Las dos Fridas

Publicado el 10 septiembre 2017 por Fernanda Espinosa @entrelibrosyte

En camisetas feministas, en imanes para el refrigerador, en bolsos de tela, en cases para iPhone; tú nómbralo y puedes encontrar el rostro de Frida Kahlo impreso en él. Ella pertenece a aquella selecta élite de personajes que nunca pierden vigencia y siempre hayan su manera de estar "de moda". Hay algo sobre Frida, un fenómeno muy singular que no se da con ningún otro pintor. Al pensar en cuadros famosos se nos puede venir a la mente La Gioconda de Da Vinci, La noche estrellada de Van Gogh o El grito de Munch, pero los cuadros de la mexicana no ocupan nuestro primer pensamiento —o quizá sí, ¿pero no será a modo de fan art? Ya saben, como los de las camisetas o imanes. Sin embargo, ¿alguien puede decir cómo luce Munch?
El estilo de Frida es hasta hoy su sello distintivo. Una ceja y flores prendadas a las trenzas de su cabello. Su discurso y los «Pies, para qué los quiero si tengo alas pa' volar» tatuados en miles de millones de espaldas, tobillos y muñecas. Para el mundo, Frida no son sus cuadros, Frida es una pieza de arte viviente. Esto no resta por ninguna parte el valor de sus pinturas, su talento como artista o la intensidad de su vida, pero nos hace reconocer que, amada y detestada casi a partes iguales, no hay ninguna figura como ella. Ningún otro pintor ha perdurado a su propio arte.
Personalmente, no la posiciono entre mis pintores favoritos, no despierta admiración en mí y sí creo que su imagen ha sobredimensionado de cierta manera su obra, sin embargo eso no me priva de ver el valor que tiene su figura. Su historia es la de una sobreviviente. A todo el imaginario visual de Frida se suma su historia, la de una vida marcada por la desgracia, enfermedad y pasión. María Hesse y Benjamin Lacombe junto a Sébastien Perez, cada uno por su lado, nos develan a sus Fridas.




Frida Kahlo, una biografía de María Hesse • goodreads • web de la autora • instagram de la autora
«Si quieren conocer lo más auténtico de ella, piérdanse en cada uno de sus cuadros, en los que fue dejándonos pequeños mensajes sobre quién fue ella. En sus pinturas reside la verdadera Frida» con estas palabras en su introducción, María Hesse da inicio a Frida Kahlo, una biografía. Este punto es clave debido a que el sujeto en el arte de la mexicana es ella misma, en su obra priman autorretratos tremendamente personales, por lo mismo resulta impensable separar su vida de sus cuadros; estos siempre reflejaron sus pasos.
Hesse hace suyos los cuadros de Frida y entrega muy a su manera un homenaje a la pintora. Trazos limpios y colores pastel, femineidad y melancolía, sencillez que no se ha de confundir con simpleza; las ilustraciones de este libro son de aquellas que basta mirar una vez para reconocer en donde sea. En cuando a la historia, Frida Kahlo, una biografía funciona perfectamente como primera aproximación a la vida de la mexicana; nos cuenta su vida en primera persona y a grandes rasgos. La tragedia no fue ajena a la biografía de Frida y la autora nos las presenta a modo de fragmentos: el accidente de tránsito que la condenó de por vida a visitar doctores y hospitales, su búsqueda fallida por ser madre, su tormentoso matrimonio con Diego Rivera o la traición que sufre de mano de su hermana.
El trabajo de dosificar la información que realiza la autora es excelente. Definitivamente este no es el libro al cual recurrir si buscas una biografía detallada, tampoco busca serlo, pero en las páginas finales se encuentra la bibliografía que utilizó Hesse en su investigación y pueden servirle como punto de partida al lector más insaciable. Quizá mi pero más grande con este libro es la narración en primera persona, pero puedo pasarlo por alto al tratarse de la primera aproximación de la autora a la escritura. En definitiva, María Hesse tiene en mí a una admiradora de su trabajo que espera ansiosa su próxima publicación.



Frida de Benjamin Lacombe y Sébastien Perez • goodreads • web del ilustrador • instagram del ilustrador
Si existe un ilustrador del panorama actual al que veo vigente en 50 años o más, ese es Benjamin Lacombe. Ni siquiera me molestaré en describir sus ilustraciones, que me quedo corta. Cada libro que tengo de él es una genialidad, su trabajo es impecable, sus ilustraciones sencillamente hipnotizantes... Para resumir, sé que vivo en un mundo mejor que el de generaciones anteriores porque yo sí puedo disfrutar del trabajo de Benjamin Lacombe, así de fan absoluta soy. Y este libro es sin duda uno de los más hermosos que he tenido el gusto de tener en mis manos.
Sébastien Perez, el escritor de este álbum ilustrado, alterna sus textos de prosa poética con escritos pertenecientes a los cuadernos de la misma Frida y da como resultado breves pasajes que transmiten las emociones más intimas de la pintora desde la pluma de Perez. Son textos delicados y reflexivos que a veces sugieren una segunda lectura. Quizá en un guiño a que el nueve era considerado por los aztecas el número de las etapas que conducen a la eternidad o a la simbología  del cuadro El venado herido, donde un venado cuyo rostro es el de Frida tiene nueve flechas clavadas en el cuerpo, el libro se divide en nueve temas entre los que destacan el accidente, la maternidad, la columna rota o la posteridad. El tremendo trabajo de Lacombe ensombrece la prosa de Perez y la releva a un segundo plano, pero desde allí complementa el arte de su dupla.
Retomando la técnica usada en El herbario de las hadas (2011), el ilustrador hace uso de páginas troqueladas y lleva su composición a otro nivel. Esta vez los troqueles están superpuestos unos sobre otros y a partir de estos crea ilustraciones de tres capas, tres dimensiones diferentes de Frida. El trabajo y dedicación que ha requerido esta publicación se traduce en cada corte que tiene el papel. Mención aparte la fantástica edición de Edelvives, que ya nos tienen acostumbrados a una calidad excelente, esta vez con un encuadernado de tela satinada y páginas de gramado grueso.
Esta es sin duda una propuesta menos convencional que la de María Hesse, más desafiante para el lector también, pero no mejor. Son libros incomparables entre sí, que fieles a sus estilos reinterpretan la obra de Kahlo y la siguen manteniendo viva. Dos libros que, seas admirador o no de la pintora mexicana, disfrutará soberanamente cualquier amante del arte que existe en los libros ilustrados.responder