Las flores de la guerra

Publicado el 08 marzo 2017 por Aleon @Aleonpizarro
Geling Yan.

Título: Las flores de la guerraAutora: Gelin YanEditorial: Alfaguara, 2012Páginas: 256.
Sinopsis.
1937, Nanjing: el ejército japonés ha entrado en la capital china a sangre y fuego. La guerra ha atrapado a Shujuan junto con otras doce estudiantes en el desván de la parroquia Santa María Magdalena, al cuidado del padre Engelmann. Aunque hay algo que sacude su mundo con más fuerza que el sonido de los disparos. 
Cuando la misteriosa y seductora Zhao Yumo llega al frente de un grupo de prostitutas en busca de refugio, las niñas y los clérigos tienen que enfrentarse a sus propias encrucijadas: ¿dónde está la justicia?, ¿qué los distingue de esas mujeres?, ¿cómo defenderse de la crueldad?
Una sobrecogedora historia de miedo y violencia, pero también de amor, pasiones ingobernables, amistad y compasión, que Zhang Yimou llevó al cine en la mayor producción cinematográfica de la historia de China.
Impresión personal.
Hay un libro de esos que nunca olvidaré por lo que me estremeció su historia y lo que pude llorar de pena y rabia con muchas de sus escenas. Fue La orquídeas rojas de Shangai de Juliette Morillot, una novela dura donde las haya, con unos hechos estremecedores y unos personajes, supervivientes a la barbarie japonesa, difíciles de olvidar. Pues bien, esta novela sin ser tan dura como aquella, porque su redacción es más sencilla y deja mayor margen a la imaginación del lector, con menos descripciones detalladas de los hechos y más huecos por rellenar por los lectores, también me ha resultado dura, sobre todo, porque estamos ante hechos históricos reales en una situación particular que bien pudo suceder al amparo de lo que en realidad pasaba en plena guerra chino-japonesa.
Cada vez que miramos a las guerras del siglo XX nunca nos falta la primera y la segunda Guerra Mundial y siempre nos vamos a la Alemania nazi y a países europeos relacionados de alguna manera con la historia de los nazis. Sin embargo, las Guerras Mundiales eran precisamente mundiales porque se extendían a otros países del mundo, incluso alejados del fragor europeo. Esto es lo que se narra y acontece en Las flores de la guerra, la invasión de la capital china de entonces, Nanjing, por parte del despiadado ejército japonés ante la huida cobarde de los mandos chinos que dejan la ciudad a expensas del enemigo. Un enemigo que, tal y como se describe en éste y otros libros, no respeta tratados ni leyes internacionales referidos a los prisioneros de guerra y asesina impunemente a todos los soldados presos que inocentemente se entregan, a las mujeres, sean niñas o viejas, que son sistemáticamente violadas, ultrajadas y asesinadas, o convertidas en esclavas sexuales para disfrute de soldados en las llamadas Casas de Confort. Una situación de horror sistemático que se narra en pocas páginas pero que no requiere de mayor extensión porque claramente eres capaz de ponerte en el momento y en el lugar donde todo acontece. Se huele el miedo y el terror de unos, sobre todo, de unas y la crueldad y el abuso de poder de los otros, los que dominan la ciudad.
En medio de toda esta vorágine, como en una isla cerrada, conviven en una parroquia americana, un par de curas, el padre Engelmann y el diácono Fabio, con unas niñas internas que por ser huérfanas la mayoría, no han conseguido salir de la ciudad antes de la invasión japonesa. Niñas inocentes que viven en un mundo egoista, ignorante y totalmente fuera de lugar, que no entienden que está pasando fuera porque nunca salen del internado y sólo se rigen por lo que se les ha enseñado de puertas adentro, y los caracteres propios de la adolescencia. En este mundo tan cerrado y ajeno al exterior, de repente, entran en escena una serie de mujeres prostitutas que se refugian en la parroquia para escapar de las fuerzas japonesas. El choque es inevitable e indignante en muchos casos. Ese egoísmo contumaz de los seres humanos, esa falta de solidaridad, ese pensarse superior a otros seres humanos simplemente por pensar o actuar de otro modo, sale a relucir de forma exacerbada en el mundo idílico de la parroquia ¿cómo mezclar y poner a convivir unas niñas inmaculadas con unas prostitutas en un mismo espacio? ¿cómo compartir agua y comida con esos seres impuros? ¿cómo escuchar esa manera de hablar sin pervertir las mentes "puras" de las niñas? Y todos estos dilemas morales en medio del caos y la barbarie que están sembrando en el exterior los soldados japoneses, como si en casos tan extremos y ante una posible muerte inminente, también hubiera diferencias de clases.
Me ha ido gustando la evolución que se va produciendo en las mentes y los actos de la gente que convive durante este breve periodo de tiempo en el interior de la parroquia. Cómo las niñas pasan de la crítica mordaz y el asco, hacia la curiosidad y finalmente el respeto hacia esas mujeres de "mala vida" que parecen romper su idílico mundo. Cómo van asumiendo la realidad de lo que ocurre fuera y como esa barbarie las iguala en la desgracia al resto de los que conviven con ellas esos días. Y como acaban admirando la valentía y el espíritu de sacrificio de unas mujeres marcadas desde la infancia, cada una de una manera y con una historia que la autora nos va dando a conocer sin mucha profundidad, pero dejándonos entender que ninguna de ellas era lo que era por elección propia.
En definitiva, una novela que en pocas páginas nos narra unos hechos tremendos que acontecieron en la guerra chino-japonesa, una historia con un final ejemplar protagonizado por unas mujeres ejemplares y un epílogo que te reconcilia con el género humano.