Las efímeras - Pilar Adón

Publicado el 07 junio 2016 por Elpajaroverde
"Ahora no hablaban. Las ramas de los árboles se revolvían convertidas en seres coléricos, como si esperaran poder escapar de un tronco despótico que las obligaba a convivir atadas a él y a ser azotadas continuamente por la tormenta que ya tenían encima. Y aquél era el único sonido que escuchaban en ese instante. Con su evidente rastro de delirio y ferocidad, lo que le hizo considerar a Anita que tan salvaje como el viento exterior podía llegar a ser su comportamiento en el interior." 
Sería ingenuo por mi parte declarar que las imágenes que me sugieren el párrafo bajo el que escribo resumen de alguna manera el libro del que hoy os vengo a hablar. Sin embargo, me siento impotente para ofreceros una descripción mejor. Son muchas las cosas que me dicen estas frases: el miedo a lo ajeno a nosotros cuando el mayor enemigo reside en nuestro interior; las ramas clamando por su independencia del tronco en un esfuerzo titánico, el grueso tronco que las somete con tiranía, ambos igual de perturbadores, tronco estéril sin ramas, ramas inertes sin tronco; las ramificaciones que tiene esta historia, los brotes silentes y palpitantes que Pilar Adón nos presenta para que cada uno deguste el más apetitoso o el más amargo; la naturaleza salvaje e inclemente que lo mismo asusta que al instante siguiente nos muestra su calma cual niña mimosa y zalamera; el mimetismo del hombre y sus sentimientos con esa misma naturaleza, el hombre que vuelve a la tierra, el hijo pródigo que regresa, el hijo pródigo que no es único. Sí, son muchas las cosas narradas en este libro, o tal vez sea solo una y sea yo la que como humana todo lo complica.
"Dora cargaba la pala, vaciaba la pala. Carga y vaciamiento."

Portada de Las efímeras

Dora Oliver vive junto a su hermana Violeta en una casa aislada situada a las afueras de una comunidad. Las dos viven solas desde que faltaron sus padres y apenas mantienen relación con otros miembros de esa comunidad a la que pertenecen. Este ambiente paradójicamente tan cerrado, teniendo en cuenta que viven en plena naturaleza, las ha llevado a desarrollar entre ellas una relación insana de dominación y sometimiento. Un día Violeta conoce a Denis, un tímido muchacho sobre el que cae el peso de un turbio pasado. A partir de entonces las leyes no escritas de la convivencia de las dos hermanas pugnarán por resquebrajarse.
Algo va a salir mal. Lo presiento. Desde la primera página. Mi presentimiento se acentúa a medida que avanzo en la lectura. Será el bosque que guarda mil secretos; serán las frases de Pilar Adón en las que rascas, rascas, rascas, y a cada nueva lectura descubres algo nuevo. Pero no tengo ni idea de lo que va a pasar ni de por dónde me va a llevar la autora madrileña. Viajo sin rumbo, sin mapa, sin GPS; mis pies descalzos, mi piel desnuda, mi pelo suelto. Yo no conozco la comunidad, apenas me entero de que la llaman La Ruche (tras terminar el libro descubro que existió de verdad), no sé a quién acudir. Dora sí sabe: molesta a Tom, recién llegado, cuando tiene algún problema en su propiedad; ante sus problemas con Violeta busca a Anita, la mujer que vela por los habitantes de esa colmena, la encargada de mantener el equilibrio. Y yo sigo en el bosque, agazapada, escondiéndome tras los árboles, escuchando, tejiendo y destejiendo. Y los persigo, a Violeta y a Denis, a Dora, a Tom y a Anita. Y sé que algo malo va a pasar, pero no sé a quién, ni cuándo o dónde. Cómo advertir. Cómo evitar.
Sobre estos cinco personajes principales levanta Pilar Adón la trama de su novela. Miento, me falta uno, el más importante, la magnífica ambientación que lo devora todo cual colmena de termitas. Los habitantes de La Ruche han llegado a ella buscando despojarse de todo lo prescindible y vivir tan solo con lo que se aleja de lo superfluo, han venido a vivir en una comunidad y sin embargo se mantienen alejados unos de otros, buscándose solo cuando la necesidad apremia. "Las efímeras" es una brillante alegoría de las contradicciones de los seres humanos, tanto individualmente como considerándolos como grupo. Las ansias de libertad, de independencia, la dependencia emocional, la preservación de la intimidad, el culto a la soledad y el miedo a sentirse solo, el esconderse tras responsabilidades autoimpuestas para mantenerse alejado de lo que realmente es vivir, todas estas contradicciones viven alojadas en los personajes de Adón, separadas tan solo por una fina barrera de piel de otras mil contradicciones que aguardan en el exterior.
"-Creo que fue Schopenhauer quien dijo que el instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad sino en el miedo a la soledad,..."

La ruche, la salle d'études. Fotografía de Christian Rouet

Y es ese exterior lo más memorable de esta novela. La lluvia inclemente, la tierra engañosa, el mantillo de descomposición mezcla de lo que muere y lo que nace de lo muerto. Somos diminutos y efímeros, cazadores y cazados, y Pilar Adón ha venido a recordárnoslo. Me ha mantenido ahí, completamente fascinada, envuelta en un escenario y una historia inquietantes. Y yo me he sometido mansa, sin rebelarme; no me ha importado pasar frío, quedarme sola de noche en el bosque o transitar por él sin brújula ni guía. Algo malo va a pasar y voy directa a su encuentro, intentado recoger las pistas que me brindan para amortiguar el impacto que barrunto me espera. Pero soy humana y sé que no aprenderé a la primera, tendré que volver a acudir a Pilar Adón. Sé dónde encontrarla, hay títulos suyos llamándome bajito pero incesantemente. Sé también dónde esperarla: en el punto de mira, brazos abiertos. Mis pies descalzos, mi piel desnuda, mi pelo suelto. Mi pecho abierto.
"En todos los lugares del mundo los pájaros enmudecen cuando un cazador se acerca. Se alteran de alguna manera. Cambian de comportamiento. Dejan de cantar. Abandonan su actividad previa y se entregan a la única tarea de guarecerse y conservar la vida. Éstos, en cambio, fueron ingenuamente al encuentro de los primeros navegantes que recalaron en sus islas, y se quedaron inmóviles ante ellos, confiados. Sin asustarse. Incapaces de sospechar que hubiera motivos para temerlos. No sabían que debían esconderse y protegerse, y lo que hicieron, en cambio, fue mirar de frente a sus asesinos sin poder imaginar que lo eran."

Green frame on broken red bricks. Fotografía de Horia Varlan


Ficha del libro:
Título: Las efímeras
Autor: Pilar Adón
Editorial: Galaxia Gutemberg
Año de publicación: 2015
Nº de páginas: 240
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