Por Axel Dono
CEO Hays Colombia
El año 2017 será, sin duda alguna, un año marcado por el cambio, en donde todos tendremos que ajustarnos y prepararnos para afrontar los nuevos retos. La reforma tributaria, la inestabilidad del precio del dólar y las crisis económicas en los mercados nacionales e internacionales, son tan solo algunas de las coyunturas que estaremos viviendo en este nuevo año. Es por eso que ahora más que nunca es indispensable tener reclutamientos exitosos que encajen las necesidades de una compañía con las habilidades del candidato.
En medio de esta coyuntura, la clave para que un proceso de selección sea exitoso está en entender cuáles son las habilidades requeridas por la empresa, identificar por qué se necesitan y saber cuáles de ellas son innegociables y cuáles podrían ser desarrolladas por el candidato en el día a día. Si bien es cierto que las empresas y empleadores ya tienen unos parámetros de selección establecidos para sus contrataciones, entre las cuales están definidas las habilidades que la posición requiere, ante la necesidad de acertar es necesario que las compañías profundicen mucho más y analicen las características de su cultura organizacional, su situación actual en el mercado laboral, sus proyecciones a futuro y la industria en la que se encuentran, para de este modo encontrar el candidato ideal.
Pero, ¿cómo se define un candidato ideal? Es pertinente aclarar que no existen candidatos perfectos que cumplan con la totalidad de las necesidades y expectativas de las compañías, es aquí donde surge la importancia de la auto reflexión que deben hacer tanto las empresas como los candidatos para poder identificar si efectivamente se va a lograr ese matrimonio armonioso entre ambas partes.
Al realizar este proceso de auto reconocimiento, las empresas logran establecer cuáles son las habilidades que consideran imprescindibles, aquellas que el candidato debe tener para cumplir con las funciones de su cargo, estas son básicas e innegociables y se denominan como ‘las habilidades duras’. Un ejemplo de esto puede ser el manejo de un determinado software de gestión, el conocimiento de un proceso específico o la competencia de un segundo idioma.
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Por otra parte, también existen las cualidades que las empresas necesitan y valoran y aunque el candidato no las tenga, se pueden llegar a desarrollar a través de la experiencia. La mayoría de estas características corresponde a la evolución y desarrollo de aptitudes naturales con las que cuentan los candidatos y eventualmente llegan a convertirse en valores esenciales para la empresa. Es la función del empleador poder definir y determinar cuáles son habilidades esenciales y cuáles se pueden cultivar con el tiempo.
Tanto los empleadores como los potenciales empleados, deben entender que todos los procesos de selección suponen un riesgo para ambas partes y desafortunadamente hoy en día no nos podemos dar el lujo de llevar a cabo procesos de selección equívocos que perjudiquen los negocios y el bienestar tanto de las compañías como de los colaboradores. Este tipo de riesgos se pueden mitigar si desde una fase inicial las empresas buscan candidatos cuyas habilidades se adecúen a sus necesidades reales y cuyo potencial se convierta en nuevas habilidades que generen valor para ambos.
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