Esmeralda García Ramírez
Desde el año 1811, fecha en que se realizó en Venezuela la primera elección para escoger los miembros del Congreso Constituyente, nunca habíamos tenido como ahora unas elecciones tan complejas, difíciles y asediadas en Venezuela. Hasta el año 1998, los procesos electorales no contaban con las garantías necesarias para avalarlo. Los avances en materia de participación fueron paulatinos: en 1811 solo participaban los comerciantes; en 1819 se les concedió el sufragio a propietarios, a arrendatarios y a los militares. En 1827 se vetó el voto de los militares cuyo rango fuese de sargento para abajo. En 1841 se impuso el requisito de alfabetismo. En 1857 se instauró el voto universal para el sexo masculino, pero en 1858 se establece el voto secreto y la elección directa de los gobernantes. En el año 1900, durante Cipriano Castro, se llama a una Asamblea Constituyente, los diputados son elegidos por cuerpos superiores electorales; se elimina la elección popular, los concejos municipales eligen los candidatos a la presidencia y vicepresidencia. En 1936 se crea el Consejo Supremo Electoral y es en 1945 que se permite el voto de la mujer alfabeta, mayor de 21 años, solo para concejos municipales. En 1946 la Junta Revolucionaria de Gobierno concedió el derecho al voto a todos los venezolanos, a partir de los 18 años, sin distinción, con excepción de los condenados penalmente y de las Fuerzas Armadas que se les transgredió ese derecho. En 1989 se realizan por primera vez sufragios para elegir a gobernadores y alcaldes.
Con la llegada del presidente Chávez al poder se instauran dos nuevos poderes públicos: el moral y el electoral. Éste último se crea con el fin de reglamentar, vigilar y brindar todas las garantías posibles a cada proceso electoral; con su respectiva supervisión, verificación y auditorías necesarias, con su propio manejo de recursos presupuestarios jamás visto en ningún proceso electoral venezolano ni en ningún país del mundo. Este nuevo paradigma electoral lo ha convertido en el sistema electoral más seguro, fiable y de mayor avance tecnológico del mundo, en virtud de que se ofrecen las máximas garantías posibles para evitar fraudes como otrora hicieron los gobiernos adecos-copeyanos entre sus mismos partidos y los partidos minoritarios. Mucho se dice que en las elecciones presidenciales del año 1993 el candidato Andrés Velázquez, de la Causa R, fue el ganador de esa contienda electoral, pero los medios de comunicación dieron el triunfo a Rafael Caldera con la venia del Consejo Supremo Electoral. El silencio de Velázquez se consideró una vil traición a la voluntad del pueblo venezolano, pues se cree que pactó con Caldera. Ante esta situación no hubo ningún pronunciamiento de la OEA, ni de la CIDH, ni de la comunidad internacional. Ahora descaradamente dice que no existen garantías electorales en el país, que este CNE es fraudulento.
Solo un hombre como Chávez podía reestructurar un sistema electoral tan corrompido como los anteriores órganos electorales durante la IV República, con la más amplia participación democrática de todos los sectores del país, incluyendo la actual Fuerza Armada Nacional y nuestros aborígenes; mediante equipos de última generación automatizados para que el proceso fuera viable, fiable y expedito; como la capta huella, donde ningún elector puede sufragar en otro centro electoral que hace que, entre otras cosas, el proceso de votación sea altamente eficiente. Estadísticamente, con solo el 3% ó 4% se puede tomar una muestra aleatoria para demostrar que el resultado es fiable, pero aquí se evidencia con el 54% de las máquinas, con los más amplios controles y la más amplia verificación a través de auditorías en cada centro electoral y la participación de organismos internacionales como veedores de cada fiesta electoral. Ni siquiera en el imperio existe un sistema tan transparente como el nuestro. A pesar de este gran avance, reconocido mundialmente, la oposición solo avala el proceso cuando salen victoriosos en alguna alcaldía, estado, o consejos municipales, consejos legislativos, o Asamblea Nacional. El exceso de democracia que hay en Venezuela es tal que desde Hugo Chávez hasta ahora se han realizado 19 elecciones; sin embargo, la gran campaña mediática nacional e internacional han convertido estas elecciones presidenciales de mayo de 2018 en las más complejas, difíciles y asediadas de la historia de Venezuela. Maduro ha cedido espacios para ofrecer mayores garantías a la oposición para que participe, pero todas no parecen ser suficientes. Desde el año 2014 la oposición pidió nueva Constituyente, Elecciones Ya, la renuncia de Maduro, hicieron guarimbas, saboteo eléctrico, nuevamente penetraron en la principal industria petrolera, solicitaron ayuda humanitaria e intervención militar y bloqueo económico, y ahora que se convoca a elecciones para el mes de mayo exigen, junto a Almagro y a la comunidad internacional, que se pospongan, irrespetando no solo al pueblo venezolano, sino a sus seguidores. Atacan a un CNE que le ha brindado las garantías electorales en cada evento, incluso en sus propias elecciones internas.
