Las hijas de Sara - Pilar Adón

Publicado el 09 octubre 2013 por Rusta @RustaDevoradora

Edición: Alianza, 2003 Páginas: 240 ISBN: 9788420645353 Precio: 15,90 €
Porque, después de todo, ¿existía algo peor que el incesante intento de complacer a los demás? Los demás. Esos seres ingratos que casi nunca advierten los constantes esfuerzos por agradar, por parecer una persona amable, equilibrada, normal. ¿Existía algo más lastimoso que sonreír a todas horas a los seres queridos? Seres que absorben, que pronuncian palabras impronunciables, que corren detrás con una bandera blanca en señal de rendición y que luego sonríen demostrando, una vez más, su poder. Seres que hacen ruido y que pasean con la cabeza bien alta. ¿Podría existir algo peor que pretender ser alguien cuando no se es nada? Rose conocía sus debilidades. Conocía sus pequeños huecos abiertos en la pared. Conocía la esencia primera de la vida: la de ser un trabajo interminable. Poner una piedra y luego otra. Una palabra y luego otra. Sin llegar jamás al final y perdiendo la curiosidad por el camino. Eso era la vida. Un trabajo inacabable en el que se iba perdiendo la esperanza, la pasión, el calor… Conocía la filosofía elemental de la vida: cuando se es joven, se posee el ansia, la fortaleza. Con los años, únicamente se puede disfrutar del poder. Y si no se tiene, si no se ha sido lo suficientemente inteligente como para obtener el poder, se está perdido. Porque ya no queda nada más. (Pág. 212).

Leer un libro de Pilar Adón (Madrid, 1971) significa entrar en un universo poético y singular, que obliga al lector a dejarse llevar por unas sensaciones de extrañeza bastante alejadas de nuestra ficción tradicional. Lo supe cuando leí El mes más cruel (2010), un libro de relatos excelente, y lo he confirmado tras adentrarme en Las hijas de Sara (2003), su segunda novela. La autora, licenciada en Derecho y traductora literaria, nos traslada en esta ocasión al norte de África, a una casa aislada en la que viven Henry Drayton y sus hijas, Rose y Julia, dos mujeres jóvenes que buscan huir de un padre tirano que años atrás ya hizo mucho daño a su madre. La primera se muestra más apegada al hogar, mientras que la segunda se escapa de vez en cuando a la ciudad en busca de un divertimento que no encuentra en la vivienda. En este ambiente asfixiante, en el que el lector casi puede sentir sobre el rostro la arena arrastrada por el viento, se desarrolla una historia evocadora, intensa y extraña. Sí, extraña, porque no busca una reproducción realista de la situación ni tampoco pretende narrar una serie de aventuras. La autora juega con la sugestión de sentimientos un tanto perversos, sentimientos que el ser humano desarrolla en un ambiente hostil como la morada del temido Henry Drayton. En la recreación de las vivencias de estas dos hermanas, en especial de Julia, ahonda en los recovecos más dolorosos de una persona, un círculo que ahoga y desespera, pero que al mismo tiempo rebosa sensibilidad y belleza. El miedo, la maldad, la fragilidad y la sensualidad son temas que Adón plantea con su prosa lírica, una escritura que acaricia las palabras y regala reflexiones sobre la vida tan brillantes como la que cito al comienzo de esta entrada. Cuando reseñé El mes más cruel dije que los relatos tenían como tema común la debilidad del ser humano, y con Las hijas de Sara confirmo el interés de la autora por plasmar ese «lado oscuro», en esta ocasión mucho más extremo por las circunstancias por las que pasan las protagonistas y porque la fuerza narrativa aumenta capítulo tras capítulo. Hablando de El mes más cruel, en Las hijas de Sara he vuelto a encontrar algunos rasgos característicos de la autora, como los personajes que leen, la localización en un lugar alejado de nuestra ficción, las influencias de escritores ingleses y franceses (con homenaje a Marcel Proust incluido), el gusto por la recreación de atmósferas opresivas, la sensación de desconcierto en el lector y, por supuesto, la escritura rica en matices, solo apta para lectores curtidos que busquen algo más que entretenimiento. Además, esta vez juega con los cambios en el tiempo —el presente de las protagonistas y el pasado de lo que le ocurrió a su madre— y hay algún giro argumental sorprendente. Me gustó este planteamiento, es como un pequeño puzle que implica al lector. No obstante, si tengo que comparar a la Adón novelista con la Adón cuentista, de momento me quedo con la segunda (y digo de momento porque soy consciente de los siete años que pasaron entre la publicación de Las hijas de Sara y El mes más cruel. Quizá con su futura tercera novela cambiaré de parecer). Mis razones: tengo la impresión de que el estilo de esta escritora, por su densidad, se digiere mejor en textos breves. Las hijas de Sara me ha parecido una buena novela; sin embargo, me ha gustado menos que El mes más cruel porque en más de un momento he tenido la sensación de que la forma (descripciones, recreación del escenario, introspección) se come la trama, es decir, desvía la atención sobre la historia más de lo que sería recomendable. Me gusta que los libros cuiden mucho la forma y adoro la voz evocadora de Adón, que conste, pero considero que en este caso la narración se podría haber pulido más, «aligerar» un poco algunos tramos para encontrar un equilibrio que haga la lectura más llevadera y menos prolija. A pesar de todo, la he disfrutado y sigo pensando que Adón es una autora a la que merece mucho la pena leer.

Pilar Adón

En conclusión, Las hijas de Sara me parece una novela perturbadora que nos muestra hasta qué punto el miedo puede condicionar a las personas. Nadie debería prejuzgarla por su extensión: a pesar de su brevedad, no se trata de una historia para leer deprisa, sino que requiere concentración para no perderse ningún detalle de este ejercicio de introspección. Ahí está el verdadero protagonista de la obra: el interior, el fondo de los personajes, los pequeños cambios que se producen en ellos. Si aún no habéis leído a Adón, recomiendo empezar por El mes más cruel aunque no seáis aficionados al relato, porque es una buena toma de contacto con la autora, una versión mejorada de los mismos sentimientos que se plantean en Las hijas de Sara. Si ya lo habéis leído y os gustó, seguid con esta novela. Podéis empezar a leerla aquí.