Existen ciertas discrepancias acerca de si es idóneo o no que los pequeños acudan a las guarderías en su temprana infancia. Los que piensan que sí, esgrimen argumentos como estos:
-Permiten a los padres ejercer su actividad laboral sin problema.
-Se favorece la socialización del niño, al aprender este a convivir con otros pequeños de su edad.
-Cuentan con una alimentación más variada, que a veces es difícil de proporcionar en sus domicilios.
-Permiten la detección de pequeños defectos sensoriales (auditivos, visuales, de aprendizaje…)
Por otra parte, son tres las principales razones que llevan a otro gran grupo de personas a pensar que las guarderías no son del todo convenientes:
-La primera de ellas hace referencia a las infecciones, sobre todo las infecciones respiratorias de las vías altas. Si normalmente un niño que no está en la guardería tiene de cinco a siete procesos catarrales por año, en la misma se multiplican por tres. También las infecciones intestinales (diarreas) y de piel (enfermedades exantemáticas, impétigos, etc.) son más habituales en los niños internados en guarderías. En cualquier caso, otros afirman que esto a la larga es beneficioso, pues mejora el sistema inmunológico del pequeño.
-Otro de los inconvenientes es el que se refiere a las caídas y pequeños accidentes. Son relativamente frecuentes, entre otras razones, porque los niños están iniciando la marcha y los pequeños desequilibrios se los provocan.
-Finalmente, la razón quizá más sólida está relacionada con la necesidad de estos niños y niñas de un contacto materno y paterno más frecuente. Se piensa que pasar muchas horas alejados de ellos, sobre todo en estas edades tan tempranas, pudieran perjudicar a su íntegro desarrollo en esta etapa, por lo que se recomienda que sean los propios padres los que los cuiden.
Dejamos a vuestra elección el posicionaros en uno o en otro punto.
foto|Salvatore Vuono