¿Sabías que el molino de agua ya se conocía en la Antigüedad y se hicieron experimentos con él en Roma? Lo cierto es que, aunque se conocía ya en esas épocas esa tecnología, nunca se desarrolló lo suficiente para que pudiera sustituir a la esclavitud humana.
No fue hasta el siglo X y el siglo XI cuando se produjeron en Europa unos avances tecnológicos que situaron a la energía de origen hidráulico en el centro de la vida económica. A finales del siglo XI, y según el censo de la época, había más de 5.600 molinos de agua en Inglaterra. En la misma época, Francia contaba con 20.000 molinos de agua, o lo que es lo mismo, un molino cada 250 habitantes.
El impacto económico de esta tecnología fue espectacular. Un molino de agua típico generaba de 2 a 3 caballos de fuerza y podía hacer el trabajo de 10 a 20 personas.
La energía generada por los molinos hidráulicos franceses era equivalente a la que podía generar una cuarta parte de la población adulta francesa de la época
En zonas donde el agua escaseaba, poco constante o poco accesible, muchos pueblos y ciudades recurrieron a la energía eólica. El primer molino de viento europeo se construyó en Yorkshire (Inglaterra) en 1185.
Los molinos de viento se extendieron con rapidez por la llanuras del norte de Europa. Dado que el viento sopla en todas partes y es gratuito, se podían construir molinos en cualquier lugar. En las incipientes urbes se adoptó con entusiasmo esta nueva fuente de energía porque era muy accesible y les permitía competir en igualdad de condiciones con los señores locales y mano de obra.
Mientras que los molinos de agua y de viento se usaban para moler grano, curtir, lavar, accionar fuelles de fraguas, crear pigmentos para pintar, prensar aceitunas, y muchas otras tareas, el uso más importe del molino de agua era el abatanado para convertir la lana en tejido. En esta operación el molino sustituía a una cuadrilla de abatanadores.
El aumento espectacular de la productividad en las actividades en la que se empleaban molinos hizo que fuera muy rentable dejar de cultivar la tierra y dedicarla a cuestiones como la cría de ganado lanar.
En la década de 1790, en vísperas de la introducción de la máquina de vapor y de la Primera Revolución Industrial, en Europa funcionaban más de medio millón de molinos de agua con una potencia equivalente a 2.250.000 caballos de fuerza. Aunque no tan numerosos, los miles de molinos de viento de la misma época generaban aún más potencia que los molinos de agua.
Un molino de viento típico del siglo XVIII podía producir más de 30 caballos de fuerza
A finales del siglo XV, Europa no solo contaba con fuentes de energía mucho más diversificadas que cualquier otra cultura o civilización anterior, sino que también contaba con un repertorio de recursos técnicos para captar y utilizar esta energía mucho más variados y útiles que cualquier otro pueblo del pasado o de cualquier otra sociedad contemporánea del Planeta.
La expansión de Europa a partir del Descubrimiento de América (1492) se basó en gran media en su elevado consumo de energía y en el aumento consiguiente de su productividad, su peso económico y su poder militar.
Así que, cada vez que veas un generador de energía eólica o hidráulica, ya sabes que no es una cosa moderna y reciente, sino que es fruto de una larga evolución tecnológica.
¿Tienes algún ejemplo de molino antiguo en tu localidad?
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