Variante II
Se puede escribir de otra forma el relato del señor del hotel des Voyageurs, de una forma digamos inteligente. Para lo cual en primer lugar se tendría que conseguir que el lector no dudara en ningún momento de que se trata de un relato. Para ello, suprimir el vínculo que une al señor con el hotel, con su comida del mediodía, con sus ocupaciones, con la ciudad, con el entorno, con el tiempo, etcétera. Luego suprimir el vínculo que une al señor consigo mismo, es decir, fragmentar su discurso en diversos discursos salidos del limbo en que flotarían unas palabras indeterminadas que no procedieran de ningún otro lugar que no fuera el inconsciente colectivo. Luego suprimir cualquier intervención aparente del autor como si la formulación definitiva de estas palabras no tuviera nada que ver con él. Luego, a fin de que la hipótesis absolutamente ideal del señor comiendo en su hotel no pueda de ningún modo dejar suponer que era susceptible de ser el punto de partida de la narración, su centro putativo, desplazarlo y añadir ahí un conjunto de situaciones distintas donde alguien no precisado, un él o un uno o cualquier otro sustituto gramatical indefinido, evoque sesgadamente, de vez en cuando, lo menos posible, como de paso, la situación del señor comiendo aparentemente convertida en subalterna, en suprimible. Cuando todo esté enmarañado a placer el autor podría sembrar el texto de condicionales infinitivos, paréntesis, puntos suspensivos, cortes, sangrados, recurrencias puramente formales… a no ser que suprima toda construcción sintáctica o toda puntuación, lo que es más fácil, para ahogar definitivamente su idea primigenia. El texto así ejecutado respondería a las exigencias de un lector inteligente. Queda por saber si ese lector no leería algo distinto en su lugar, una novela porno o una policíaca, para olvidar precisamente que su inteligencia no le sirve nada más que para denunciar sus desaguisados. A no ser que se ponga él también a escribir algo inteligente. De tal suerte que en último término lo único que podría quedar para leer serían las novelas porno o las policíacas has el momento en que se dejaran de leer, por aburrimiento, y en que concienzudos y desinteresados profesores se esforzaran en demostrar que… ¿Que qué? Y además ¿quién iba a escucharles?
Robert Pinget
Señor Sueño
Traducción: Juan Díaz de Atauri
Editorial: Antonio Machado Libros
Foto: Robert Pinget