Presento en este blog el comienzo de mi ponencia titulada "Tucídides y Diego Gracián en las ediciones retrospectivas de 1882 y 1889"(puede leerse en http://eprints.ucm.es/11219/), impartida en un congreso celebrado en la Universidad de Toulousse en 2008. En este caso, la oportunidad del recuerdo de mi ponencia viene dado para recordar el concepto de "edición retrospectiva", muy propio del siglo XVIII (debo la idea al profesor Juárez Medina) y muy útil para entender una particular huella que deja la propia Historia en la portada de los libros. El interés por una edición antigua requiere de una elaboración mental que sólo la historiografía hace posible. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE
El profesor de literatura griega y latina más importante que tuvo España en el siglo XIX, Alfredo Adolfo Camús, de innegable origen francés, recomienda y comenta en el primer tomo de su Compendio de Historia Universal la siguiente traducción del historiador Tucídides : “LA GUERRA del Peloponeso por Thucydides (traduc. Franc. de l’Evêque [sic].) 4 tomos en 8º.- Ninguno de sus traductores han logrado trasladar á sus respectivos idiomas la enérgica diccion del original ; la francesa indicada es la mas estimada”. No se trata de una recomendación aislada dentro del contexto de los demás historiadores griegos citados en el mismo compendio (Diorodoro Sículo, Herodoto, Jenofonte, Arriano, Polibio), para quienes se ofrece también su correspondiente traducción francesa. La recomendación de Tucídides, en particular, propone una versión publicada en Francia a finales del siglo XVIII, la de Pierre-Charles Levesque . Esta edición volverá a ser editada al siglo siguiente, en 1846, dentro de la conocida colección Charpentier . Esta colección será el modelo, como veremos más adelante, de la Biblioteca Clásica, en la que también se reeditará una importante traducción humanística de Tucídides al castellano. Es notable que en este contexto educativo hispano de los años subsiguientes a la muerte de Fernando VII se haga una recomendación tan precisa - si bien motivada por un juicio negativo sobre los traductores de Tucídides en general - de un libro francés publicado a finales del siglo XVIII. Vemos que, descartada la posibilidad de que haya algún lector español que pueda acceder al texto directamente en griego, se recomienda una moderna traducción francesa, al carecer de una adecuada versión castellana. Estos datos reflejan un estado de cosas más amplio. El precario mundo de los estudios helénicos en España durante el siglo XIX mira decididamente a Francia hasta bien entrado el decenio de los años ochenta. Además de la historiografía gala del siglo XVIII, hay autores modernos de referencia, como Alexis Pierron (su manual de literatura griega se traduce al castellano en 1861) y, en caso de que se trate de un autor alemán, como el muy reputado Ficker, su lectura se hace a partir de la traducción francesa .
No obstante lo dicho, encontramos también una corriente cultural y bibliográfica que mira al propio pasado español, en especial al de las traducciones castellanas de autores griegos y latinos. Esta corriente, que tuvo en el siglo XVIII su mayor exponente en la figura de Gregorio Mayáns, encuentra en la España de la segunda mitad del siglo XIX avales intelectuales sólidos en personas como Gumersindo Laverde y Marcelino Menéndez Pelayo. Si bien otros autores de la Antigüedad han gozado de buenas traducciones, España no ha sido hasta bien entrado el siglo XX muy afortunada en lo que a Tucídides se refiere. Sin embargo, la difusión de Tucídides en el mundo hispano desde finales del siglo XIX hasta los años cincuenta del siglo XX se debió al rescate de una vieja traducción humanista, la de Diego Gracián, especialmente gracias a los empeños de Marcelino Menéndez Pelayo. El fenómeno no es, ni mucho menos, baladí, pues responde a unas claves culturales concretas sobre las que vamos a hablar precisamente en este trabajo.
Así las cosas, nuestro propósito es el estudio de las razones intelectuales por las que a finales del siglo XIX, concretamente en 1889, se vuelve a editar una vieja traducción de Tucídides dentro de la más importante colección hispana de traductores de clásicos jamás iniciada hasta entonces : la Biblioteca Clásica de Luis Navarro, que intenta tomar el testigo de las reediciones hechas por Antonio de Sancha en el siglo XVIII, pero que adopta en la práctica el modelo de la colección Charpentier. No dejaremos de lado otra circunstancia interesante, como es el hecho de que siete años antes un afamado militar y bibliófilo, el Marqués de San Román, hubiera editado también la misma traducción de Gracián en su así llamada Biblioteca Militar Económica.
Nuestro método consiste, pues, en una aproximación a Tucídides desde la propia historiografía moderna de la literatura grecolatina, concretamente desde el punto de vista de los criterios posilustrados que motivan las reediciones de clásicos de la Antigüedad traducidos por autores españoles de siglos anteriores. Este hecho, en apariencia circunstancial, se convertirá en un importante argumento para comprender el complejo fenómeno de la edición retrospectiva, bien estudiado por Juárez Medina a partir de las ideas sobre la “lectura burguesa” de José Antonio Maravall . Se trata de un tipo de lectura que pretende contextualizar la obra en el momento en que fue escrita para convertirla en testimonio histórico de una tradición cultural, susceptible de servir de ejemplo para el presente. El propósito de este tipo de lectura, que conlleva, asimismo, la reedición, es doble : el puramente cultural, o histórico puro, y el fin práctico, es decir, el de la utilidad que ese documento histórico pueda seguir aportando. Este segundo ámbito será muy pertinente para el caso de Tucídides, pues coincide con el del carácter pragmático de la materia de que trata (aspectos militares y políticos).
Es preciso que antes de entrar en la cuestión concreta de las reediciones que vamos a estudiar atendamos a sus orígenes históricos en el siglo XVI y a su forzada canonización como la traducción castellana de Tucídides a lo largo de varios siglos. Será de esta manera como podremos valorar por qué, a pesar de sus errores, termina siendo la traducción por excelencia de Tucídides hasta bien entrado el siglo XX, debido a su peso específico como valor cultural dentro de la moderna construcción de una historia de la traducción hispana de los clásicos, inserta en el contexto de la llamada “Polémica de la ciencia española”. FRANCISCO GARCÍA JURADO