rhee, que no se caracterizaba por su sutileza precisamente, se esforzó por desjaponizar la sangha y de paso dividirla. El budismo coreano también tuvo que enfrentarse al desembarco de misioneros cristianos de todos los pelajes, que han hecho que Corea sea el país de Asia con mayor proporción de cristianos después de Filipinas.
Todos estos desafíos han hecho que el budismo coreano contemporáneo sea de los más interesantes. El Son sigue existiendo, dividido en las órdenes Jogye y Taego. Aunque la orden Jogye siga aplicando las ideas de Chinul, en los últimos años bajo la influencia del maestro Seongcheol está orientándose hacia la doctrina del patriarca Hui-neng de “iluminación repentina, cultivo repentino”. Ha surgido la orden jingak, de carácter esoterico. En algunos sectores ha surgido un interés por el theravada. Incluso ha aparecido un movimiento, el Minjung, de activismo social budista.