Las emociones y las finanzas son dos elementos plausibles de mezclarse en el proceso de toma de decisiones, ya que, sin lugar a dudas, todos(as) en algún momento hemos llevado a cabo una decisión financiera partiendo de una emoción momentánea.
Sin embargo, esta práctica es delicada a razón de que, por lo general, cuando se toman decisiones basadas en las emociones se tienden a obviar factores claves y determinante para escoger el mejor sendero a seguir. Cuando esto sucede y el resultado es adverso, entonces, el costo por lo general es alto
Es por esto que nos interesa tratar el tema de las emociones y las finanzas, para identificar cómo lograr el equilibro adecuado dentro de la gestión financiera y que ello represente un mejor desempeño financiero.
Una emoción es definida como la alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.[1]
En esta definición hay dos elementos que, desde nuestro punto de vistas, son claves: Intenso y pasajero. Esto a razón de que plantean la esencia de las emociones, y nos muestra una panorámica de que tomar decisiones basadas en ellas no es sinónimo de éxito sino de una reacción situacional momentánea del ánimo.
Esto implica tomar como punto de referencia los elementos medibles a los cuales se tenga acceso. Es decir, en la medida de lo posible, basarse en lo certero y no en la ilusión o bien el deseo circunstancial de la emoción.
Lo podemos ejemplificar de la siguiente manera:
Si alguien siente el impulso repentino de adquirir un bien o servicio a razón de un estímulo como la publicidad o alguna oferta de temporada y no partiendo de la planificación, entonces esto puede causar el desbalance en el flujo de efectivo y la manera en que se logra manejar este tipo de decisiones, desde la perspectiva de la razón, es enfocándose en su realidad financiera; es decir, ver si este consumo cabe dentro de la estructura de gastos ya planteada; con el fin de que ella dicte lo que hay que hacer en función de si dicha adquisición va acorde a una planificación previa y de cómo impacta (positiva o negativamente) la gestión financiera.
A todo esto, este tipo de acciones son más fáciles decirlas que hacerlas. Ya que, por lo general, en esos momentos, la razón no siempre va de la mano de la ejecución de compra, sino que es común ver a las personas prestar más atención a la emoción. Por lo que, para lograr implementar el modelo de forma práctica se sugiere tomar un tiempo y responder a cuatro preguntas básicas:
- ¿Qué estoy comprando?
- ¿Realmente lo necesito?
- ¿Tengo dinero para eso?
- ¿Puede esperar?
Estos tres cuestionamientos sirven como punto de referencia para crear un filtro que permita tomar decisiones que estén lo más apegada posible a la planificación financiera personal.
No obstante, es importante recalcar que en la estructura de gastos el enfoque debe girar en torno a lo prioritario definido por tres niveles diferentes:
Y sobre la base de estos ejecutar las acciones de consumo.
En el campo de las inversiones el tema de las emociones y las finanzas es aún más delicado, a razón de magnitud que los efectos negativos que pueden tener. En ese sentido, lo prudente es tener un(a) asesor(a) financiero(a) que le oriente respecto de las tendencias del mercado y le ilustre en función del perfil de inversión.
A todo esto, independientemente de la guía que pudiera proveer el/la especialista, la decisión final está en la persona, por lo que debe existir un sistema que logre canalizar el tiempo y la manera de cómo hacerlo.
Para ello sugerimos el siguiente filtro de preguntas:
- ¿Cuáles son los objetivos o propósito de la inversión? ¿Se están logrando?
- ¿Cuál es el nivel de riesgo que se está asumiendo?
- En función del riesgo que tenga la decisión ¿Cuál sería el retorno? ¿Vale la pena?
De manera que la decisión esté en función de un análisis lógico y cuantificable. De forma que sean los números y la razón quienes tengan la voz cantante.
Las emociones y las finanzas son una realidad en la vida de las personas. Separarlas es un tarea que implica la disciplina y el enfoque lo cual toma tiempo y paciencia por parte de la persona. Sin embargo, es una tarea posible, y en la medida en que implementen las acciones correctivas de lugar entonces se tendrá un mejor desempeño financiero.
Por lo que, si esta entrada sobre las emociones y las finanzas le ha sido de utilidad le invitamos a compartirla y comentarla. Sus aportes y opiniones son de gran importancia y enriquecen esta comunidad. Y si le interesa profundizar más en este tema de las decisiones financieras, le invitamos a adquirir el libro Matemática para las decisiones financieras, escrito por Manuel Chu y Carlos Agüero, haciendo clic en la imagen.