Un 18 de septiembre de 1750 nacía Tomás de Iriarte. Su carrera como traductor no tuvo grandes aciertos, sin embargo se destacó como compilador y autor de fábulas en castellano.
A tratar de un gravísimo negocio
se juntaron los zánganos un día.
Cada cuál varios medios discurría
para disimular su inútil ocio;
y por librarse de tan fea nota
a vista de los otros animales,
aun el mas perezoso y mas idiota
quería, bien o mal, hacer panales.
Mas como el trabajar les era duro,
y el enjambre inexperto
no estaba muy seguro
de rematar la empresa con acierto,
intentaron salir de aquel apuro
con acudir a una colmena vieja,
y sacar el cadáver de una abeja
muy hábil en su tiempo, y laboriosa;
hacerle con la pompa mas honrosa
unas grandes exequias funerales,
y susurrar elogios inmortales
de lo ingeniosa que era
en labrar dulce miel y blanda cera.
Con esto se alababan tan ufanos,
que una Abeja les dijo por despique:
¿No trabajáis mas que eso? Pues, hermanos,
jamas equivaldrá vuestro zumbido
a una gota de miel que yo fabrique.
¡Cuántos pasar por sabios han querido
con citar a los muertos que lo han sido!
¡Y qué pomposamente que los citan!
Mas pregunto yo ahora: ¿los imitan?
Moraleja: Fácilmente se luce con citas y elogios a los hombres grandes de la antigüedad; el mérito está en imitarlos.