Las emociones y los niños

Por Pilarmartinez @Pilar_Mtnez

Los niños sienten las emociones con mucha más intensidad que nosotros, los adultos. Es por esto que a veces nos descolocan sus respuestas frente a ciertas situaciones y no sabemos cómo afrontar sus explosiones emocionales.

Lo cierto es que el ser humano adulto también depende bastante de sus emociones, mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir a veces.

He preguntado a Mª Pilar Gómez San Miguel, coach de familia, experta en inteligencia emocional y en mediación familiar (autora de la web Crianza en familia) para que nos explique algunas cosas sobre las emociones.

Ella me ha contado que el ser humano tiene tres sistemas básicos de interpretación de la realidad que, trabajando unidos, optimizan al máximo las posibilidades no solo de sobrevivir, sino de tener un buen nivel de bienestar: emoción, instinto y razón. 

“Cuando no hemos desarrollado la capacidad o no nos han educado para usar todas las redes cerebrales y corporales en armonía, entonces llegan los problemas. Nuestra sociedad ha privilegiado claramente el pensamiento racional por delante de la intuición y la emoción. Al menos hasta ahora. Y eso está teniendo consecuencias importantes. Porque las emociones son una de las guías más importantes que tenemos cada uno de nosotros para discernir si nos sentimos cómodos o no con lo que pasa en nuestra vida” nos comenta Pilar.


Hasta los 2 años no comienza el pensamiento racional en los niños
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Pero es que además, en el caso de los niños, las emociones son mucho más importantes que para nosotros porque “los niños son más puros, emocionalmente hablando porque hasta los 2 años aproximadamente no comienza a aparecer el pensamiento racional, con un crecimiento del neocórtex (o cerebro racional) que culmina pasada la veintena”.

Es bastante sencillo de entender cuando lo nos lo explican así, el cerebro de los niños está en desarrollo y no podemos esperar que su comportamiento sea como el de un adulto.

Emociones buenas y malas

Siempre que hablamos de emociones, surgen las mismas dudas. ¿existen emociones buenas y malas? ¿debemos hacer algo para frenar las emociones negativas?

Según la opinión de Mª Pilar no existen emociones buenas o malas porque todas son igual de necesarias.

Las emociones básicas son la alegría, el miedo, la ira y la tristeza y como pudimos ver en la película Inside Out, todas son igual de necesarias.

“La alegría nos ayuda a conectar con los demás y nos impulsa a repetir aquello que nos causó esa sensación tan agradable. El miedo nos predispone para huir o luchar, a fin de salvaguardar nuestra integridad. La ira es un modo de poner límites y en su versión menos intensa, la agresividad, es la fuerza que nos impulsa a alcanzar nuestros objetivos. Y la tristeza permite expresar dolor y obtener consuelo de otros.”

Además de estas tenemos muchas otras emociones secundarias como  celos, vergüenza, decepción, desagradado, plenitud… y “todas nos dicen algo sobre cómo vivimos los sucesos diarios y hacia dónde dirigir nuestras acciones”.

Somatizar el dolor

A pesar de lo que piensa mucha gente, la somatización de las emociones no resueltas es totalmente real y nuestro cuerpo puede sufrir molestias y dolores de muchos tipos (dolor de cabeza, de estómago, mareos, etc.) debidos a cambios físicos experimentados por nuestro cuerpo tras sufrir impactos emocionales.

En palabras de Mª Pilar “cada emoción vuelca en nuestro organismo un conjunto de hormonas y cuando lo que sentimos no queda resuelto (bien porque lo reprimimos o porque no tomamos la decisión adecuada) podemos experimentar cambios en el organismo. Por ejemplo recientemente hemos visto que el 95% de la serotonina que produce el organismo tiene lugar en las paredes del intestino, en el cual existen también neuronas. Así que somos máquinas emocionales, queramos o no.

Afortunadamente contamos con estas pistas para darnos cuenta de cuándo no hemos dado respuesta a alguna situación o cuando nuestra forma de pensar está causándonos emociones que se manifiestan de ese modo”.

Es por esto que considero muy importante escuchar a nuestro cuerpo, porque nos habla alto y claro y nos explica lo que necesitamos para estar mejor.

Ayudar a nuestros hijos con sus emociones desagradables

Si queremos ayudar a nuestros hijos a gestionar sus emociones desagradables, Mª Pilar nos recomienda lo siguiente:

  1. Los adultos necesitamos revisar nuestra propia gestión emocional, especialmente la que tiene que ver con emociones desagradables ¿me “poseen” y no me controlo? ¿sé diferenciarlas entre sí o lloro cuando estoy enfadado y me enfado cuando en realidad estoy dolido? ¿me desahogo contra los demás o sé sacarlas fuera y expresarlas sin agredir a los demás o cargarles con ellas? ¿me asustan? ¿me siento culpable al enfadarme, estar asustado, necesitar apoyo, llorar?
  2. El primer paso es que los niños puedan ponerle nombre a lo que sienten, para eso podemos confirmarlo con una pregunta o una frase que confirme nuestras sospechas: “vaya, tienes que estar muy enfadado para gritar así”, “te veo triste ¿es así?”
  3. Empatizar con un niño es quizá la parte más importante y difícil, cuando un niño se enfada mucho o llora de forma desconsolada es frecuente que enseguida conectemos con esa emoción que también nosotros sentimos pero quizá no hemos expresado o resuelto; así que ante la posibilidad de descontrolarnos emocionalmente a veces recurrimos a sofocar la emoción del niño lo antes posible. Escuchar, estar, abrazar, permitir…siempre teniendo en cuenta los dos principios básicos, no dejar que se dañe ni que dañe a otros.
  4. A menudo no hace falta hacer nada más que escuchar y dar un abrazo o nuestra presencia. Poder expresar y desahogarse permite que el cerebro del niño (y todo su cuerpo) queden liberados de la emoción y pasen a la siguiente fase, la de tomar decisiones.
  5. Evitemos tener prisa por que el niño deje de sentir lo que está sintiendo. Esa urgencia que transmitimos de modos sutiles (con palabras y con nuestro lenguaje corporal) es casi siempre suficiente para que el niño se sienta poco digno, errado y culpable.

“El gran secreto de la inteligencia emocional y la gestión de las emociones es la aceptación de lo que sentimos y de lo que sienten los demás. Es el comienzo de un precioso camino de liberación, auto-conocimiento y bienestar.”

¿Qué opinas? ¿sabes ayudar a tus hijos a gestionar sus emociones? ¿y tú sabes gestionar las tuyas? te leo en los comentarios.