Es mucho más que una cuestión energética
Quizás este argumento te parezca absurdo, pero creo que muestra la base del por qué la comunicación no lo es todo. Especialmente si no es fiel a la realidad y las preocupaciones de cada uno. Todos los argumentos a favor de la energía eólica no iban a convencer a mi amigo, mientras este se preocupara por las vistas que hay desde la ventana de su casa. Y esta preocupación tenía muy poco que ver con el mix energético del país. Generalmente las preocupaciones son mucho más próximas al día a día de cada uno:
- Quizás tiene miedo de que la cercanía de un parque eólico devalue el valor de su casa
- Tal vez se preocupe de que el movimiento constante frente a su ventana le distraiga de su trabajo.
- Puede que se preocupe por los pájaros cuyas rutas se verán afectadas por el parque.
Para cada una de estas preocupaciones se puede encontrar una solución. La clave es que esta solución solo la encontrarás cuando seas consciente de la preocupación que hay más allá del rechazo. Con más argumentos sobre la disponibilidad del viento en las zonas costeras no se resolverá la preocupación de la distracción visual frente a la ventana.
La conclusión fácil es que mi amigo debería revisar sus prioridades y pensar en el bien común. La cuestión más interesante es: ¿Cuándo aceptas o rechazas alguna situación, eres consciente de tus razones?
Entender tus razones es encontrar tus valores
Defiendo el consumo responsable en todos los ámbitos. El argumento de que tienes muy pocos ingresos y “no te lo puedes permitir” no me vale. Argumento con teorías económicas, con el decrecimiento, con el minimalismo, con la importancia del consumidor como eje central del sistema de consumo. Todos estos argumentos tienen su validez, pero mi argumento personal es otro: Si permito que otros sean explotados para mi propio beneficio, quién me asegura que yo no sea la próxima víctima en esta cadena? Es un argumento profundamente egoísta: ya que quiero una retribución digna por mi trabajo, lucharé para que tu también lo tengas.
Rechazo el plástico, especialmente en su formato de “usar y tirar”. Mis argumentos giran alrededor de la escasez del petróleo, la dificultad de reciclar el plástico y el problema de los residuos que permanecerán los próximos cientos de años en el medio ambiente. Pero mi razón personal es mucho más inmediata: no me gusta la idea de que las toxinas liberadas por la mayoría de los plásticos baratos se acumulen en mi cuerpo. La preocupación por mi propia salud y la de mis seres queridos fue el punto de partida para disminuir el plástico en la mayor medida posible.
¿Qué otras razones existen?
El hecho de que tienes tus propias razones para aceptar o rechazar ciertas ideas no invalida la idea en sí. Te permite aceptar el punto de vista de otras personas sin que te sientas personalmente ofendido. Y quizás de esta forma se pueden encontrar otras soluciones, más innovadoras. Una vez que supe que el problema de mi amigo era el valor de su casa cambiamos de un fervoroso debate sobre “si las nucleares son renovables” a una charla amigable sobre la percepción social de intervenciones urbanísticas. Yo aprendí que un rechazo no siempre significa el rechazo a la idea (y mucho menos a mi persona). Mi amigo aprendió que a lo mejor existen otras alternativas a su problema personal que la plataforma anti-eólica.
¿Cuándo fue la última vez que te cuestionaste tus propias creencias?
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Imange: lumiago / flickr