Hay otras miles de mentiras circulando, envileciendo la política, ensuciando el liderazgo, invalidando la democracia y atolondrando a los ciudadanos, pero no son tan dañinas como las cuatro citadas. Entre ellas destacan que los políticos son honrados, que no hay dinero suficiente para mantener las pensiones y los servicios básicos, que endeudarse es necesario, que se cobran los impuestos justos, que gobiernan para los ciudadanos, que nos representan y que se pretende educar y formar a los niños y jóvenes, cuando es justo lo contrario.
Nadie miente mas que el poder político, sobre todo cuando ese poder, como ocurre en España, se ha apropiado del Estado, ha demolido el sistema de controles democrático y ha expulsado a los ciudadanos con la intención de quedarse con todos los privilegios y beneficios del poder público. El Estado, cuando está en manos de corruptos y rufianes sin respeto a la democracia, es el peor mentiroso.
Los periodistas son los grandes cómplices del "engaño español", pero sus principales responsables son los políticos, que han optado por la mentira como método de gobierno.
El relativismo moral es dueño de la filosofía del poder, que intenta evitar por todos los medios que el ciudadano piense, esté informado y asuma la sabia sentencia de que "La verdad os hará libres". Los gobiernos mienten a sus ciudadanos y de ese modo pierden la legitimidad democrática. El principio de que "el fin justifica los medios" se ha convertido en la base moral de los políticos corruptos.
Cuando los gobiernos mienten, envilecen a los ciudadanos y destruyen la convivencia. Las hemerotecas descubren con frecuencia la bajeza de los políticos, que cambian de opinión y criterio con frecuencia, además de incumplir sus promesas, pero la frecuencia de esas aberraciones es tal que cada día se ve con más normalidad que los políticos se comporten como canallas, falsos y malas personas.
Es la hora de rebelarse contra la mentira del poder, que es un monstruo insaciable, y de recordar lo que dijo el filósofo Kant, que la mentira es siempre mala, incluso la que tiene buenas intenciones.
Los gobiernos mentirosos, como los que han gobernado España desde la muerte de Franco, con énfasis especial en la figura del gran falsificador Pedro Sánchez, son indignos de gobernarnos y deben ser rechazados y expulsados del poder por la ciudadanía decente y sana.
Francisco Rubiales