Es tradicional, es bonito y entrañable, asociar la Navidad a esa estrella rutilante que en los tradicionales belenes se situaba junto a la cueva en la que se representaba el nacimiento de Jesús, y que lucía como señuelo para los pastores que la tradición cuenta que fueron a adorar a Jesús, y hasta para los Reyes Magos que desde Oriente se dirigían en
Entrañables y emocionantes leyendas que, en su vertiente fantasiosa, han llenado nuestras infancias y nuestra juventud, hasta que la desacralización de los tiempos actuales ha trocado aquella estrella y aquella representación de los nacimientos de Jesús en árboles iluminados y guirnaldas que contornean las plazas y calles.
Mas por encima de aquellas o estas representaciones actuales, el tiempo de Navidad sigue entrañando una llamada al afecto entre las gentes, entre las personas de la misma familia, entre los amigos, entre los vecinos, y hasta entre los conciudadanos, que llegan a ser capaces de enervar sus cuitas y diferencias, sus
extremismos a veces fanáticos, para que parezca (al menos para que parezca) que sobre el mundo y sobre la sociedad empieza a reinar la armonía del cariño.
Tiempo también de recuerdo a aquellos que ya se nos fueron de nuestra vida material, bien por largas ausencias, bien porque sus existencias pasaron a otro estadio.
Y ahí surgen las nostalgias de los tiempos vividos con ellos, en su compañía, y de las bondades de sabiduría y cariño que nos legaron.
Surgen así en la Navidad “las estrellas”, esos otros astros o planetas que en las oscuras noches de la Navidad orlan y acompañan a la estrella de Belén, la que según la tradición marcó el camino hacia Jesús.
Esas otras “estrellas de la Navidad” nos reconfortan en la nostalgia, porque nos hacen sentir cercanos, como revividos, como permanentes, a quienes ya dejaron este mundo y que , al menos deseamos, ya gozan de la paz y el descanso que al despedirles les deseamos.
Sirvan estas líneas para desear a todos y cada uno de los lectores que luzcan en el firmamento de sus
Y entre esas “estrellas de la Navidad”, en esta ocasión no puedo dejar de tener presente a la egregia persona que durante los últimos años ha significado un modelo de humanidad, sabiduría y
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA