Las especies invasivas. A veces hacemos una visita

Publicado el 20 diciembre 2014 por Carmen Ferreira @negocioscaninos

Las especies invasivas. A veces hacemos una visita sin prever que tenga consecuencias, lo que comienza siendo como un ejercicio de cordialidad puede terminar siendo una cadena de circunstancias que al final atan y esclavizan al huésped.

Llevaba mas de 5 meses solo allí, esa cuidad era como todas en las que había estado enorme, ruidosa, llena de gente, impersonal e inhóspita. Era lo que mas o menos contaba sobre todos los lugares a los que había viajado, para él era tan normal que lo único que sacaba en en claro de todos sus destinos, el mundo era redondo porque siempre gira hacía el mismo lado , las mismas personas, pero con distinto cuerpo, otra piel, otro idioma , pero a él le encantaba establecer similitudes entre personas que ya conocía sobre todo entre los mas cercanos a él era su particular manera  de recordarlos buscarlos por el mundo, no obstante su único entretenimiento en las cafeterías era identificar arquetipos e incluso si estaba muy aburrido les asignaba un totem, generalmente un animal respecto a su comportamiento o aspecto en esas situaciones aburridas. Estos ejercicios de fisionomía le permitían observar desde fuera a la gente sin tener que mediar palabra entre ellos, ni ofrecer tabaco, ni contar su aburrida vida, tampoco alimentaba falsas ilusiones ni esperanzas en aquellos tiempos de vacas flacas. No quería parecerse a todos aquellos que venden cantos de sirena ni nostálgicos que contaban lo bello que era España y lo feliz que se era hace ya mas de 15 años, me consideraba agraciado por mi capacidad de adaptarme al medio como las especies invasivas.
Era normal que por su trabajo que consistía en reparaciones se ampliase el tiempo que pasaba fuera de casa, desmontar máquinas era lo que tenía, podías saber que le ocurría pero a la hora de la verdad de una avería siempre salia otra, por aquello era muy normal el tener que permanecer en cualquier ciudad mas tiempo del presupuestado, además aquel país era muy diferente a lo que normalmente estaba acostumbrado, allí el tiempo se ralentizaba parecía que multiplicaba los minutos por 5 y las costumbres populares hacían que los horarios fuesen demenciales y nunca terminaba por saber si era festivo o no.
Acostumbrado a España dónde los empresarios le invitaban a comer en restaurantes, aquí la tónica era invitarlo a su casa, él evitaba esas situaciones, la motivo era fácil el era incapaz de devolver tal cortesía, allí vivía solo y aunque estuviese su mujer no eran buenos anfitriones, ni lo suficiente conocedores de aquella cultura para no ofender.
Un día tras rechazar varias veces no le quedó otro remedio que aceptar una comida un viernes, pero que clase de reunión de trabajo era esa, en casa de alguien rodeado de crios llorando, y de familiares que no entendían nada de lo que hablaban, ruidos que eran sus mujeres y sobras que traían platos al oir golpes o llamadas.
La comida era un plato tradicional, pocas veces lo había probado y era una versión para turistas, comerían con la mano cosa que a él le daba arcadas de solo pensarlo, además ese mal trago sin vino que llevarse a la boca únicamente bebidas dulces. Era una especie de fiesta sólo para hombres en la cual sólo le preguntaban por chorradas de su país, curiosidades y cotilleos, esas conversaciones eran terreno pantanoso porque si se trataba de no ofenderse mutuamente lo intentaba pero había algo que le impedía transigir con la intolerancia.
Intentó se cortés y comer aquello que le parecía fuerte de sabor y olor, intentaba excusarse pero no le dejaban marchar, le enseñaban cosas como si fuesen niños que te enseñan los regalos de navidad, y le preguntaban el precio de todo lo que se les ocurría, caro decían o barato, entre rato y rato intentaba huir de allí pero cuando no erá un café le sacaban dulces, era como el cuento de nunca acabar. Al fin a las 6 de la tarde acabó la comida 3 horas de interrogatorio.
Salió con una extraña percepción entró en aquél mundo cono si fuese una especie invasiva y salió con la sensación de haber sido fagocitado por ellos, no les interesaba para nada su trabajo, sacó claro que la calidad era algo muy prescindible para ellos, sólo querían de vez en cuando la compañía de alguien que les contase como era la vida en otras partes, les regalase alguna cosa curiosear sobre tradiciones y luego volver a sus rezos como todos los días. Comenzó a darse cuenta de que la estancia allí no tenía sentido incluso ya una vez aceptada la invitación debieron catalogarlo de muermo y no insistieron mucho mas.

Pensé que me comería el mundo y el mundo me ha comido.

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