Cuando se piensa en la bomba atómica, la mente evoca imágenes de las explosiones de Hiroshima y Nagasaki, las masacres que marcaron el final de la Segunda Guerra Mundial en agosto de 1945. Su origen, sin embargo, no se conoce tanto, y la escritora estadounidense TaraShea Nesbit lo recuerda en su primera novela, Las esposas de Los Álamos (2014), inspirada en la investigación que un equipo de científicos llevó a cabo en esta zona de Nuevo México para dar con la tan codiciada arma nuclear. Nesbit, además, da voz a las actrices secundarias: las parejas de los investigadores, mujeres que no aparecen en los manuales de historia, mujeres que desconocían (al menos de forma oficial) el trabajo de sus maridos, pero que convivieron con el incómodo secretismo durante dos años, un tiempo en el que vieron crecer a sus hijos mientras se mantenían alejadas de su tierra y de sus otros seres queridos.
TaraShea Nesbit
En suma, el debut de Nesbit se aproxima, de forma más literaria que histórica, a una vertiente de la Segunda Guerra Mundial poco explorada en narrativa. En lugar de seguir un argumento causal al uso, deja que el peso recaiga en las emociones del colectivo de mujeres, una voz íntima que alcanza momentos de un lirismo notable y que no individualiza las acciones. Las esposas de Los Álamos tiene más interés por esta experimentación (su rasgo más llamativo y a la vez el más perjudicial) que como novela instructiva sobre cómo se fraguó la bomba atómica. A pesar de sus problemas, siempre es agradable descubrir a una autora que no aspira a hacer más de lo mismo y enriquece la literatura sobre un tema tan trillado con otro enfoque.