Estamos ante una coyuntura verdaderamente difícil, no por el proceso electoral en sí porque las garantías están certificadas, sino porque el asedio para que éste no ocurra será cada vez más peligrosa: la falta de medicamentos y alimentos se profundizarán, las medidas económicas contra Venezuela por parte de EE.UU. serán más radicales; pero lo peor será lo que ocurrirá después de estas elecciones. Si gana Henry Falcón, seguramente los resultados los validarán, pero desde ya le están haciendo presión para que haga un gobierno de transición, llame a elecciones, destituya todos los poderes, se sienta con el sector empresarial para que dirija los destinos del país; la iglesia retomará sus espacios de conductores de “un nuevo amanecer” con el nuevo gobierno y para los que tienen porque los pobres no tienen cabida, según Urosa Sabino; la influencia del imperio, de la U.E., de la OEA y de los países latinos que apostaron a la derrota de Maduro serán determinantes para regir los destinos del país, porque los intereses son muy altos. Esperaremos un Banco Mundial y un FMI dictando las recetas para “recuperar al país” así como lo hacen hoy día en Argentina, para entregarle PDVSA, nuestros recursos minerales, acuíferos y la privatización de nuestros servicios públicos; es decir, será la hipoteca de Venezuela para oxigenar a los EE.UU de la gran debacle económica que se le avecina. ¡Ah! Y obviamente los chavistas tendrán que desaparecer del país porque la persecución para aniquilarnos será su objetivo, este será su momento oportuno.
Sin embargo, no menos alentador es lo que nos espera si gana Maduro: la guerra económica, psicológica, mediática y no convencional serán nuestras cargas por resistirnos a ser doblegados, a ser colonia imperialista; porque no nos verán rodilla en tierra, sino de pie con la moral en alto, con la convicción de que el socialismo se instalará al fin y daremos jaque mate a este sistema capitalista salvaje con la corresponsabilidad de todos. Para ello necesario es dejarnos de tanta burocracia, ver más allá de lo coyuntural, ir a las 3R para ejercer el poder con criterio y hacia la revolución radical, retomar el discurso de las ideas de la educación necesaria, de la transformación de la cultura, de la implosión en la revolución, ir hacia la autogestión, hacia la planificación con la participación del pueblo, exigir a nuestros gobernantes que se revisen constantemente que sean más revolucionarios que mercantilistas, caminar hacia las comunas. Si apoyamos al presidente Maduro debemos medir cuáles serán las consecuencias impuestas, pero tener una profunda formación de consciencia de que, a pesar de las fallas, de las debilidades, de los errores por acción u omisión, de las inconformidades que pudiéramos tener, este es el camino: la vía de la paz, de la integración y de la salvación, lo contrario sería traición a la Patria. Este es un momento histórico único, las elecciones más difíciles de la historia. La verdad y nuestra consciencia revolucionaria patriota nos harán libres.
Licenciada en Administración
esmeraldagarcia2309@gmail.com
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