Tic-tac.
Un domingo menos.
Tic-tac.
El último derbi de Liga.
Tic-tac.
La última Navidad en casa.
Entre permisos consistoriales, patrocinadores, obras de metro y nuevos nombres el nuevo estadio se introduce en nuestras vidas.
Tic-tac.
Las peñas visitan el nuevo estadio, los socios pueden reservar sus asientos.
Y se va llevando los restos del Calderón consigo.
Las féminas también quieren despedirse de la que podría haber sido su casa.
El Atlético féminas jugó el domingo contra el Barcelona, líder contra co-líder en una ocasión especial, porque fue la primera vez, y será la última, que las chicas colchoneras jueguen en el Calderón.
Cuando servidora era pequeña, y las niñas jugaban con ser veterinarias, o princesas, yo soñaba con ser profesional en el Atlético, enfundarme la rojiblanca cada domingo y salir a correr bajo los focos, rozando el césped con las manos, antes de pisar el Calderón. Sueños de niños, dicen. Porque en aquel entonces parecía inalcanzable que una niña que cada sábado llevaba la rojiblanca en los campos artificiales del Cotorruelo llegase a jugar en el templo. En aquella época, cuando hasta Milene Domínguez caía ya en el olvido, las féminas jugaban en el Cerro del Espino, como hasta ahora.
Quizá si hubiera puesto más esfuerzo, si hubiera corrido más en cada balón, si no fuera por las lesiones, si…
Hoy el Atlético féminas ha cumplido su sueño, y el de muchas personas que nos unimos para recibirlas, a la orilla del Manzanares.
La afición las recibió con los brazos abiertos, casi 14.000 personas esperando para entrar al estadio y los accesos desbordados.Y las chicas respondieron con creces venciendo al Barcelona para colocarse líderes.
Tic-tac.
Ellas también han tenido su despedida.
Tic-tac.
Wanda Metropolitano, un nuevo escudo y la promesa de una nueva época donde el Atlético se rinde al poder de Don Dinero.
Tic-tac.
Agosto se acerca.