Las fiestas les descolocan

Por Celia Garabaya @britishbubbles

Las fiestas, son esos momentos que hacen que la vida cuente. Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo trabajando y sobre todo cansados. Y es durante unos cuantos días, que podemos tomarnos nuestro tiempo y disfrutar de la vida. Y sobre todo de nuestros niños. Lo peor, es el jaleo, que hace que nos descoloquemos y que nos cueste mucho volver a la rutina después de un tiempo de cambio en nuestras rutinas. Algo totalmente lógico. Ahora nos tenemos que poner en el lugar de nuestros niños. Si a nosotros nos afecta como nos afecta, imaginemos, como repercute ese cambio en las rutinas y los horarios de los niños. Vamos a ver que podemos hacer y como podemos conseguir que nuestro niño no pierda mucho el norte.

Las rutinas en los niños.

En verdad, hay dos corrientes de pensamiento muy diferentes en cuanto a las rutinas de los niños. Todos tienen claro que los niños se sienten más cómodos y más arropados, cuando están sometidos a una serie de rutinas y horarios. Es algo lógico, cuando hacemos siempre lo mismo, nos acostumbramos y a nuestro cerebro no le cuesta asimilar otras actividades. Sabemos exactamente lo que va a pasar antes y después. Y eso hace que le niño esté más relajado.

Sin embargo, hay mucha gente que defiende que los niños no deben tener tanta rutinas como se les implanta. Y unos horarios tan estrictos. Al fin y al cabo, lo que hace tener una rutina, es convertirnos en autómatas. Matando poco a poco nuestra creatividad innata. No nos deja experimentar, probar el riesgo de cosas nuevas. Con lo que los cerebros de los niños, acabarán acostumbrándose a seguir lo indicado. Algo que es fácil para los padres, ya que nos resultará mucho más fácil de llevar a niños que estén totalmente acostumbrados a sus horarios. Que no un niño, que cambie y modifique sus costumbres.

Durante las fiestas o vacaciones, solemos dar más manga ancha a nuestros niños con todos los horarios. Algo normal, ya que incluso, nosotros estaremos más descontrolados y no tendremos los mismos horarios que durante el trabajo.

Es normal, que los niños que más sometidos a un horario estén, más se descolocarán cuando salen de lo establecido. Al fin y al cabo, no están habituados a romper las normas. Y al hacerlo, sus cerebros funcionan como si de una droga se tratara. No tener una hora de comer, solo cuando acabemos de jugar, comer más chucherías, ver a los amigos, primos… Acostarse mucho más tarde. Regalos, atenciones… Todo influye en su percepción. Y para ellos será difícil de asimilar y eso que son cosas que al niño le gustan.

Pero, la falta de costumbre, hace que su cerebro se active como no lo ha estado en mucho tiempo. Provocando una serie de problemas como el estrés, la ansiedad, el insomnio a pesar de estar muerto de sueño… Son algunas de las consecuencias que nos podemos encontrar en la época de fiestas como es la Navidad. Ahora veremos como podemos hacer para conseguir que el niño vuelva a su estado natural, después de un día con muchas más emociones de las que tiene de forma normal.

A relajar al niño.

Es cierto que los niños se ponen más pesados y hacen más tonterías cuando están nerviosos. Pero, eso nos pasa a todos. Cuando nos ponemos nerviosos, solemos hacer cosas sin saber por que, o nos comportamos como tontos delante de otras personas. Son los nervios y si nos ocurre a nosotros que ya estamos más que acostumbrados a las situaciones de alto estrés. Imaginemos como le sientan a nuestros niños. Para los que casi todo es nuevo.

Lo importante, es conseguir que los niños después de los momentos de más emoción puedan volver al estado natural de normalidad. Ya que será lo mejor para que pueda descansar y volver a empezar el día siguiente repletos de energía, que la necesitarán para otro día de fiesta con la familia.

Hay un detalle que me gustaría destacar. No podemos culpar a los niños por esos estados de nervios. No es su culpa, lo que tenemos que hacer, es preocuparnos para enseñarles a bajar de un estado tan alto. Ellos no tienen ninguna culpa, es la situación que tienen que vivir la que les provoca ese comportamiento.

Intenta rebajar los nervios poco a poco. No pidas al niño, que de estar por ejemplo jugando como un loco con sus primos a los que casi no ve. Digas tú, ya está nos vamos. Y el niño, por arte de magia, se quede tranquilo a tu lado. Debemos ir poco a poco. Cambiando los juegos de más movimiento, a juegos más tranquilos. Incluso la música, las voces (en muchos casos que damos los adultos cuando nos juntamos). Las luces, también influirán, de luces fuertes pasar a tenues. Ir relajándole con la voz suave, proponerle otras actividades más tranquilas que le gusten y que podamos hacer en casa para conseguir que centre su enfoque en otro punto diferente.

Una buena actividad que podemos realizar para que se vaya bajando la ansiedad. Es que nos cuente todo lo que ha hecho, en principio, empezará con mucha fuerza a contarnos, según vaya contando y haciendo el repaso del día, el niño irá disminuyendo la intensidad. Al acabar se lo habrá sacado todo de encima. Y se encontrará mucho más relajado.

La música suave, la voz dulce, los abrazos, una bebida caliente con unos bollos, poner unas velas en casa, en vez de las luces. Son actividades y ejercicios que podemos hacer para conseguir que el niño vuelva a su estado normal. Incluso en estos días, el dormir con él, puede ser una buena idea. Siempre y cuando sea un niño que no se revoluciona más cuando duerme con nosotros. Al fin y al cabo, todos sabemos que estas fechas son especialmente para descolocarnos y volvernos locos. Y cuando volvamos al trabajo o a la escuela, estaremos aun más cansados, que cuando nos cogimos las vacaciones.

Así es que ya sabes, a disfrutar y a dejar más libertad a nuestros pequeños. Que para eso estamos en Navidad, o en un cumpleaños…