Las historias que trae la vida expat

Por Patderegreso
Una de las cosas positivas que tiene la vida de expat es la cantidad de gente que uno conoce y el privilegio de conocer sus historias de primera mano. Es que la comunidad expat abarca, literalmente, todo el mundo. Por eso, deja de ser exótico conocer gente de lugares tan apartados del propio país. Hace poco hablé con Janine (no es su nombre real) y me contó que en las vacaciones de verano visitará a sus papás pero que no tiene muchas ganas de ir porque el viaje es muy duro. Me contó que para ir a Palestina debe viajar a Jordania y luego en la frontera con Israel coger un taxi que la lleve a la ciudad de sus padres cerca de Jerusalén en territorio palestino. De hecho, es pegado a Jerusalén sólo que está divido por un muro, “El muro”, me dice con ojos tristes. El puesto de control en el borde es problemático, según ella, porque maltratan a los palestinos. Una espera que no dura más de tres horas se convierte en una pesadilla de horas sin fin. Depende del oficial para encontrar buen o mal humor, un trato justo o injusto, un grito o una explicación. La última vez que viajó a ver a sus papás tardó seis horas esperando con sus hijos menores de edad en la frontera porque a la oficial de turno caprichosamente le dio por dejar pasar a todos menos a ella.Es interesante oír las historias de la gente, cómo las personas ven, entienden y explican su realidad. Cómo, según sus propias palabras, los trata el mundo, la vida. Un expat está en permanente contacto con otros mundos, otras realidades, otras historias de vida con cara y cuerpo que se presentan frente a él o ella. Y sólo de él o ella dependerá estar atento a esas realidades -porque en la vida internacional es fácil cerrarse y vivir en una burbuja-. Por eso uno, entiende mejor el ser humano en su extensión. No es fácil escandalizarse con comportamientos o formas de vida porque ellos tienen una cara conocida delante.
Y eso lo da ser expat porque la gente alrededor viene de familias, contextos, religiones, tradiciones, países, ciudades, pueblos, muy diferentes a los de uno. Y ahí está también el reto, como se diría en inglés, mantener firmes los principios y valores que uno tiene para no dejarse mover el piso. Llega un momento en que todo se vuelve relativo. !El famoso relativismo!