Título Original: (Las guerras de Elena, 2014)
Autor: Marta Querol Benèch
Editorial: Ediciones B
Copyright:
© Marta Querol, 2012
© Ediciones B, S.A., 2014
Edición: 1ª Edición: Enero 2014
ISBN: 9788466654104
Tapa: Blanda
Etiquetas: superación, amor, empresa, mujeres, ficción histórica, literatura española, novela, años 60, años 70, ficción contemporánea, guerra del Líbano
Nº de páginas: 464 Argumento:
Empresaria y madre separada, Elena Lamarc es una mujer adelantada a su tiempo. Acostumbrada a bregar en un mundo empresarial masculino, Elena lucha por sacar su empresa adelante, aunque eso le cueste el rechazo de una parte de la cerrada y tradicional sociedad española de finales de los 60 y la incomprensión por parte de muchos de sus compañeros empresarios.
Pero la esfera laboral no será la única guerra que Elena tendrá que librar. También en lo personal es una mujer inusual para la época: tras descubrir la infidelidad de su marido, se separará de él y emprenderá una vida independiente en la que tendrá que hacer malabares para conciliar su trabajo, su pasado con Carlos y las heridas que aún quedan abiertas, su hija y unos sentimientos que nunca creyó que volviesen a despertarse en ella.
Opinión:
Es complicado leer esta novela y no sentir admiración por Elena Lamarc. Es verdad que hay algunos rasgos de su carácter que no serán compartidos por todos los lectores, pero sus errores, sus inseguridades, las máscaras que se pone en ocasiones no hacen más que humanizarla, acercarla a la propia experiencia del lector y hacerla más verosímil. Elena es fuerte, es valiente, tiene las ideas muy claras y sigue los dictados de su corazón y de su cabeza con una coherencia envidiable. Aunque eso suponga ser una mujer separada en una sociedad que no acepta el divorcio y que prefiere la hipocresía de las parejas que comparten techo aunque no cama, o ser una mujer empresaria con más arrojo que muchos de los compañeros que acuden con ella a ferias y eventos industriales.
Elena es una mujer atípica (aunque no excepcional, afortunadamente) en una sociedad tradicional y cerrada como era de la España de finales de los 60 y principios de los 70. Una sociedad que se iba liberando de las sombras del Franquismo más férreo pero a la que aún le queda mucho por ver, por aprender y por experimentar. Marta Querol sitúa la acción de esta novela entre 1968 y 1976 y comienza la trama en el mismo punto en que la dejó cuando acabamos de leer El final del ave fénix: con el descubrimiento de la infidelidad de su marido Carlos.
Así pues, la primera de las tres guerras que Elena librará en el desarrollo de la trama será la de secesión, la de la ruptura con su marido y el comienzo de su nueva vida, con su hija Lucía. Querol expone con mucho acierto las dudas de una madre separada, a las que se suman las incertidumbres propias de una época en la que el divorcio no era legal. Y, así, Elena se enfrentará al temor por perder la custodia de Lucía, a la realidad de verse despojada de todo el patrimonio que era suyo, a las inseguridades sobre lo que el otro contará a la hija, a la desconfianza de quienes no entienden su decisión y al rechazo de quienes no la comparten.
A pesar de que Elena es la gran protagonista de la novela, el narrador omnisciente no solo centra el foco en ella, sino que también desvela al lector la nueva vida de Carlos junto a su amante, Vero, y las incertidumbre de una Lucía que aprende demasiado pronto que no hay que decir nada de lo que se ve ni lo que se oye.
Querol fusiona esta línea personal con la trama relacionada con el mundo laboral, en la que estos dos empresarios (Elena y Carlos), ahora totalmente desvinculados, continúan bregando con sus crisis, sus accidentes, sus pequeños logros, sus revueltas sindicales y sus decisiones. Creo que esta línea resulta muy enriquecedora para la novela (puesto que añade tramas y subtramas al argumento personal) y también para el lector, ya que Querol se detienen ampliamente en el funcionamiento de la empresa y sus contratiempos, un universo complicado en el que Elena ha de continuar abriéndose camino pese a la incomprensión, las burlas o el ataque de algunos de sus compañeros industriales.
Estructuralmente, la novela está dividida en tres partes (tres guerras), precedidas por un prólogo en forma de flashforward que adelanta un acontecimiento del final de la novela y culminadas por un epílogo que cierra la trama pero que, al mismo tiempo, deja la puerta abierta para una tercera entrega de la saga.
El ritmo no decae en ningún momento, hay continuos giros de la trama y sorpresas que mantienen la atención de lector hasta el final, pero es verdad que va creciendo a medida que vamos avanzando en la lectura de la novela, hasta llegar a una tercera parte (una tercera guerra, la guerra a muerte) muy rápida e intensa. Porque además de la guerra del hogar, la guerra con Carlos, la guerra con Vero, la guerra en su empresa, la guerra con el resto de empresarios y la guerra con su madre, Elena tendrá que librar una última guerra: la guerra del amor. Y es que, años después de la separación de Carlos, Elena verá cómo renacen en ella sentimientos que creía olvidados. Es más, descubrirá sensaciones que no había sentido antes, lo que hará que vea su relación con Carlos desde otra óptica diferente.
Querol nos propone, pues, una novela muy equilibrada, que hilvana con gran acierto diferentes tramas personales y profesionales, sin olvidar centrar el foco narrativo en ninguno de los personajes principales, Lucía y Vero, incluidas. Consigue, así, hablar de temas tan interesantes como la conciliación, el acceso de la mujer al mundo laboral, la vivencia de la ruptura de un matrimonio o el rechazo social hacia todo lo que implique cambio y apertura, pero sin caer en un texto demasiado doctrinario que aleje al lector del interés del argumento. Todo lo contrario.
De igual modo, la autora es capaz de crear personajes llenos de matices, muy humanos, sólidos y bien construidos, entre los que destaco la oposición en todos los sentidos que se produce entre Elena y Vero, protagonista y antagonista, heroína y némesis de la saga.
Dice Marta Querol en los agradecimientos finales de la novela, que aunque es cierto que Las guerras de Elena continúa la historia de El final del ave fénix, ambas pueden ser leídas de forma independiente. Y es verdad, pero yo creo que se perderían muchos matices por el camino. Creo que Elena es como es por lo que ha vivido y que Carlos actúa como lo hace por la vida que llevó antes de esta novela. De igual modo, el papel de los padres de Elena en esta segunda entrega se quedaría un poco desdibujado si no supiéramos lo que ocurrió en El final del ave fénix. Pueden leerse como obras independientes, redondas en ambos casos, pero juntas suman más, ambas se enriquecen mutuamente y hacen que el lector tenga ganas de más, de esa tercera entrega que está escrita ya pero que aún espera.
En definitiva, Querol vuelve a conquistar al lector con una novela perfectamente estructurada y con ritmo creciente, bien escrita y dosificada, llena de contenidos y peripecias, de temas sobre los que pensar y sensaciones que sentir, con unos personajes llenos de vida y unas preocupaciones que todos hemos sentido alguna vez.Enlace a la reseña original. Nos seguimos leyendo.