https://naturalezaenasturias.blogspot.com/2015/06/las-fabulas-de-osomedio-la-cabra-y-el.html
En Osomedio siguen ocurriendo cosas, algunas muy curiosas.
Osomedio no es ajeno a la presión de una oferta turística cada vez más competitiva y más centrada en ofertar experiencias rápidas, casi instantáneas, con obligatoriedad de grandes dosis de emoción, nula formación o educación, y siempre, siempre, con garantía de fotografías únicas.
Osomedio era un lugar donde los recursos naturales eran eso, recursos. Y como tales eran regulados.
Se regulaban los pastos, los tiempos de uso, las veceras (cuando te tocaba ir con el ganado menor de todo el pueblo), las sextaferias (cuando te tocaba colaborar para conservar los recursos comunes), las cortas, las sacas, se regulaban los frutos, las propiedades, los turnos de molienda....
Osomedio nunca fue ajeno a la regulación. Pero ahora a los vecinos de este lugar mítico y mágico, les ha llegado la fiebre del oro. En este caso la fiebre del oro pardo.Se han encontrado de pronto con un tesoro en las manos y aunque no debería ser así, puede que ocurra como con el oro de verdad: puedes tenerlo todo y puedes perderlo todo, porque puedes pasar de una fuente inagotable a un recurso finito.
En Osomedio el recurso ha pasado a ser un futurible regulado, no para conservar el recurso, si no para beneficio de algunos.
Y es que el recurso de Osomedio es el avistamiento de osos. Con una particularidad, es un recurso accesible a cualquiera que tenga paciencia y unos prismáticos.
Y es que Osomedio hace mucho, mucho tiempo, fue pionero en regular el espacio con diferentes usos permitidos, prohibidos o autorizables. Y entonces los recursos eran el propio espacio. Podías acceder a ese espacio, o no, en función de ser propietario, ser vecino, ser investigador, ser turista, y dependiendo de lo que fueses podías usar o no ese espacio.
¿Qué ocurre ahora? Pues que lo que hasta ahora era un espacio común, se ha convertido en un bien deseado por unos pocos que quieren que el oso se haga selfies solo con ellos.
Así que se ha orquestado una campaña del "oso peligroso", una campaña de "nosotros parimos (la idea de criar osos) nosotros decidimos" y una campaña de "mi sitio para ver osos va a ser más exclusivo que el tuyo".
Ver osos en Osomedio se quiere regular. Y está muy bien. Porque las empresas que llevan turistas a ver osos quieren que las suyas sean las experiencias más alucinantes, excitantes y sobre todo fotografiantes, de todas.
Eso provoca cierto estrés a los osos si están acostumbrados a que les miren de lejos, y de pronto cada vez se encuentran con gente más osada en su terreno.Pero no se quiere regular para que todos, todos cumplamos la legislación existente y nos quedemos a ver osos desde donde se puede (mala suerte si se ven desde un mirador público). Se quiere regular para que las empresas tengan sus parcelas, caminos, miradores exclusivos. Dentro de territorio donde el resto de los mortales (léase "los que no pagan a las empresas") no puedan acceder legalmente.
Es decir, se quiere regular para beneficio de unos pocos. Regular un bien común, público y accesible para que se beneficien unos pocos con licencia. Pues vaya.
Yo creo que en Osomedio se están equivocando. La exigencia de hacerse selfies con el oso va a ser cada vez más dura. Pagar 80 o 90 euros por persona para ver lo mismo que el de al lado que no ha pagado nada pero también sabe dónde mirar, va a llevar al negocio a la ruina.
Pero crear una ley para beneficio de unos pocos, obviando la conservación del oso... tampoco parece una buena idea (digo yo).
Creo que se equivocan vendiendo el oso. El oso no puede ser el reclamo. El oso solo es una parte de un todo que apenas se conoce y mucho menos se valora. En Osomedio hay oso por todo lo demás, no al revés.
Creo que el oso no debería ser la mina de oro. Es la educación, el conocimiento, el concejo, los bosques, la interpretación del paisaje, la lectura de la geología... lo que debería costar 80 o 90 euros. Y si después se ven osos, pues sería parte del pastel. No el pastel completo.
Claro que para eso la regulación debería ser esa. No autorizar empresas que llegan a ver el oso desde otros lugares, sacan sus cámaras, hacen sus fotos y se van rápido a ver el siguiente espectáculo. Autorizar solo a aquellas que expliquen, dediquen tiempo a la educación, editen sus recursos, favorezcan el conocimiento del entorno, el consumo de productos locales, repartan en varios días sus actividades, promuevan el conocimiento de la etnografía.... y además te explican dónde ver osos de lejos y por qué en su código ético no hay lugares exclusivos, ni privilegiados, porque no es el oso lo que hay que proteger, es a Osomedio.
De otra forma lo mejor será hacer también un cercado en Osomedio donde encerrar juntos a osos y turistas para que se puedan hacer selfies juntos.
Ese mismo día, más de treinta personas pasaron por el mismo camino. Creo que solo yo vi las huellas.