Y una vez más, hoy asistimos a una exposición universal, y una vez más, China encuentra el modo con que mostrarse al mundo con un presupuesto inalcanzable para cualquier otro anfitrión. Y de nuevo, son los pabellones los que suscitan la admiración o la crítica, al margen de la escasa afluencia de público que no alcanza ni de lejos lo previsto. Aunque también preveo que tras la expo, habrá una crítica más que hacer y es que al igual que con las olimpiadas, las infraestructuras pensadas para el evento, no tendrán función alguna tras este, quedando sin uso, como ya pasase en Sevilla.
Por su parte el chino, se sirve de una técnica tradicional de construcción para dar forma a su pirámide invertida y truncada de madera, pero que personalmente supone una megalómana estructura nada atractiva. Y como siempre, países conocidos por sus tiranías políticas que los gobiernan, muestran en sus edificios lo casposo de sus razonamientos, como el "castillo" iraní, o el anticuado norcoreano.