Las grandes derrotadas de las consolas de 32 bits (IV): Philips CD-i

Por Juan Carlos Fernández

El Philips CD-i es uno de los engendros (dicho sea con cariño), que más me han llamado la atención de la tecnología noventera. Esta máquina lanzada por Philips (en colaboración con Sony) en 1991, mitad consola, mitad ordenador, mitad reproductor de CD, nunca llegó a convencer a nadie, quizás porque quería abarcar demasiadas cosas en un momento demasiado prematuro y, siendo sinceros, no llegó a cumplir las expectativas en ninguno de los campos en los que se lo propuso.

Efectivamente, la intención era crear una consola superior, quizás más próxima a un ordenador, pero con unos costes inferiores a los ordenadores de la época, suprimiendo periféricos y aligerando el sistema operativo. Aún así, su precio de lanzamiento fue de unos 1.000$, lo que sin duda fue uno de los factores de su escasa popularidad.

Especificaciones técnicas

Si bien salieron varios modelos de CD-i, enfocados a segmentos de público diferentes, y que se diferenciaban fundamentalmente en los complementos que traían o en el tipo de mando, todos ellos compartían un chip 68070 de 32 bits a 15.5 MHz, una velocidad ciertamente inferior a otras consolas de 32 bits (véase la PlayStation a 33.8 MHz o la Saturn a 28.6 MHz).

En cuanto a memoria RAM, portaba un exiguo MB frente a los 2 MB de la PlaySation, 3DO o Amiga CD32. Gráficamente tenía una resolución máxima de 768×560 y contaba con la posibilidad de adicionar una tarjeta de video para decodificar MPEG-1. En el aspecto del audio tampoco destacaba en especial, al contar con un sonido de 16 bits con 8 canales.

Por supuesto, como su propio nombre indicaba, el formato de lectura que utilizó fue el CD-i (Compact Disc – interactive), aunque admitía CDs de audio,  Photo CDs y Video CDs.

Más adelante sacaron algo revolucionario para la época, el CD-Online, por medio del cual tenías acceso a internet, correo electrónico y la posibilidad de jugar en red.

Modelos

Como comentábamos anteriormente, se lanzaron varios modelos o series enfocadas a diferentes públicos o necesidades. La serie 200 estaba destinada a un público general o doméstico, era el modelo estándar que admitía todo tipo de usos . La serie 300 y 600 se vendía sólo a público profesional, puesto que estaba pensada para presentaciones multimedia y aplicaciones profesionales. La serie 400 y 500 se destinaba a videojuegos y elementos educativos. Se podría decir que la serie 400 era la versión consola del CD-i.

Aspecto exterior

En este apartado nos encontramos con multitud de diferencias dependiendo de la serie, ya que cada una adoptó una estética diferente. Así, nos podemos encontrar con la serie 200, que era prácticamente idéntica a un reproductor de CD con su correspondiente mando a distancia (o mando), donde los CDs se introducían por el frontal, o la serie 400, mucho más parecida a una consola y con apertura superior para los CDs. Eso sí, en todos los modelos y series primó el color negro o gris oscuro.

Recepción y vida

La vida del CD-i fue bastante azarosa, ya que tuvo que competir con centros multimedia,  consolas y ordenadores y, ya se sabe, cuando se quiere abarcar mucho lo más normal es que no cumplas las expectativas. Así es, pronto se vio que como consola no valía demasiado, ya que era poco potente y los mandos no eran nada apropiados para jugar. Es más, esta consola tiene el dudoso honor de contar con algunos de los elegidos como peores juegos de la historia, como pudo ser Hotel Mario. Asimismo, resultaba ser un ordenador mediocre, que ni siquiera llegaba a incluir teclado como opción ni disquetera.

Algo más de aceptación tuvieron los juegos tipo concurso de televisión, los juegos educativos, los CDs interactivos temáticos y las enciclopedias virtuales. Pero fue precisamente esta circunstancia la que provocó el rechazo hacia esta máquina, ya que se convertía en un engendro excesivamente caro para acabar utilizándolo únicamente como enciclopedia virtual.

Aún así Philips aguantó y mantuvo el CD-i en mercado hasta 1998, especialmente en Europa donde las ventas fueron bastante mejores que en EEUU o Japón, aunque fue especialmente claro ya desde 1994 que era un producto totalmente prescindible, en el cual nunca acompañaron las ventas (se dice que vendió unas 250.000 unidades únicamente).

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