Las Farc son su peor enemigo

Publicado el 15 noviembre 2014 por Kikisan @starsailover

Timochenko, máximo líder de las Farc, actualmente en conversaciones de paz con el Gobierno Colombiano


Los hechos recientes: el asesinato de líderes indígenas en una aparente confrontación con miembros de las FARC al intentar retirar una valla del grupo armado ilegal en la que invitaban a celebrar el aniversario de fallecimiento de su antiguo líder Alfonso Cano pone de manifiesto uno de los mayores obstáculos del proceso de paz en Colombia.
Las FARC son su peor enemigo.  Al dar muestras de arrogancia continuamente con declaraciones y comunicados retadores con la intención de mostrarse fuertes y poner de manifiesto que aun tienen capacidad militar sólo reflejan su inmensa miopía política.
Acusar a la justicia indígena por la condena contra los miembros implicados en esta seria violación de los principios mínimos del Derecho Internacional Humanitario de ser desproporcionada o insinuar que deberían ser ellos mismos los que juzgaran el asunto son declaraciones que se devuelven contra el grupo terrorista como un bumerán.
Al final del día, la voluntad de conseguir la paz requiere más que un pliegue de peticiones y desconociendo que son ellos también parte del problema al desconocer hasta hace poco a sus víctimas en el conflicto.
Se requieren más pasos y las FARC deben entender que no es sólo sobre el estado colombiano sobre el que debe apuntar el dedo acusador.
Para terminar esta entrada le vendría a las Farc muy bien las palabras dedicadas por el presidente uruguayo José Mujica en entrevista a El Espectador:

Era impensable que usted, luego de ser guerrillero, fuera presidente de la República. ¿Así de utópico en esta época sonaría que algún líder de las Farc pueda llegar a ser presidente de Colombia?
Sí, pero puede ser. Tendría que transformarse él también y el tiempo, que es un gentil hombre, y aprender muchas cosas. Tener una capacidad de tolerancia muy grande y aprender que los procesos son lentos. Necesitamos una buena dosis de humildad. Cuando somos jóvenes somos muy apurados y muy ingenuos, nos parece que es posible cambiar el mundo y nos parece que lo sabemos todo. En la medida en que vamos envejeciendo, cuando las piernas flaquean, tenemos mayor tolerancia y nos damos cuenta de que lo imposible siempre cuesta mucho más.