Año 1984. Primera ronda de la Copa de la UEFA. Los caprichos del bombo emparejan al Bohemians dublinés y al Rangers, choque con todas las connotaciones que os podéis imaginar. Las autoridades irlandesas se prepararon para lo peor, ya que se estima que 3.000 hinchas de los huns se desplacen hasta Dublín, entre ellos muchos lealistas venidos desde Belfast. Hay que recordar que en 1984, Irlanda del Norte era todavía un puto polvorín.
Así, se toman medidas jamás vistas en el campo de los Bohs, desde un despliegue policial sin precedentes, pasando por la colocación de vallas especiales para evitar invasiones de campo (algo tan típico en aquella época) o la creación de un espacio vacío en las gradas, para separar a ambas aficiones, zonas conocidas como "no go areas".
Las primeras movidas comienzan mucho antes de que el convoy de hinchas del Rangers llegara a la capital irlandesa. Tras cruzar la frontera que divide a las dos Irlandas y bajo fortísimas medidas de seguridad, en la localidad de Dundalk, la parroquia local "recibe" a los buses con hinchas del Rangers a pedrada limpia. Dundalk es conocido por ser una especie de refugio, de "piso franco" de miembros del IRA que se escondían en este pueblo de la República Irlandesa, muy cerca de la frontera, huyendo del asedio policial al que estaban sometidos en los 6 condados del Norte. Históricamente, ha sido considerado como un bastión del republicanismo irlandés, así como centro de operaciones para todo tipo de contrabando entre las dos Irlandas, localizada en una zona denominada como el "bandit county".
Tras llegar a Dublín, con algunas ventanas rotas a modo de recuerdo de su paso por Dundalk, la hinchada del Rangers se dispone a entrar al campo, no sin antes intentar tomarse alguna pinta en la ciudad y aprovechar para tocar un poco los huevos al personal con su repertorio de sectarios cánticos, que no todos los días se juega en Dublín. Antes del comienzo del partido, comienza la liturgia típica en este tipo de choques: los huns mostrando sus Union Jacks y los Bohs, tricolores irlandesas (y alguna que otra bandera del Celtic, por cierto). El entrenador del Rangers, Jock Wallace, se dirige a sus hinchas pidiéndoles calma, pero no parecen hacerle mucho caso. Con el partido en juego, se queman tanto banderas británicas como irlandesas. Y en el descanso, pasa lo inevitable: hinchas del Rangers, consiguen romper el cordón policial, saltando al campo algunos, mientras que otros se enfrentan a torta limpia con los hinchas dublineses. La policía poco pudo hacer...
En cuanto a lo meramente deportivo, el partido fue un hito para el Bohemians ya que consiguieron una histórica victoria por 3-2, tras ir por debajo en el marcador 0-1 (obra de un jovenzuelo Ally McCoist) y 1-2, en una remontada memorable, que todavía recuerdan los lugareños. Desgraciadamente, no hubo final feliz ya que en la vuelta, los huns pasaron de ronda tras ganar 2-0 en Ibrox.
Pero claro, quedaba el viaje de vuelta para los hinchas visitantes y, por tanto, pasar de nuevo por Dundalk. En un blog, cuenta un hincha del Rangers que estuvo en el partido, cómo el paso por esta localidad fue aún más movidito, ya que no sólo les tiraron piedras, sino también un intento de lanzar un cóctel molotov contra uno de los buses. Según este testigo, cuando el tipo se disponía a lanzar el cóctel, alguien del bus le tiró antes una lata de cerveza llena, que le dio de pleno, quedando el tío grogui. Finalmente comenta que, irónicamente, se sentó mucho más seguro tras cruzar la frontera que en suelo irlandés, apesar de que Irlanda del Norte era uno de los lugares más peligrosos de toda Europa por aquellos convulsos años.
Así se las gastaba la gente por entonces, en una muestra más de la cara más dura de esas dos Irlandas...