Las mujeres y las Jornadas de marzo y abril del 62 Varios sucesos fueron dando sentido a estas Jornadas que se caracterizaron por acciones en las calles, proclamas en las radios, por la movilización estudiantil y popular, que iniciaron con un reclamo nacionalista sobre el territorio de Belice y contra un fraude electoral, pero que pronto trascendieron y pusieron en cuestionamiento al gobierno, exigiendo la renuncia del presidente, revocar la Constitución de 1956, la libre organización, la reforma agraria, y restituir derechos laborales al magisterio y a trabajadores del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social-IGSS, una de las conquistas más apreciadas de la Revolución del 44. Pero esa rebeldía estudiantil también expresaba la inconformidad ante las condiciones de pobreza que golpeaban a la mayoría de la población en el campo y la ciudad, incluso a los estudiantes, muchos de familias pobres urbanas que se veían como “un grupo de privilegiados dentro del sistema (y que)…salían con un cartón bajo el brazo a aumentar el número de desempleados y con muy pocas posibilidades para empezar y terminar una carrera universitaria”. En esa dinámica las estudiantes de educación media y universitaria como Chiqui Ramírez, Magnolia Morales, Miriam Pineda, Ivón Lima, María Bella y Raisa Girón Arévalo, Ingrid Andrade Roca, Aydée Méndez, Marina y Marta Arrecis, Lidia Lucero, Rosa Hernández, Rosario Ramírez, Mirna Becker, Alba Estela Maldonado, Anaité Galeotti, Irma “Chiqui” De León, María Chúa, Anne Arévalo, Dora Emilia González, Violeta Alfaro, Raquel Blandón, entre otros nombres que aún deben ser rescatados, se descubrieron como expresa Chiqui Ramírez “capaces de cuestionar el sistema socio-económico y político del país, aportando soluciones a través e nuestras organizaciones estudiantiles…a la par de los obreros y campesinos”. Participaron de una actividad intensa en teatro, oratoria, periodismo escolar, música, muchas eran las representantes de institutos como el INCA, Belén y Rafael Aqueche en el FUEGO-Frente Unido del Estudiantado Guatemalteco Organizado que agrupaba a las asociaciones estudiantiles de secundaria, de los departamentos y algunos colegios privados de la ciudad. Ellas forjaron su liderazgo tanto en sesiones de discusión política donde “los muchachos, atentos y amables, permitían a las mujeres tomar su derecho a opinar, proponer y actuar hombro con hombro, como uno solo”, como en acciones audaces que simbolizaban, como narra Dora Emilia González, “nuestra convicción y nuestra fuerza de ciudadanas para demostrar nuestro deseo de que nuestra patria fuera libre y democrática”. Esas Jornadas fueron reprimidas violentamente, varios estudiantes fueron asesinados, los institutos públicos militarizados y las/los dirigentes de FUEGO fueron expulsados de sus escuelas. Esa reacción desde el poder fue más allá y cerró espacios, agudizó el autoritarismo, y criminalizó cualquier protesta. La movilización estudiantil y popular del 62, sumada a un naciente movimiento guerrillero en el que también participaron mujeres, movió las conciencias de muchas hijas de la Revolución que, cincuenta años después, siguen despiertas y comprometidas.
Socióloga y comunicadora feminista. Publicado en La Cuerda, abril 2012.
Citas: Ramírez, Chiqui La guerra de los 36 años vista con ojos de mujer de izquierda. III edición corregida y aumentada 2012. Guatemala, INGRAFIC, 2012. González Sandoval, Dora Emilia Testimonio. En: 50 años. Jornadas patrióticas de marzo y abril de 1962. Guatemala, USAC/FLACSO, 2012.