Edición: Punto de lectura, 2013Páginas: 256ISBN: 9788466326742Precio: 6 € (e-book: 5,69 €)He leído muchas
novelas que recrean los conflictos bélicos del siglo XX, pero pocas me han impactado
y estremecido tanto como Las flores de la
guerra (2006), una de las últimas novelas de Geling Yan (Shanghái, 1958),
prolífica escritora china que ha publicado más de veinte libros con los que ha
ganado numerosos premios, aunque en castellano solo podemos encontrar este y La novena viuda. La obra que reseño se
sitúa en el marco de la segunda guerra chino-japonesa (1937-1945) y narra un
episodio de la llamada masacre de Nanjing, en diciembre de 1937, cuando el ejército japonés invadió esta
ciudad —que entonces era la capital de China— y llevó a cabo un terrible ataque
contra la población civil.La acción
comienza en una parroquia de Nanjing, donde el padre Engelmann y el diácono
Fabio Adornato intentan esconder a un grupo de estudiantes chinas, la mayoría
de ellas huérfanas. Sin embargo, sus circunstancias se complican con la llegada
de unas prostitutas que piden cobijo en la iglesia. Este dilema moral de proteger a mujeres de mala vida en un lugar en el
que también se oculta a unas muchachas puras e inocentes se convierte en el
gran tema de la novela. Una situación de hipocresía, porque todos (alumnas y
religiosos) rechazan a las prostitutas por no considerarlas dignas de un trato
igualitario, pero al mismo tiempo se sienten fascinados por ellas (las niñas,
porque nunca han conocido a nadie igual; los hombres, por estar poco
acostumbrados a tratar con unas féminas tan seductoras). Se trata, por lo
tanto, de una convivencia tremendamente
sugestiva; la parroquia pasa por su propia batalla interna mientras se oyen
los sonidos de las balas en el exterior. No se me ocurre un planteamiento mejor
para llevar al límite una situación ya de por sí extrema.En estas
condiciones, los personajes brillan gracias a una excelente caracterización, tanto física como psicológica, que hace
hincapié en los orígenes. Me cautivó la inteligencia de Zhao Yumo, la líder de
las prostitutas, una mujer astuta que demuestra que desde la educación y la
amabilidad se pueden conseguir grandes logros. Su papel contrasta con el que
sus compañeras, más toscas e impulsivas, reflejo de los estratos más bajos. Las
estudiantes también tienen un rol importante, tanto por su antipatía hacia
estas mujeres como por las rencillas entre ellas, peleas propias de la pubertad
que la autora sabe encajar a la perfección con el contexto de la guerra. La
protagonista del grupo es Meng Shujuan, que además sufre por motivos personales
(ella no es huérfana, pero sus padres están fuera del país y se siente
abandonada); la novela arranca con el momento en el que tiene su primera
menstruación, una escena cargada de simbolismo porque justo después, con la
llegada de las prostitutas, Shujuan las desprecia doblemente, por lo que son y
por ser consciente de que todas comparten los mismos dolores; una reacción de
identificación y repulsión a la vez.Los personajes
masculinos no les van a la zaga. Me pareció especialmente interesante Fabio, el
diácono, hijo de estadounidenses criado en China, un hombre que no encaja en
ninguna de las dos culturas y por ello siempre se siente solo, en medio de dos
mundos. También es digna de mención la relación que mantiene con el padre
Engelmann, mezcla de respeto y sumisión, en busca constante de la aprobación de
su superior. Los dos evolucionan en el trato que tienen con las prostitutas; un
cambio que sin duda invita a la reflexión obligada de que en los momentos
difíciles todos somos iguales (¿o no?). Por otro lado, a lo largo de la
historia aparecen otros personajes bastante relevantes que aportan más
perspectivas al asunto central. Geling Yan demuestra que no es necesario llenar
quinientas páginas para retratar en profundidad a bastantes personas; sabe
aprovechar el espacio y los protagonistas convencen.En relación con
los personajes, me ha llamado la atención el gran cuidado de la comunicación no verbal: la
descripción del tono de voz, las miradas, la expresión del rostro, el uso de un
determinado idioma o dialecto. No sé si se trata de un rasgo característico de
la literatura china en conjunto —apenas la he leído—, pero la capacidad de la
autora para plasmar todo lo que no se expresa con palabras es realmente eficaz
para dotar de vida a los protagonistas. Creo que este aspecto se suele pasar
por alto en gran parte de la narrativa que se publica (si obviamos los manidos
comentarios del tipo «abrió mucho los ojos») y la lectura me ha hecho pensar en
la cantidad de posibilidades expresivas que se pierden por no fijarse más en
estos detalles.A todo esto, no
olvidemos que Las flores de la guerra
se desarrolla durante una ofensiva, de modo que se trata de una novela dura, que no escatima en
descripciones de los abusos del ejército enemigo. Resulta fácil intuir que
la aparente protección de la parroquia no durará eternamente y quienes viven en
ella deberán hacer frente a situaciones aterradoras. Las escenas cotidianas del
interior de la iglesia se combinan con las del terrible estado en el que se
encuentra Nanjing y las muestras de crueldad de los enemigos; aunque no se
incluye ninguna nota sobre su fidelidad a la realidad, me atrevo a decir que
requirió una documentación importante. La autora logra recrear este clima de
inquietud constante con una escritura
elegante y precisa, capaz de golpear al lector sin recurrir a
sentimentalismos. Esta impecable versión ha sido traducida del chino y editada
de acuerdo a la edición inglesa por Nuria Pitarque Ledesma.
Geling Yan.
En definitiva, Las flores de la guerra cumple las
expectativas que genera esa poética paradoja de su hermoso título: estamos ante
una ficción histórica de tema bélico, pero también ante una magnífica
recreación de una situación controvertida en medio del conflicto, una situación
en la que las flores, las prostitutas, consiguen provocar un cambio en todos
los que las rodean. La novela destaca por la profundidad de los personajes, las
cuidadas relaciones entre ellos, la crueldad de la masacre y el planteamiento
de cuestiones que hacen pensar; además, mantiene el interés del lector de
principio a fin y logra implicarlo, conmoverlo, impresionarlo. Sin duda, una
aportación muy interesante que demuestra que en los libros sobre guerras
todavía quedan muchas posibilidades por explorar.Doy las gracias
a Bookworm por descubrirme esta novela.Las fotografías
corresponden a la adaptación cinematográfica de la obra, dirigida por Zhang Yimou
y protagonizada por Christian Bale. Se estrenó en 2011 y es hasta el momento la
mayor producción cinematográfica de la historia de China.